David Trimble. :: REUTERS
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Niegan que el IRA se beneficiara de una «amnistía encubierta»

David Trimble, Nobel de la paz por su mediación en el conflicto, comparece en Londres para aclarar el envío de cartas a los huidos

LONDRES. Actualizado: Guardar
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David Trimble, premio Nobel de la Paz por su participación en la firma del Acuerdo de Viernes Santo de 1998 y miembro de la Cámara de los Lores, ofreció ayer al Comité para Asuntos de Irlanda del Norte del Parlamento británico una paradoja en la polémica sobre las cartas que el Gobierno envió a miembros huidos del IRA: «Creían que había una anomalía cuando la había». En febrero, un exmiembro del IRA, John Downey, fue puesto en libertad por un juez porque, según el magistrado, tenía que hacer cumplir la promesa del Estado de que no iba a ser procesado por matar supuestamente a cuatro soldados con una bomba, en Londres, en 1982, al no haber datos que sostuvieran una imputación. Pero los ordenadores de la Policía sí contenían datos suficientes.

Downey regresó a Irlanda del Norte y vivió en libertad hasta que emprendió un viaje de vacaciones. Fue detenido en un aeropuerto de Londres en el que hizo escala. El jefe de la Policía norirlandesa, Matt Baggott, dijo hace una semana al comité que su caso es un error aparentemente único entre las 228 cartas que se enviaron y que ahora son revisadas.

Trimble, que fue profesor de Derecho, dijo al comité que «las cartas no dan ninguna ventaja procesal a los receptores, porque les dicen que en ese momento no hay posibilidad de imputarlos», y en el texto se advierte de que, si se encuentran nuevas pruebas, podrían ser procesados. Recordó que sería delito si se hubiese advertido a huidos imputables de ese riesgo. Pero el diputado Ian Paisley, hijo del predicador al que exmiembros de grupos lealistas culpan de incitar con su retórica flamígera el inicio de sus actividades criminales, acuñó durante el testimonio del jefe de la Policía, Matt Baggott, una frase memorable. «Me rompe el corazón», dijo, que se enviaran cartas a 95 huidos de los que hay datos insuficientes para la imputación que los asocian a 295 asesinatos.

Para Trimble, «hubiese causado indignación saber que se había creado tal línea de comunicación sólo para miembros del IRA», sin incluir a los lealistas. Él mismo, en una visita a Sudáfrica, conversó con un hombre de Shankill Road, bastión de los lealistas en Belfast, que le dijo que no pensaba volver y que no quiso decirle qué había hecho para vivir como fugitivo. El otro reproche de Trimble es que en ninguna de las múltiples reuniones que tuvo con el Ministerio para Irlanda del Norte o con el primer ministro, Tony Blair, le informaron de que ese 'esquema' existía. El asunto había sido tratado y el entonces líder unionista insistió en que debía respetarse la ley. Achacó la actitud del Gobierno a la petición de Gerry Adams de que el proceso fuese invisible.

Pero la paradoja central es, según Trimble, que no había ninguna anomalía en que los huidos pidieran individualmente información sobre si eran libres de regresar. La Policía buscaba en sus archivos, pasaba la información a la Fiscalía y, si la búsqueda desvelaba que no había datos para procesarlo, el Ministerio para Irlanda del Norte enviaba la carta.

«No es cierto que no tratásemos las cuestiones del pasado en el Acuerdo de Viernes Santo», se quejó. «Lo hicimos con la puesta en libertad bajo licencia». Ese mecanismo llevó a la liberación de los presos por terrorismo dos años después, con la condición de cumplir la pena que les quedaba si reincidían. «Ha funcionado bien», dijo Trimble. «Un número mínimo ha sido encarcelado de nuevo». Trimble ofreció una versión inédita para justificar el sigilo. «Gerry Adams y Martin McGuinness pudieron utilizarlo para mantener su control», dijo. Tener a los huidos pendientes de una gestión de los líderes habría facilitado la disciplina interna en el proceso de paz. Cuando algún huido se apartó de ella, no se le gestionó la carta.

Sirvió también para que el Gobierno de Blair siguiese creyendo que debía ayudar a Adams para mantener al IRA en el proceso de paz. «Dije al Gobierno que tras la firma del Acuerdo el Sinn Fein no podía apartarse», recordó Trimble.