Una araña camuflada se alimenta de una abeja, mientras las moscas aprovechan el banquete. El aguijón de la abeja libera una gota de veneno para alertar a sus compañeras y pedir ayuda
Una araña camuflada se alimenta de una abeja, mientras las moscas aprovechan el banquete. El aguijón de la abeja libera una gota de veneno para alertar a sus compañeras y pedir ayuda - Gernot Kunz

Descubren una flor mentirosa que huele a muerte

Imita el olor de alarma liberado por las abejas cuando estas piden ayuda, con el objetivo de atraer a moscas carroñeras y usarlas como polinizadoras

MADRID Actualizado: Guardar
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Las plantas suelen parecer simples y aburridas, pero son organismos capaces de sobrevivir sin moverse en sitios arrasados por el Sol, repletos de microbios y gusanos con aviesas intenciones y castigados ocasionalmente por las mandíbulas de los herbívoros. Por eso en realidad las plantas necesitan un complejo y curioso arsenal de armas y tretas para sobrevivir, aunque es verdad que estos solo se descubren si se presta un poco de atención. (Aquí un documental muy recomendable sobre plantas).

Un estudio publicado este jueves en la revista « Current Biology» ha descubierto otra de estas tretas. Tal como han concluido los investigadores, la «Ceropegia gigante» (Ceropegia sandersoni) ha aprendido a construir flores capaces de engañar a las moscas para usarlas como polinizadoras.

Para ello, imitan el olor de abejas moribundas y encima han creado jaulas capaces de atrapar a las moscas durante un tiempo para que se impregnen de polen.

«Estas flores tienen una forma muy compleja, con trampas temporales para polinizadores», ha explicado en un comunicado Stefan Dötterl, primer autor del estudio e investigador de la Universidad de Salzburgo (Austria). «Nosotros hemos demostrado que las trampas imitan el olor de alarma que desprenden las abejas occidentales para atraer a las moscas y usarlas como polinizadores», ha añadido.

Campo de batalla: las flores

La historia es un poco complicada, y quizás recuerda un poco a una carrera de armamentos entre naciones desconfiadas: Las abejas en su día «aprendieron» que el néctar de las flores es una fuente de alimento, y además muchas plantas «descubrieron» que podían aprovechar a estos insectos para dispersar su polen (y así poder reproducirse). Entonces, algunas arañas y otros depredadores, «descubrieron» a su vez que las flores eran sitios estupendos para hacer guardia y emboscar a otros animales, hasta el punto de que algunos arácnidos comenzaron a mimetizarse con el color de las flores para pasar desapercibidos.

Pero en el argumento de este «thriller» aún falta otro protagonista: las moscas. Estas carroñeras y oportunistas «aprendieron» que podían alimentarse del banquete que se dan los depredadores cuando se alimentan de las abejas, porque en ese momento es frecuente que dejen caer algunas gotas de alimento. De hecho, las moscas comenzaron a reconocer el olor de una sustancia que las abejas liberan cuando están alarmadas, para saber cuándo acudir a las flores a por carroña.

Stefan Dötterl
Stefan Dötterl

Y es ahí cuando la «Ceropegia gigante», una aparentemente «simple» planta ornamental, dio un paso más en esta historia de locos. A lo largo de la evolución, «descubrió» que podía imitar el olor de alarma de las abejas y así atraer a las moscas hasta una trampa. En vez de comérselas, esta planta se conforma con capturarlas durante un tiempo y luego liberarlas, pero eso sí, cargadas de polen.

Plantas mentirosas y moscas parásitas

Actualmente, entre el cuatro y el seis por ciento de las especies de plantas, son polinizadas gracias a algún tipo de engaño. Estos organismos adquieren un aspecto extraño, o huelen de una forma concreta, para ofrecer una recompensa, como polen o néctar, o para parecerse a una pareja con la que copular. Pero «Ceropegia gigante» es la primera, que se sepa, que consigue ser polinizada por oler a la cena de un animal.

Los investigadores descubrieron esta treta cuando observaron que estas plantas eran polinizadas por Desmometopa, un grupo de moscas cleptoparásitas, (es decir, especializadas en alimentarse de la comida capturada por otros), que solían comer de las abejas capturadas por arañas.

«Nos preguntamos cómo eran capaces las moscas de encontrar a estas abejas», ha dicho Stefan Dötterl. Así que, puestos manos a la obra, los investigadores se dieron cuenta de que cuando las abejas son capturadas por una araña, liberan una gota de veneno por el aguijón que ya se sabe que contiene feromonas volátiles que sirven como señal de alarma, y cuya función es llamar a los refuerzos.

Así que, en este estudio, los investigadores trataron de averiguar si la planta «Ceropegia gigante» era capaz de aprovecharse de esto, y descubrieron que efectivamente liberaban compuestos que atraen fuertemente a las moscas Desmometopa.

Ahora, los científicos tratarán de descubrir si otras plantas que usan a estas moscas como polinizadores, también las engañan de la misma forma. Ahí fuera, la guerra continúa en el campo de batalla de las flores.

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