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En la imagen: Una hormiga recolectora de las especie Cataglyphis Velox en Sevilla. En el vídeo: Una hormiga camina hacia delante con un pequeño trozo de galleta. Después, otra hormiga arrastra un gran insecto marcha atrás - Michael Mangan y Hugh y Pastoll/ Antoine Wystrach

Las hormigas encuentran el camino incluso cuando andan hacia atrás

Estos insectos pueden desacoplar el sentido de la marcha de la orientación de su cuerpo

MADRID Actualizado: Guardar
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No todos somos buenos orientándonos. A algunos de nosotros nos cuesta encontrar el camino de vuelta a casa cuando hemos deambulado por un lugar nuevo o que no conocemos bien. ¿Por dónde era?, nos preguntamos mientras dudamos entre una u otra dirección. Compliquemos aún más la historia. Imaginemos ahora completar el recorrido caminando hacia atrás. Parece imposible, ¿verdad? Pues las hormigas pueden hacer exactamente eso. Un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo explica en la revista Current Biology la gimnasia mental que estos insectos practican para no perderse a pesar de las dificultades.

«Nuestro hallazgo principal es que las hormigas pueden desacoplar el sentido de su marcha de la orientación de su cuerpo», dice Antoine Wystrach, autor del estudio.

«Son capaces de mantener un sentido de la marcha, digamos hacia el norte, con independencia de su orientación corporal».

De hecho, las hormigas pueden mantener la dirección norte yendo hacia adelante (cara al norte), hacia atrás (cara al sur), o hacia los lados (mirando hacia el este o hacia el oeste). El descubrimiento es digno de mención, apuntan los investigadores, porque desafía la noción de que los insectos se limitan a la realización de comportamientos simples, de estímulo-respuesta.

Wystrach y sus colegas sabían que las hormigas a menudo se llevan los alimentos pesados tirando de ellos hacia atrás. Otro informe demostró que las capacidades de navegación de los insectos no se veían perjudicadas en esas circunstancias. Es decir, los insectos no tenían problemas para volver al nido con su carga. Los resultados sugerían que las hormigas pueden ser capaces de reconocer el mundo que les rodea, con independencia de la dirección a la que se enfrentan.

«Esto estaba en desacuerdo con nuestra comprensión de cómo se almacenan los recuerdos de las escenas en el cerebro del insecto», apunta el científico.

«Impresionante comportamiento»

Para averiguar cómo se las arreglaban los insectos, los investigadores pusieron a prueba a las hormigas del desierto que viven en su entorno natural. Hundieron barreras en el suelo, obligando a las hormigas a tomar una ruta unidireccional al nido y luego les ofrecieron una pequeña galleta o una más grande, más difícil de manejar.

Las hormigas con la galleta pequeña salieron corriendo hacia el sur e hicieron un giro brusco a la derecha. Las hormigas que viajaban hacia atrás mientras tiraban de una galleta más grande que no se detuvieron a echar un vistazo a su alrededor se perdieron. Sin embargo, los investigadores se dieron cuenta de que cuando esas hormigas que transportaban su carga hacia atrás se detenían para mirar en la dirección de avance, restauraban sus capacidades de navegación. En otras palabras, reconocían su nueva dirección y la memorizaban mientras caminaban hacia atrás.

«Tal comportamiento es impresionante en sí mismo, ya que implica la sinergia entre al menos tres diferentes tipos de memoria: la memoria de la escena visual, la memoria de la nueva dirección a seguir, y el recuerdo de la localización de la galleta dejada atrás», destaca Wystrach.

Otros experimentos mostraron que las hormigas mantienen su ruta siguiendo las señales en el cielo. También pueden mantener su trayectoria en cualquier dirección: hacia delante, hacia atrás o hacia los lados.

«Más que pequeñas autómatas»

Los resultados muestran que las hormigas se acordaban de la escena por cómo se veía mientras miraban hacia el frente. Es por eso que tenían que dar la vuelta y echar un vistazo. Pero las hormigas son capaces de transferir esa memoria a una representación de direcciones centradas en el mundo, más que en sí mismas.

Eso es bastante impresionante, según los investigadores. «Hasta hace poco, pensábamos que su navegación se basaba en estrategias estereotipadas de módulos cerebrales distintos», explica Wystrach. Por el contrario, «nuestros resultados muestran que se trata de una sutil orquestación de múltiples representaciones y recuerdos que implican una transferencia de información entre diferentes áreas del cerebro».

Para Wystrach, estos resultados son un recordatorio de que las hormigas «no son simplemente unas pequeñas autómatas». Cuanto más avanza la investigación, «más nos damos cuenta de lo sofisticados que son estos insectos».

Los investigadores pretenden avanzar en su trabajo y llevar a cabo más pruebas de la habilidad cognitiva de las hormigas. Por ejemplo, si cuando arrastran una galleta, paran para mirar alrededor y luego retoman el arrastre, ¿realmente recuerdan el peso de la galleta? ¿Recuerdan que necesita ser arrastrada hacia atrás? Esos detalles pueden ser probados fácilmente. A más largo plazo, el equipo quiere explorar la interacción entre las diferentes áreas del cerebro que hacen posible esos comportamientos. Como ellos dicen, estos animales pueden ser pequeños, pero no son simples.

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