El curioso disfraz que usaban los médicos para evitar la peste

La máscara del «doctor de la peste» tiene su origen en una epidemia del siglo XIV que acabó con un tercio de los europeos

Se atribuyó la peste a conjunciones planetarias, cometas o erupciones volcánicas, considerados fenómenos sobrenaturales

Madrid Actualizado: Guardar
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Una de las máscaras que más furor causan en todos los carnavales del mundo es la que tiene forma de pico y se acompaña de una vestimenta atávica que llega hasta el tobillo. Este ropaje fue usado por los médicos medievales como método de protección ante la peste negra.

Durante la Edad Media se usaba la palabra “peste” o “plaga” para referirse a cualquier enfermedad que se acompañara de una elevada mortalidad. De todas las epidemias que asolaron Europa durante los siglos XIV y XV la “peste negra” fue la más mortífera de todas. Se estima que fallecieron entre el 40-90% de las personas infectadas y que acabó con el 30% de la población europea.

Pedro Gargantilla es médico internista y autor de varios libros de divulgación
Pedro Gargantilla es médico internista y autor de varios libros de divulgación

La famosa máscara de “Il dottore della peste” que aparece en carnavales de todas las latitudes.

Además los médicos llevaban guantes, calzado y sombrero confeccionado con piel de cabra. En la mano derecha sujetaban una vara, con la que examinaban al paciente desde una distancia prudente, para evitar el riesgo de contagio.

La primera cuarentena de la historia

Simultáneamente, se iniciaron medidas de aislamiento para evitar la propagación de la enfermedad, siendo las autoridades de la ciudad francesa de Marsella las primeras en adoptarlas. Se estableció que todo barco que llegase a su puerto con un enfermo o con una persona sospechosa de padecer la enfermedad debería permanecer a bordo durante un periodo de treinta días, antes de bajar a tierra. Los venecianos prolongaron este periodo a cuarenta días, lo cual dio origen al término “cuarentena”, que aún seguimos utilizando para referirnos al periodo de observación al que se debe someter a una persona para detectar la existencia de signos o síntomas de una enfermedad infecciosa.

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