CÁDIZ

El crimen de la muralla

Expertos en la materia opinan que la colocación de los bloques es «un disparate»Varios arquitectos opinan que la escollera artificial sólo tendría sentido si estuviera separada del lienzo y que no es una buena solución técnica

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Puede que haya sido la mejor opción. O puede que haya sido la peor. Quizá la culpa la tengan unos. O quizá la tengan otros. Habrá a quién le preocupe. Pero también habrá a quien no. Lo que está claro es que a pocos ha dejado indiferente la actuación de emergencia que la Demarcación de Costas de Andalucía-Atlántico ha llevado a cabo en los últimos días con la colocación de un «arrecife» formado por bloques de hormigón en uno de los lienzos de la muralla defensiva de Cádiz, a la altura del paseo de Santa Bárbara.

Costas, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento y todo el que se ha acordado en estos días que Cádiz es una ciudad amurallada, se han justificado por la actuación, han explicado por qué se ha tenido que realizar o ha recriminado a otros que la hayan ejecutado. Y mientras se decide si bloques se quedan, se los llevan o se sumergen, una voz fundamental que hay que escuchar es la de los expertos en urbanismo y patrimonio de la ciudad.

En el colectivo de arquitectos la opinión es unánime. La actuación ha sido «un disparate». Así la define uno de los mayores conocedores de la arquitectura de la ciudad, Juan José Jiménez Mata. Este profesional se muestra cauto reconociendo que no conoce el proyecto de protección y reparación de la muralla, pero tiene claro que «con la ley de Patrimonio Histórico Español no se puede hacer una cosa así».

Asegura que una actuación de este tipo sólo podría justificarse en caso de que existiera algún peligro para los ciudadanos; pero en este caso, dice, «no se puede hacer ni siquiera un socavón porque debajo está el aparcamiento de Santa Bárbara». Además, explica, que «la ley de patrimonio dice que este tipo de proyectos tienen que hacerse con un equipo multidisciplinar, y parece que los técnicos que han tomado la decisión no han tenido demasiado sensibilidad con la estética».

Pero más allá de esta actuación puntual en la muralla, Jiménez Mata pone el acento en que «en Cádiz hay mucho abandono respecto a las murallas y nadie se preocupa por ello. Ahora todo el mundo habla de los bloques porque en esta ciudad se funciona a empujones. Pero lo que hay que pedir es un plan general de protección y mantenimiento de las murallas».

Otro arquitecto gaditano como es José María Esteban, considera necesario que las autoridades pertinentes acometan las obras de reparación de la muralla a pesar del elevado gasto que requiere este proyecto. «Hay que acometer estas obras, y eso debe liderarlo quien representa a la ciudad, y no dejar que se haga lo mínimo con lo mínimo».

Esteban recuerda que a lo largo de los siglos los ministerios correspondientes se han hecho responsables de las reparaciones de las murallas de Cádiz cada vez que llegaba el verano, evitando los temporales. Pero el olvido del uso defensivo de los muros marítimos de la ciudad han derivado en una pérdida del interés por su mantenimiento. El arquitecto se queja del interés selectivo: «Parece que las murallas no se vieran. Como si la parte exterior no fuera nuestra. Como si la línea perteneciera al mar siendo nuestra».

Barata y mala

En la misma línea se pronuncia Julio Malo de Molina. Considera que la actuación es «barata y mala». «Es una solución muy pobre para una ciudad que se ha pasado la vida reparando sus murallas y construyendo nuevas defensas, que es lo que se tenía que haber hecho también ahora. Ya hace cincuenta años que se colocaron los bloques del Campo del Sur. Fue otro disparate, por mucho que ahora formen parte del paisaje urbano. La colocación de esta escollera artificial tendría sentido si se colocara separada de la muralla y provocara la rompiente antes de que el mar chocara con la muralla, pero poniendo los bloques pegados a la muralla no evita que el océano rompa con toda su fuerza contra el lienzo. Es un error técnico», dice.

Este arquitecto va más allá y asegura que, en caso de no optar por reparar las murallas de forma constante: «esta ciudad desaparecería en cien año si los gaditanos nos vamos de aquí». Lo mismo puede ocurrir si viviendo en la ciudad, no se cuidan sus defensas.