Las erupciones solares causan la súbita reducción del 2% de las nubes
Las erupciones solares causan la súbita reducción del 2% de las nubes - Archivo

Demuestran que las tormentas solares también destruyen las nubes

Cuando una erupción solar llega hasta nosotros, las nubes se reducen simultáneamente en todo el planeta

MADRID Actualizado: Guardar
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Un equipo de investigadores norteamericanos, daneses e israelíes ha logrado establecer un vínculo directo entre las erupciones solares y los cambios en la cubierta nubosa de la Tierra. Para ello, han aplicado nuevas técnicas de análisis a los datos de observación de varios satélites durante los últimos 25 años. Los resultados, que se publican ahora en la revista Journal of Geophysical Research, muestran que cuando una erupción solar llega hasta nosotros, las nubes se reducen simultáneamente en todo el planeta. Lo cual refuerza la idea de la importancia que tienen los rayos cósmicos en el clima terrestre. En concreto, las erupciones solares causan la súbita reducción del 2% de las nubes, lo que supone más de mil millones de toneladas de agua desapareciendo de la atmósfera.

Dado que las nubes juegan un importante papel en las temperaturas, la investigación representa un gran paso hacia la comprensión de los factores que contribuyen a las variaciones del clima.

"La Tierra sufre un bombardeo constante de partículas procedentes del espacio, en forma de rayos cósmicos -explica Jacob Svensmark, que ha dirigido el estudio-. Y las violentas erupciones que se producen en la superficie solar pueden dirigir una gran cantidad de rayos cósmicos hacia la Tierra durante una semana seguida. Nuestro estudio muestra que cuando esto sucede se produce una reducción en la cubierta de nubes. Y dado que las nubes son un importante factor para el control de las temperaturas terrestres, nuestros resultados tienen implicaciones directas en el estudio del cambio climático".

En experimentos de laboratorio, las partículas procedentes del Sol y del espacio exterior generan una serie de moléculas con carga eléctrica (iones) que favorecen la creación de aerosoles, que en la atmósfera forman a su vez las "semillas" a partir de las que las nubes se desarrollan. Pero si este proceso es algo que realmente sucede en la atmósfera, y no solo en las condiciones controladas de un laboratorio, es algo que se lleva debatiendo desde hace años.

Cuando una erupción solar lanza su carga masiva de rayos cósmicos hacia la Tierra, se produce una drástica reducción (entre el 20 y el 30%) de los iones atmosféricos durante cerca de una semana. Y si efectivamente esos iones afectan a la formación de las nubes, debería poder observarse también una reducción de la cubierta nubosa mientras dura la actividad solar. Eso es, precisamente, lo que han hecho los investigadores. El estudio concluye que existe "un impacto real en la microfísica de las nubes" y los resultados apoyan también la idea de que los iones atmosféricos "juegan un importante papel en el ciclo de vida de las nubes".

Los más violentos

Poder llegar a estas conclusiones no ha sido una empresa fácil. La reducción de iones en la atmósfera en cantidad suficiente solo sucede en contadas ocasiones, y su influencia en la formación de las nubes está en los límites de la capacidad de los detectores usados por los científicos, instalados tanto en satélites como en estaciones de observación con base en tierra. Por eso, para el estudio se han seleccionado los eventos de actividad solar más fuertes y violentos, durante los cuales el efecto se podría apreciar con más facilidad. Para lograrlo fue necesario combinar varios modelos atmosféricos con los datos proporcionados por 130 estaciones meteorológicas diferentes.

De esta forma, se estudiaron 26 eventos sucedidos entre los años 1987 y 2007, ordenados según su grado de ionización. El efecto de un solo evento solar sería demasiado pequeño como para provocar efectos medibles. Pero su acumulación a lo largo de años, décadas o siglos enteros, revela una influencia importante, y hasta ahora no demostrada, de la actividad solar en el desarrollo de las nubes, y por lo tanto también de las temperaturas terrestres.

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