Juan Manuel de Prada. :: R. C.
Sociedad

«El capitalismo es una estructura de pecado»

El novelista publica 'Morir bajo tu cielo', libro en el que recrea el sitio que sufrieron las tropas españolas hasta junio de 1899 por los filipinos Juan Manuel de Prada Escritor

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Juan Manuel de Prada ha encontrado inspiración en Filipinas, en cuya guerra de independencia los españoles demostraron un coraje que echa en falta en estos tiempos de incrédulos en el que sus compatriotas viven «anestesiados». 'Morir bajo tu cielo' (Espasa), la novela que acaba de publicar, recrea el asedio que sufrió un destacamento español en la iglesia de Baler por los insurrectos filipinos. El libro es un homenaje a los pobres que suplieron la ineptitud de sus gobernantes con sacrificio y valor. «El campo de batalla se libra hoy en el terreno económico», dice De Prada.

-Los españoles sienten una gran indiferencia por Filipinas.

-Es que el europeísmo ha sido una enfermedad lamentable que ha desvirtuado totalmente a los españoles. En el caso de Filipinas concurren otras cuestiones. Estados Unidos devastó el legado español y no sabemos nada de ese país, salvo cuando sufre un tsunami. Es dramático, sobre todo si se tiene en cuenta que es una tierra que ha sido española durante 300 años.

-Su novela es épica. ¿Hay espacio para el heroísmo en los tiempos actuales?

-Los españoles tienen la materia prima de la épica. En el heroísmo hay un componente de afirmación fuerte de aquellas cosas que se sienten como propias y por las que merece la pena luchar, pero también tiene algo de locura. Ahora, sin embargo, estamos europeizados, capados como eunucos, y ese componente de grandeza, de desmesura quijotesca ha sido adormecido y anestesiado. Pero eso tiene que resurgir, el español es lo que es.

-¿Es tan ominosa la Restauración como la pinta en su libro?

-Es una época penosa de la historia de España. La Restauración fue un apaño de las oligarquías políticas y económicas para, bajo una apariencia democrática, dejar fuera al pueblo. Liberales y conservadores se inventaron un sistema de alternancia que dejó fuera a todas las fuerzas obreras y a los carlistas, es decir, a casi toda España. Generó una corrupción brutal y un alejamiento del bien común. Es un periodo que tiene muchas similitudes con la Transición.

-¿Y cuáles son esas semejanzas?

-Hay un paralelismo evidente: en las dos épocas hubo un pacto de oligarquías, de orden político-económico, que se tradujo en el reparto del poder y el dinero, con la consiguiente exclusión del pueblo.

-Comenzó usted con un libro de título audaz, 'Coños'. ¿Se ha ido conservadurizando progresivamente?

-'Coños' era un juego ramoniano, un homenaje a Gómez de la Serna, quien escribió 'Senos'. No soy conservador, soy tradicional, y mi literatura siempre lo ha sido. Pero en mi obra siempre ha habido una radicalidad muy profunda.

Rajoy y Zapatero

-¿Y se considera un escritor antimoderno?

-Soy un antimoderno, en lo personal y lo intelectual. Descreo absolutamente de la modernidad y no digamos ya de las vanguardias, que son las escurrajas, el último vómito de la modernidad. Pero el ser antimoderno no significa en modo alguno ser conservador, que siempre mantiene lo que le dan. Ahí tenemos a Rajoy conservando las leyes de Zapatero. En el arte hay presupuestos estéticos que son eternos. Yo apuesto por recuperarlos y darles nueva vida.

-¿No se engolosina demasiado con las palabras?

-Si renuncio a ser barroco, me convierto en un pelele, en un falso escritor. Si Quevedo se hubiese empeñado en escribir como Cervantes, nos hubiésemos evitado ciertas procacidades y groserías, pero también habríamos quedado privados de todo lo bueno del primero.

-En sus últimos artículos se muestra usted muy anticapitalista.

-Siempre lo he sido. Para mí el capitalismo es una estructura de pecado, por utilizar un lenguaje religioso. El capitalismo, al igual que el comunismo, no es solo un sistema económico, es una antropología que te obliga a vivir de una determinada manera.

-Como católico, ¿con quién se queda si le dan a elegir entre Benedicto XVI y Francisco?

-Me identifico con el rigor doctrinal de Benedicto XVI frente a cierto confusionismo doctrinal de Francisco. Pero me identifico mucho más con Francisco en su inquietud social y en su preocupación ante las grandes cuestiones económicas.

-¿Y qué errores doctrinales atribuye a Francisco?

-En alguna entrevista ha dicho que el bien es aquello que a cada uno le dicta su conciencia, cuando la Iglesia católica lleva veinte siglos predicando que existe un orden moral objetivo. Eso es caer en el subjetivismo. También se ha introducido cierta confusión en la cuestión de la comunión de los divorciados.

-¿Qué piensa de Podemos?

-Podemos no hace sino recoger los frutos que han sembrado nuestras oligarquías. Lo malo es que no lo anima un propósito regeneracionista, sino revanchista. Es el problema que sacude a las sociedades que han perdido la fibra espiritual.