Informadores gráficos rodean a un feliz Charles Michel antes de su primer consejo de ministros. :: EFE
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Flandes toma el mando de Bélgica

El liberal valón Charles Michel jura el cargo de primer ministro en un Gobierno cuatripartito dominado por la independentista NV-A

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Flandes ya manda en Bélgica. Ayer, a las diez de la mañana, el Gobierno liderado por el liberal reformista francófono Charles Michel prestó juramento ante el rey Felipe como primer ministro de un Gobierno cuatripartito de marcado carácter socioeconómico dominado por el norte, por los ricos, por los flamencos, por el centro-derecha y en especial por los nacionalistas del N-VA de Bart de Wever (alcalde de Amberes), que han logrado su verdadero objetivo: acceder por primera vez al Ejecutivo y arrinconar a su vez a los socialistas valones, que después de muchas décadas dejarán de formar parte de las atípicas coaliciones de diferente color político que el Ejecutivo federal siempre está obligado a alcanzar para mantener los equilibrios identitarios.

Quizá sea difícil de entender, pero es que Bélgica lo es. Un país dividido en dos culturas unidas, sin embargo, por fenómenos como la selección de fútbol o incluso la corona. Norte y sur; flamencos y valones; holandés y francés; ricos y menos ricos; nacionalistas y socialistas. Un Estado, dos mundos. Un complejísimo entramado institucional que dirigirá el joven Charles Michel, abogado de 38 años -el más joven desde 1841- que es hijo de Louis Michel, ex vicepresidente belga y ex comisario europeo. «Estoy muy emocionado», se felicitó.

Todo se cerró el miércoles por la noche. Fue entonces cuando, tras 30 horas de negociaciones ininterrumpidas, se confirmó el pacto de Gobierno entre los liberales de ambos bandos (MR francófona y los flamencos del Open VLD), los democristianos flamencos de la CD&V y los nacionalistas de la NV-A. Un cóctel explosivo que ya ha sido tachado desde algunos sectores progresistas como un Gobierno de «extrema derecha» al anunciar en su acuerdo polémicas medidas sociales como la ampliación de la edad de jubilación hasta los 66 años en 2025 y los 67 en 2030. Se hacen llamar la 'sueca' por su significación con la bandera de este país (el azul de los liberales, el amarillo de la NV-A y la cruz de los democristianos), pero en el bando socialista se decantan por 'coalición kamikaze'.

El independentismo, a un lado

En esta ocasión, el Gobierno 'sólo' ha necesitado 139 días para constituirse. Toda una eternidad en otros países pero que en Bélgica, a tenor de lo que sucedió en la pasada legislatura, parece un suspiro. Y es que tras las elecciones federales de junio de 2010, el socialista Elio di Rupo no pudo jurar su cargo hasta 541 después de conocerse el resultado de las urnas. Lo hizo, además, liderando un Ejecutivo integrado por seis partidos, tres francófonos y tres flamencos.

Ahora, todo será diferente. Michel es la cara valona que ha permitido la formación de un Gobierno dominado por Flandes. «Éste es un acuerdo sólido con una fuerte voluntad política en el plano socioeconómico», enfatizó. Su partido, el MR, era clave para que se desatascaran las negociaciones así que la NV-A, ganadora de las elecciones y grupo mayoritario con 33 escaños, no ha tenido reparo en permitir que sea elegido primer ministro pese a que el MR sólo tiene 20 diputados de los 150 de la Cámara y quedó segundo en Valonia por detrás del Partido Socialista (PS) -un mismo partido no puede presentarse en ambas regiones, de ahí la complejidad para formar coaliciones-.

El futuro Ejecutivo, que cuenta con tres viceprimeros ministros flamencos -Kris Peeters, Jan Jambon y Alexandre De Croo- se apoya en un ambicioso programa de índole económica basado en mejorar el gasto público -quieren llegar al equilibrio presupuestario en 2017- y en reducir de forma progresiva la carga tributaria a las empresas para fomentar la creación de empleo. Retos eclipsados con el anuncio del retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años.

Respecto a las ansias independentistas de la NV-A flamenca, el acuerdo de Gobierno elude cualquier compromiso sobre el modelo de Estado, ya muy federal. «Es algo que no me preocupa», recalcó De Wever, quien se felicitó porque «todo salió como habíamos pensado». Ya en el último congreso de la NV-A y sobre todo con motivo de la crisis, el objetivo de la independencia quedó aparcado en favor de una apuesta confederal. Además, lo ocurrido con Escocia y los muchos temores sobre una posible salida de la UE han terminado por aplacar a los más entusiastas.