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Pellegrino ya no vende la moto; su sorprendente y reveladora resignación

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Las declaraciones del entrenador dejan a las claras que el descenso será una cuestión de tiempo, a la par que llaman la atención por una supuesta bajada de brazos, a pesar de las matemáticas

Mauricio Pellegrino, en rueda de prensa ccf
Rubén López

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Cuando un equipo vive una situación clasificatoria delicada lo normal es que se venda la moto. Se usa la expresión para alegrar los oidos de aficionados, periodistas y todo aquel que simpatice con el escudo y los colores en cuestión. Vender la moto es incluso alejarse de la realidad, decir una cosa mientras se piensa otra. O no. Vender la moto puede ser lo que uno realmente tiene en su corazón de cara a convencer a su cabeza. Se puede conseguir, aunque la cosa esté bastante difícil por no decir imposible.

Mauricio Pellegrino, entrenador del Cádiz CF, ya no vende ni la moto. Y eso que, ojo, el Cádiz está a cinco puntos de la salvación quedando quince en juego. Misión muy complicada, es evidente y lo es por muchísimas razones, pero las matemáticas dicen que es posible.

Y porque los números avalan el milagro habrá que intentarlo hasta el final, hasta que los números, frios y duros como nadie, digan lo contrario. Pero en las palabras de Mauricio Pellegrino ni una cosa ni la otra. Sus declaraciones tras el frustrado empate ante el Mallorca son tan reveladoras de la situación que vive el conjunto cadista, como a la par sorprendentes en un entrenador que debe pelear hasta el último segundo del último partido del último día y de la última jornada.

A saber: «La situación es difícil desde hace mucho tiempo. Ahora estamos viviendo la realidad de lo que está pasando durante toda la temporada. Lo más importante ahora es defender el prestigio del equipo. Se puede ganar y tenemos que centrarnos en hacer lo máximo». Las declaraciones del entrenador argentino del Cádiz son una muestra total de que el pescao ya está más que vendio. Poco hay que hacer. Y se puede agradecer la sinceridad pero aún quedan cinco jornadas del campeonato y si en Granada, que está a diez de la salvación, aún luchan por prolongar la estancia en Primera, qué no debe hacer el Cádiz que está a la mitad de puntos que el cuadro nazarí.

En esas frases del míster cadista llama la atención que ahora asuma que la situación es complicada. Y lo es porque él mismo tampoco ha sido capaz de mejorarla desde que cayó Sergio como entrenador. Por entonces el Cádiz estaba a un punto de la permanencia, ahora está a cinco. El remate es reconocer que «ahora hay que defender el prestigio del equipo». Una frase que ha dejado incluso tocado a más de un aficionado que esperaba algo más de ánimo y empuje por parte de su entrenador.

¿Bajada de brazos?

Luego está la pura realidad, esa que dice que este Cádiz no es capaz de ganarle a nadie y que ahora mismo no se le ven atisbos de reacción. Más allá de todo eso, las declaraciones de Pellegrino son las de un entrenador superado por la situación y que se aferra a obrar algo más que un milagro ante el Real Madrid en el Bernabéu, una misión que puede rozar la épica. «Las opciones del equipo van a aumentar si somos capaces de sumar tres puntos el próximo partido. Si podemos obtener tres puntos podremos llegar hasta el final vivo. Vamos a intentarlo la próxima semana», afirmó, refiriéndose al próximo encuentro contra el Real Madrid.

Lo cierto es que Pellegrino se está mostrando como un entrenador incapaz de hacer reaccionar a un equipo que estaba en planta cuando lo cogió hace unos meses y que ahora está en la UVI. Su carácter tranquilo, sereno y hasta algo apático, al menos de puertas para afuera, se está transmitiendo a un equipo que no es capaz siquiera de meter en apuros a un rival por esos bemoles de lo que tanto se habla en el mundo del fútbol cuando el cinturón aprieta.

El entrenador argentino no insufla ánimos a una parroquia gaditana muy desanimada y sobre todo resignada ante la situación. Sus declaraciones tras el empate en Carranza han sido el acicate para comenzar a asumir que el Cádiz jugará la próxima temporada en Segunda División, por desgracia. Lejos de aferrarse el propio eslógan que ha lanzado la entidad esta semana de 'Yo creo' el entrenador aparentó una bajada de brazos cuando aún queda algo de vida, o por lo menos eso dicen los números.

Lejos, muy lejos, de los discursos de entrenadores que buscan la épica, el milagro y la proeza hasta que los números lo permitan, el entrenador cadista ha dejado la sensación de poco o nada se puede hacer de aquí a finales del mes de mayo. Más aún cuando dirige precisamente a un club y un equipo que en la historia ha demostrado que lucha siempre hasta el final, que roza incluso los milagros y los consigue de vez en cuando y en el que no está permitido bajar los brazos.

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