CÁDIZ

El pregón del reencuentro y la huella

Pérez Godoy abre la puerta a la Semana Santa con un discurso muy personal

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Apenas una modesta cruz de madera sobre un montículo de flores decoraba el escenario y la luz necesaria para alumbrar al pregonero. No hizo falta más para que Juan Carlos Pérez Godoy imprimiera su huella en la comunidad cofrade. La misma sencillez que conserva desde niño, la de compartir mesa con cinco hermanos y ver el esfuerzo diario de sus padres, María y Manuel, para sacar la familia adelante.

No hubo apenas adornos en el escenario ni en sus palabras. Sin abusar del verso ni recurrir a la retórica rimbombante, el sacerdote salesiano anunciaba de la Semana Santa de Cádiz y arrancaba aplausos de los asistentes, entre ellos muchos vecinos de Burguillos, su pueblo natal, que entraban una hora antes del inicio por el puente Carranza para compartir con el pregonero tal honor.

Poco antes de que Pérez Godoy tomara la palabra, la banda de Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana interpretaba desde el foso del teatro tres marchas: 'Amarguras', del maestro Manuel Font y de Anta; 'Lágrimas', de Antonio José Cubiles y el estreno de 'La Semana de Pasión', del compositor cordobés Antonio Moreno Pozo, dedicada al Consejo de Hermandades y Cofradías de Cádiz. Con puntualidad se desarrollaba el acto cuando otro pregonero, el periodista Juan Manzorro, subió al escenario para presentar al que ayer cogió su testigo. Y como hiciera un año antes, tomó la palabra con la venia de doña María Godoy, madre del sacerdote, que se encontraba entre el público. A ella más que a nadie dijo lo que este salesiano significa para la ciudad que lo despide y una y otra vez y a la que siempre regresa.

«Me fui derramando lágrimas y he vuelto inesperadamente», arrancó al fin la voz del pregonero que jamás soñó con cantar las glorias de la Semana Santa. «Y cómo decir que no», confesaba ante un auditorio abarrotado, en el que estuvo presente la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, varios miembros de su equipo de Gobierno y el obispo, Rafael Zornoza, que fue el encargado de dirigir el Ángelus.

Pérez Godoy supo salvar cualquier carencia con una oratoria impecable y un mensaje directo en el que tuvo muy presente a la casa salesiana que en estos días está de Capítulo en Roma, y es allí donde le ha tocado prepararse. «He escogido un signo para expresar esta preparación del pregón, la medalla de mi padre que hoy me he colocado sobre el pecho», dijo. Un símbolo de todas las experiencias vividas desde pequeño, la herencia de la fe y el amor al Señor y a su Madre. «Cuando la mellada es de tu padre, es mucho más y si falta es que no estamos preparados».

La voluntad cofrade

El pregonero enciende el aplauso y se hace el silencio de nuevo. Ahora mira a ese otro padre, a Jesús Despojado cuando llegó por primera vez a la casa salesiana de Cádiz. «Me cautivó su mirada de amor y misericordia que Romero Zafra ha sabido esculpir como guiado por la mano de Dios». La hermandad que lo ha tenido como guía espiritual fue punto de partida de ese sentimiento encendido durante la semana grande. Aquella primera salida procesional en la que no pudo ocultar la emoción venía ayer a su memoria, la misma emoción que comparten los hermanos de cada cofradía cuando ven sus imágenes en la calle. Para cada uno de ellos tuvo cariñosas impresiones, por el esfuerzo de incorporar cada año novedades y mantener viva esa tradición.

No se mordió la lengua Pérez Godoy al hablar de la responsabilidad de los cofrades, a los que llamó a la unidad. «No más denuncias ni más corporaciones en los juzgados», dijo, porque estos comportamientos «escandalizan a quienes desde fuera nos contemplan, pues mostrados el mensaje contrario». Reivindicó el papel de los directores espirituales, que deben servir como catalizadores para armonizar y conciliar posturas.

Y esos mismos jóvenes, a los que ha dedicado este pregón, los invitó a defender en alto sus creencias: «Si somos verdaderos cofrades hagamos de nuestra fiesta mayor un momento importante para anunciar la fe». Los invitó a denunciar el hedonismo a hacer boicot a la telebasura, las drogas, al sexo fácil. «Si es necesario, sal a la calle con pancartas y pegatinas con un letrero que diga 'soy cristiano y no me avergüenzo'».

Las tradiciones cofrades también tuvieron espacio, una herencia a la que no hay que renunciar, anunció el pregonero, «la carga, la manigueta, la horquilla, son signos de distinción que se han de respetar. Pero en estos tiempos que corren hay también otros acentos» y es necesario conjugarlo con la renovación.

Toda una lección de vida. El presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías de Cádiz, Martín José García, consideró este pregón «una tesis doctoral», un ejemplo de sencillez que ha llegado a toda la comunidad cofrade.