La tribu de los San, en Namibia, junto a otras dos, duerme una media de 6,25 horas al día
La tribu de los San, en Namibia, junto a otras dos, duerme una media de 6,25 horas al día - Ian Beatty/ap

La vida moderna no hace que durmamos menos

Ni internet ni los móviles influyen. Según un estudio, las tribus pre-industriales tienen unos hábitos de sueño muy similares a los de las culturas de tecnología más avanzada

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Hay investigadores que aseguran tener pruebas históricas más que suficientes para probar que en varias culturas, y siempre antes del siglo XVII, las personas dormían en dos tandas de alrededor de cuatro horas, separadas por una pausa que se aprovechaba para fumar, hablar, visitar a los vecinos, tener sexo o rezar. Incluso hay manuales médicos que aseguraban que el mejor momento para concebir era en esa pausa previa al segundo sueño. Entonces, si fuera verdad que antes se dormía de otro modo, ¿podría ser que los hábitos culturales influyeran en cómo se duerme?

De forma general los expertos tienen claras dos cosas. Que lo sano es dormir al menos ocho horas seguidas, y que las nuevas tecnologías y los estresantes hábitos del hombre contemporáneo acortan el tiempo que se dedica a dormir.

Pues bien, este jueves, un estudio publicado en la revista « Current Biology» podría revolucionar lo que se sabe acerca del sueño, porque concluye que los hábitos de sueño del mundo industrializado son muy parecidos a los «hábitos naturales» que ha seguido el hombre durante toda su historia.

«Según nuestros datos, el argumento de que la vida moderna ha reducido el tiempo que le dedicamos a dormir es un mito», ha dicho Jerome Siegel, primer autor del estudio e investigador en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). De hecho, los investigadores no encontraron muchas diferencias entre los hábitos de sueño actuales y los de tres sociedades pre-industriales que ellos creen que pueden asemejarse al modo de vida que el hombre llevaba antes de vivir en ciudades.

En resumen, según los datos del equipo de Siegel y de investigadores de otras tres universidades, los Hadza, de Tanzania, los San, de Namibia y los chimanes, de Bolivia, duermen una media de 6,25 horas cada día y no se echan siestas de forma regular. Además, pasan una media de tres horas y 20 minutos despiertos una vez que anochece y suelen levantarse antes de que amanezca. Todo esto, resulta muy similar a lo que se hace de forma rutinaria en sociedades industriales.

Distintas sociedades, mismo sueño

«A pesar de las diferencias genéticas, y de lo distinta que son la historia y el medio ambiente, hemos descubierto que los tres grupos comparten una organización del sueño muy similar, lo que sugiere que están siguiendo la raíz de los patrones de sueño de los humanos, que seguramente son una característica propia de los Homo sapiens de la era pre-moderna», ha añadido Siegel.

Para llegar a esta conclusión se recogieron datos sobre los hábitos de sueño de 94 personas durante 1.165 días en total. Esta información estaba relacionada con el tiempo que se pasa durmiendo, las horas a las que la gente se acuesta y se levanta, y con la temperatura corporal y la cantidad de luz que está presente durante el sueño y el despertar.

«Se suele decir que debemos dormir entre ocho y nueve horas cada noche y que si dejáramos la tecnología la gente dormiría más», ha dicho Gandhi Yetish, otro de los participantes en el estudio. «Pero ahora hemos demostrado que no es cierto».

¿Entonces, se debe dormir ocho horas?

Pero, ¿realmente es así? Eduard Estivill, médico e investigador especializado en sueño, lo pone en duda: «Yo creo que son más acertadas las investigaciones que sugieren que el sueño está regulado por un reloj biológico, y que este reloj puede ser modificado por estímulos externos, como la luz, el ruido y los hábitos sociales o ambientales». De hecho, recuerda que hay varios estudios que muestran que «el uso de ordenadores, tabletas y móviles que emiten luz reducen el número de horas que dormimos».

En su opinión, aunque un porcentaje pequeño de personas tendría su ficiente con esas 6,25 horas de sueño de media que se apuntan en el estudio de Siegel, «la gran mayoría necesitaremos entre siete y media u ocho». Para ello, en general, recomienda « acostarse entre las diez o doce de la noche y levantarse entre las seis y las ocho. Preparar el sueño al menos dos horas antes de empezarlo, y para ello desconectarse de la tecnología y realizar una actividad relajante que no tenga nada que ver con nuestra actividad laboral. Por último, se recomienda cenar al menos dos horas antes de dormir».

La luz eléctrica como agente beneficioso

Para Jerome Siegel, el investigador que asegura que los hábitos de sueño del hombre contemporáneo son muy similares a los «naturales», es cierto que «las luces eléctricas pueden haber alargado el tiempo en que estamos despiertos tras el anochecer», pero al mismo tiempo este efecto no impide que sigamos teniendo patrones de sueño «naturales». Además, en su opinión, la latitud en la que viven las personas, un factor determinante de la duración de la luz diurna, explica que en el pasado hubiera personas que durmieran en dos tandas.

«Más que decir que la cultura moderna ha cambiado los hábitos de sueño, lo que ocurre es que la cultura moderna, con su control de la luz eléctrica y la temperatura, ha sido capaz de restaurar el período natural del sueño, que ha tenido una duración concreta hoy y en el pasado», ha afirmado Siegel.

Aunque pueda dudarse si la vida contemporánea altera o no los hábitos de sueño, este nuevo estudio apoya la idea de que dormir en una habitación fresca, despertar con la luz intensa de la mañana y tener unos hábitos estables favorecen el descanso. Sin embargo, algo debe de estar ocurriendo porque, mientras que los San y los chimanos no tienen una palabra para definir el insomnio, en Estados Unidos el 20% de la población lo padece.