inmigración

El agosto que marcó otro precedente

El rescate de 1.300 personas crea una nueva comparativa para las estadísticas de inmigración

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La semana vivida pasará a formar parte de los grandes archivos de la comparación. Esas a las que se recurren para dar mayor relevancia a un hecho en sí. Los más de 1.300 inmigrantes que han llegado a Tarifa pasarán a ser parte de la estadística que mide la gravedad de un hecho. Ya no se hablará de la llegada masiva de 2010, la provincia de Cádiz ha abierto un nuevo precedente, el de agosto de 2014. No es para menos, en tan sólo dos días se ha rescatado a más personas que en lo que iba de año. Centenares de lanchas hinchables navegando por aguas del Estrecho se incorporarán a la retina colectiva como ya lo hicieron las de las pateras o los cayucos llegando a Canarias. Muchas son las interpretaciones que se pueden dar sobre este acontecimiento aunque diversas organizaciones y hasta el Gobierno Central, de forma tímida, han coincidido en señalar a Marruecos como el origen de esta oleada. «Sabemos lo que ha pasado pero no por qué», acierta a decir Helena Maleno de la red Caminando Fronteras. Esta investigadora en migraciones y residente desde hace varios años en Tánger, cuenta desde el otro lado del Estrecho que la razón por la que hayan salido centenares de lanchas «es porque así lo ha permitido la gendarmería marroquí». «Puede ser porque quieran dejar vacío Marruecos ante la alta concentración de inmigrantes que hay o que quieran presionar con alguna cuestión política, lo único que sabemos es que durante 48 horas dejaron de vigilar la costa».

Lo que en España era un rumor, en Marruecos era un secreto a voces. «Avisaron de que tenían 48 horas para salir al mar. Pasas por las casas y es como si una estampida las hubiera atravesado. Maletas hechas a última hora, manteles todavía puestos sobre la mesa, viviendas abandonadas de pronto...» Durante esas 48 horas, más de 1.300 inmigrantes fueron rescatados en aguas del Estrecho por un continuo ir y venir de embarcaciones de Salvamento Marítimo que evitaron que se produjera alguna tragedia. Pasado el tiempo establecido se cortó el grifo. «En cuanto pasaron los dos días, la policía marroquí volvió a interceptar las salidas y se acabaron las llegadas». Al final, cuenta Maleno, la sensación que queda en este lado de la frontera «es que Marruecos tiene la llave. Ellos abren o cierran la puerta cuando quieren». Es más, la pregunta que se hacen los que no tuvieron tiempo de partir es «cuándo habrá otra promoción, así han llamado a esto».

Efecto llamada

Desde las autoridades se ha apuntado al buen tiempo y al refuerzo de la valla de Ceuta y Melilla como uno de las principales causas del incremento del paso del Estrecho, opinión que no comparten desde la red Caminando Fronteras. «Más bien ha sido al revés, después de las 48 horas en el que centenares de embarcaciones partieron desde la costa de Marruecos se ha producido el efecto llamada, pero no antes. Los que salieron ya estaban aquí».

Se hace difícil no comparar la situación con lo vivido hace justo un año cuando hubo también una oleada de inmigrantes en la costa gaditana pero no de esta magnitud. «Aquello sí que fue una tragedia. Calculamos que perdimos a unas 60 personas». En cambio en este agosto de 2014 las aguas no se han teñido de negro. «Tenemos constancia de dos desapariciones, un hombre y una mujer, pero puede ser que se deba a que no se han puesto en contacto», explica Maleno. Y en gran parte se debe a «al dispositivo de emergencias y sus trabajadores, uno de los mejores de Europa».

Cuando las políticas «fracasan»

Desde la asociación Algeciras Acoge se ve esta semana como «un fracaso evidente de las políticas de inmigración», tanto de la Unión Europea como de Marruecos. Su presidente, Jesús Mancilla, apunta a que la raíz de este problema «está en los países de origen, no en la frontera», una opinión compartida desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Desde esta organización Amin Soussi afirma que «lo que único que vemos después de todo esto es que seguimos sin dar con la solución. Los medios que se emplean año tras año son los mismos y por tanto los resultados también. No se puede culpar siempre a las mafias de las oleadas de inmigrantes, sobre todo cuando el método ha cambiado tanto». De aquellas imágenes de centenares de personas cruzando en una patera se ha pasado a grupos de seis, siete u ocho apiñados en una pequeña balsa hinchable que compraron por 300 euros en el mercado negro. Pero algo sí ha cambiado, explica Soussi. Es la primera vez que el Gobierno marroquí ha dado explicaciones, pocas y tímidas, pero explicaciones. «Me ha llamado mucho la atención que el ministro del Interior de Marruecos admitiese que había habido algunas disfunciones. No especificó mucho pero el hecho de que se pronunciase demuestra que lo de estos días no ha sido casual».

Para las distintas organizaciones no gubernamentales el principal problema al que se enfrentan ahora es garantizar que se cumplan los derechos de estas personas. Desde Algeciras Acoge, Jesús Mancilla, denuncia la «vulnerabilidad» que tiene este colectivo. «Se da la circunstancia de que en Algeciras y Tarifa se carece de un turno específico de extranjería, algo que desvirtúa la atención. No es comprensible que Jerez lo tenga y que Algeciras o Tarifa, no». También muestran sus reticencias con la existencia de los Centros de Internamiento para Extranjeros, los llamados CIEs. «No son unos albergues. Allí se les priva de libertad y las condiciones son peores que la de cualquier prisión», insiste Mancilla. «Llevamos años pidiendo que se cierre el centro de Algeciras». Recuerda que donde hoy están internos los inmigrantes «era antes una prisión que se cerró porque no reunía las condiciones mínimas de seguridad y a pesar de eso se reabrió como CIE».

Pocos aventuran que pasará a partir de ahora. «El principal escollo al que se enfrentan las autoridades es saber el lugar de origen para poder repatriarlos y que el gobierno de su país lo reconozca». Mientras, aguardan el momento de poder seguir con su proceso migratorio y conseguir aquello por lo que apostaron su vida, el sueño de alcanzar algo mejor que lo que dejaron atrás.