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La furia kurda enciende Turquía

Las protestas por la negativa de Ankara a ayudar a Kobani se cobran 19 muertos en enfrentamientos con policías e islamistas

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Las autoridades turcas estudian la extensión del toque de queda que desde el martes está en vigor en cinco provincias de mayoría kurda del país. El asedio yihadista al enclave kurdosirio de Kobani ante la pasividad del Ejército turco ha encendido los kurdos que viven en Turquía (15 millones, un 20% de la población aproximadamente) y al menos 19 personas perdieron la vida en los choques que se registraron en las últimas 48 horas. El Partido Democrático del Pueblo (HDP), el más importante en este lado del Kurdistán y cuarta fuerza en el Parlamento de Ankara, llama a los suyos a protestar y cuenta con el respaldo del ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), lo que ha empujado a las autoridades a sacar los tanques y establecer el toque de queda, una medida sin precedentes en las últimas dos décadas.

La situación de mayor tensión se vive en Diyarbakir, la considerada capital del Kurdistán turco, donde ya se cuentan al menos diez muertos, según reveló en rueda de prensa el ministro de Agricultura, Mehdi Eker. «La mayoría de las víctimas murieron por impactos de bala» durante enfrentamientos entre simpatizantes del PKK y partidarios de los movimientos islamistas kurdos, aseguró el dirigente. Los kurdos se enfrentaron a los partidarios del movimiento Huda Par, a quienes acusan de respaldar a los yihadistas del Estado Islámico (EI). Huda Par (que se podría traducir como 'partido de la causa libre') es el heredero el antiguo Hezbolá turco -no tiene relación con el partido milicia chií libanés- que en la década de los 90 tomó parte activa en la 'guerra sucia' contra los kurdos, hasta su prohibición y el encarcelación de sus líderes.

El ministro atribuyó la violencia a un «lobby del caos» que quiere «emponzoñar el proceso de paz», en alusión directa al PKK. Aunque el Partido de los Trabajadores del Kurdistán -incluido en la lista de organizaciones terroristas por la Unión Europea y Estados Unidos- y el Gobierno viven un momento de tregua desde marzo de 2013, la guerra interna duró tres décadas y dejó 40.000 muertos, una herida que necesitará mucho tiempo para cerrarse. Abdulá Ocalán, líder del PKK condenado a cadena perpetua, vinculó el futuro del enclave de Kobani con el proceso de paz y dio un ultimátum de una semana a Ankara para mover ficha.

Las dos grandes ciudades

Estambul y la propia capital no se libraron de las movilizaciones de las últimas horas. En las dos grandes ciudades acabaron disueltas a porrazos y botes de humo y con decenas de detenidos en los calabozos. Los manifestantes quemaron banderas turcas y derribaron estatuas de Mustafá Kemal Ataturk, fundador de la Turquía moderna, lo que fue censurado por dirigentes del HDP como Selahattin Demirtas, que condenaron estos actos por ser «provocaciones» que podrían «cortar la ayuda a Kobani que viene de Occidente». Dermitas y el resto de figuras kurdas consultadas por la prensa local insisten en la necesidad de la «apertura de un corredor» en Kobani para garantizar la evacuación de los civiles y también la entrada de la ayuda necesaria a los combatientes locales. Por encima de los ataques aéreos o la invasión militar turca, los kurdos piden que les dejen apoyar a sus milicianos en la lucha contra el EI, pero Ankara no sólo mantiene precintada la frontera, sino que interroga a los civiles que salen de Kobani en busca de refugio y, si detecta que son combatientes, los detiene.

Después de que el lunes los islamistas lograran entrar en Kobani, los aviones de la alianza reaccionaron y en las últimas horas efectuaron al menos seis bombardeos, según el Mando Central estadounidense. Las incursiones aéreas obligaron a los islamistas a retroceder. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos precisó que los combates se desarrollan ahora en el barrio de Kani Arabane, y en otras zonas del sur de la población, pero alejados del centro. Este organismo con sede en Londres, pero con una amplia red de colaboradores sobre el terreno, asegura que al menos 400 personas murieron durante las tres semanas de asedio que sufre Kobani, la tercera ciudad más importante del Kurdistán sirio. El avance del EI ha obligado además a buscar refugio en Turquía a más de 180.000 civiles que vivían en todo el cinturón rural vecino.

«Están a las afueras. El bombardeo ha sido muy efectivo y el EI ha tenido que abandonar muchas posiciones», confirmó por teléfono a Reuters el dirigente local, Idris Nassan, que definió el momento como «la mayor marcha atrás desde que entraron en Kobani y el comienzo de la cuenta atrás para su expulsión definitiva de la zona».

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha puesto condiciones a una intervención en Siria, una decisión que le metería de lleno en una guerra con uno de sus mayores enemigos, Bashar el-Asad. Antes de comprometer sus tropas, Erdogan pide a Washington crear una zona de exclusión aérea, asegurar un territorio en Siria al que puedan regresar los cientos de miles de refugiados y el apoyo a una oposición armada que pueda derribar al régimen de Damasco. Francia fue el primer miembro de la OTAN en respaldar la opción de la zona de exclusión aérea, una vieja aspiración de la oposición armada siria que nunca salió adelante y que, asegura ahora Washington.