Los doce estudiantes receptores de las becas Alumni posan con el certificado junto a los becados del año anterior. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
Sociedad

Cadena de favores para estudiar

La Universidad Carlos III concede una docena de becas financiadas en parte por antiguos estudiantes y profesores

MADRID. Actualizado: Guardar
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Carolina, Amy y Adriaan saludan, algo apabullados, a todos los que les felicitan mientras se dejan fotografiar. Son tres de los estudiantes beneficiados por las becas Alumni, concedidas por la Universidad Carlos III a estudiantes con excelente expediente y bajos recursos. Sin embargo, los tres agraciados son conscientes de que deben parte de esta ayuda a la generosidad de antiguos alumnos y profesores de dicha universidad. Personas como Guillermina, que terminó sus estudios de Derecho en la Carlos III hace más de una década y que, tras recibir un correo de la asociación de ex alumnos informándole de tan pionera iniciativa, no lo dudó. «Me pareció una magnífica idea», asegura. No fue la única. Hasta 98 antiguos estudiantes del centro se sumaron a la segunda edición de estas becas en la que también participan 16 docentes y personal de administración, además de nueve empresas o fundaciones. Su contribución ha hecho posible conceder doce becas de 3.000 euros para cada año de carrera.

La crisis y los recortes en becas obligan a las universidades a buscar nuevas y originales fórmulas para captar a estudiantes más allá de los límites de su provincia o comunidad autónoma. La desaparición de las becas de movilidad o la cuarentena de las Séneca -que fomentan el intercambio de estudiantes entre universidades españolas- han supuesto una seria barrera para el desplazamiento de miles de jóvenes. Para tratar de paliar en parte este problema la Carlos III puso en marcha el año pasado las becas Alumni. El objetivo es facilitar que estudiantes de fuera de Madrid con buen expediente académico y pocos recursos puedan realizar su estudios en dicha universidad.

«Nos dimos cuenta que había estudiantes de otras comunidades que querían optar a nuestra universidad pero que no podían desplazarse», explica María Luisa González vicerrectora de estudiantes. Entonces se les ocurrió crear un fondo de ayuda a cargo de antiguos alumnos con el que financiar becas de futuros estudiantes. Sin embargo, no es un requisito tener o haber tenido relación con la universidad. La iniciativa está abierta a la contribución de cualquier persona.

Una de las singularidades de esta ayuda tiene que ver con el compromiso de los becados de devolver la mitad del dinero cinco años después de acabar la carrera (aunque el plazo se extiende hasta diez años) para reinvertirlo en nuevas becas en una especie de cadena de favores. González insistió en que no se trata de ningún préstamo, ya que no existen intereses ni obligación legal de devolverlo. «Es un compromiso moral, no jurídico». Sin embargo, están convencidos de que la mayor parte de los becados cumplirá ese acuerdo.

«Vivir fuera de Madrid supone un gasto y los 3.000 euros ayudan un montón a poder seguir con los estudios», explica Amy Louise Paterson. Esta estudiante de origen británico obtuvo una nota de 12,79 sobre 14 en Selectividad. Residente en Almería, quería completar sus estudios superiores en Madrid, donde puede a conocer a más gente y tener más oportunidades. Asegura que, sin beca de movilidad, esta ayuda es indispensable para ella porque sus padres no tienen capacidad para costearle la estancia. Algo similar le ocurre a Carolina Rodríguez, que cursa primero de Derecho y Economía. Con un 9,85 de media en el Bachillerato este año se quedó sin la beca de excelencia por un aumento de los requisitos.

Otro de los beneficiados, Adriaan Sonneveld, estudia Derecho y Administración de Empresas. Su nombre denota su ascendencia holandesa. Su media en Bachillerato era de 9,88, pero este año, a diferencia del anterior, se quedó sin beca de excelencia y la ayuda del Ministerio no incluye la movilidad. Reconoce que la Beca Alumni le da seguridad para poder afrontar con tranquilidad el pago del alquiler. Todos ellos, para seguir manteniendo las becas deben mantener unos mínimos resultados académicos. Además, los benefactores les hacen un seguimiento. «La universidad nos informa puntualmente del grado de desarrollo y merecimiento del alumno», explica Fernando Moroy, director de relaciones institucionales de la Caixa en Madrid. Son una de las empresas que colaboran en el proyecto. «Somos una institución que tenemos en el ADN nuestra vocación social», asegura Moroy, quien se muestra encantado con colaborar en una iniciativa que premia el «merecimiento» y el «esfuerzo».

Sin embargo, este sistema de mecenazgo entronca con la polémica idea de la presidenta del a CRUE, Adelaida de la Calle, de apadrinar estudiantes. «Lo óptimo sería que el Estado lo cubriese», explica la vicerrectora de la Carlos III. Sin embargo, asegura que si el Gobierno no lo hace «no podemos quedarnos parados». «Es nuestra responsabilidad ponernos manos a la obra y conseguir nuestra financiación».