opinión

¡Cómo está el servicio!

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En este día mágico, en el que nos acostaremos pronto para esperar la llegada de los Reyes Magos, vamos a ver si todavía estamos a tiempo para pedir un último regalo para esta ciudad, y, por extensión, para toda la provincia. Un último regalo que, de sernos concedido, nos ayudará mucho a todos. Y ese presente no es otro que una mejora en el servicio que recibimos todos cuando vamos a cualquier local de hostelería. Desde el café mañanero, a una tapa al mediodía, a comer o a cenar. El servicio que nos brindan en la mayoría de bares y restaurantes de Cádiz es pésimo tirando a lamentable. Obviamente generalizar es injusto, pero es que la mala educación de camareros y resto de personal es generalizado.

Las caras de enfado, las respuestas altivas... son moneda común con la que nos pagan cuando lo único que queremos es tomarnos un piscolabis tranquilamente. O la otra versión, la de la tierra de la gracia y el arte a rabiar: los camareros graciosillos que te tratan como si fueras idiota. Uno puede llegar a entender que en estos tiempos que corren el personal estará sobreexplotado, trabajando muchas horas por un sueldo probablemente escaso. Pero ese es un problema que deberán arreglar ellos con sus respectivos jefes, no pagarlo con el cliente, que al fin y al cabo es quien hará viable que su negocio siga abierto o no. Además, por supuesto, tampoco estaría de más que considerasen que cuando el cliente tarda demasiado en decidir qué va a tomar, o hay niños, o no gusta un plato, él, ese cliente, también ha trabajado muchas horas para poder ir luego a su bar a recibir un trato como mínimo educado.

Quizá sea un servidor, que empieza a estar mayor y ha tenido alguna mala experiencia últimamente, pero creo que esta opinión es generalizada. El servicio en Cádiz está fatal y eso es una desgracia para nosotros. No ya sólo por el rato desagradable que podamos pasar de manera absolutamente innecesaria. Sobre todo, porque somos una ciudad, una Bahía, una provincia, que pretende vivir del sector servicios. Y el servicio que damos a los que nos visitan es de pena. Con lo cual muchos de ellos no volverán. Los ahuyentaremos. Por eso, sea en las escuelas de hostelería o en sus puñeteras casas, los camareros de Cádiz están obligados a aprender educación, porque eso no se lo van a traer los Reyes esta noche. Por desgracia.