Félix Grande, director del curso 'Memoria y celebración del flamenco', junto a otros participantes del encuentro en Santander. :: ALBERTO AJA
Sociedad

«El flamenco es la canción protesta más importante de la historia desde el principio»

El poeta Félix Grande recuerda que, durante mucho tiempo, los intelectuales defendían que este arte era la causa «de todos los males»

SANTANDER. Actualizado: Guardar
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En principio parece casi una contradicción. Dedicar un curso a un arte que se explica por sí mismo y que «resulta imposible intelectualizar». Porque el flamenco «se vive a través de las actuaciones», sin que exista la necesidad de recurrir a la retórica. Por eso, lo que estos días están haciendo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) personalidades como el poeta Félix Grande es solo un intento de dar un perfil teórico a algo que se define con el sentimiento, un arte capaz de describir algo tan complejo como los celos en 24 sílabas, cuando a Bécquer «le hicieron falta un centenar».

O mejor dicho, en los sentimientos, en plural. Los de aquellos que desde su origen sintieron en sus carnes el hambre, la persecución, el desprecio y el miedo. «Sobre todo el miedo», subraya Grande. La respuesta instantánea a este horror no fue la parálisis sino la fuerza para «mirar de frente a las emociones más trágicas». Ellos, los flamencos -sobre todo gitanos- fueron los primeros que comenzaron a difundir esta música sin tener la conciencia de lo que estaban haciendo.

Eran analfabetos y, a pesar de ello, gozaban de una virtud imprescindible para crear «uno de los lenguajes más emocionantes de la historia del arte: la genialidad». Posiblemente es eso lo que, a juicio del Premio Nacional de Poesía de 1978, ha convertido a esta combinación de canción y baile en una de las principales formas de representación artística, «es la canción protesta más poderosa, irrompible y duradera». Un arte que es patrimonio inmaterial de la humanidad y que «despunta por su altura» respecto al resto de expresiones artísticas. Por eso ahora Félix Grande no puede imaginarse un mundo sin Paco de Lucía o Antonio Chacón.

«Musical social»

Ni sin Pepe Menese o Enrique Morente. Forman todos parte de una generación que tomó el testigo de los precursores que en la primera mitad del siglo XIX crearon «la mejor música social». Auténticas canciones protesta de los flamencos originarios sin afiliación o militancia, aunque sí con una fuerte sensación de inferioridad. «No se podía pedir a aquellos gitanos que tuvieran carné además de coraje y genialidad». Pero sí a los que empezaban a subir a los escenarios durante la década de los 60. La nueva hornada que se percató de la lectura social y política hacía flamenco mientras corría delante de los grises antes de ser metidos en los calabozos.

Mientras cantaban por soleá una copla que decía «Señor que vas a caballo/ y no das los buenos días/ si el caballo cojeara/ otro gallo cantaría», aprendían que los animales que cabalgaban los nacionales se abrían de piernas si tiraban al suelo bolas de cristal. «Así daba tiempo a salir corriendo». Esto demuestra que, desde dentro, el flamenco se dio cuenta de que, además de «hermoso, verdadero e imprevisible, también tenía un mensaje». También se vio desde fuera. Félix Grande reconoce la labor de personas como José Manuel Caballero Bonald -el flamencólogo afirma que ya solo por eso merece el Premio Cervantes que ha recibido este mismo año-, que contribuyó a implantar en este arte una lectura política. Vio en sus coplas algo más que «una celebración racial» y una exaltación de las emociones. Así la sociedad, los medios de comunicación y el mundo intelectual se quitaron los complejos y se acercaron de forma definitiva a este mundo.

Pero no siempre fue así. Hasta el cambio de rumbo que se produjo con la mentalidad de los miembros de la Generación del 27 -incluso algunas figuras anteriores como las de los hermanos Machado-, los eruditos despreciaban al flamenco, cuando no le echaban la culpa de todos los males de la sociedad. «A veces los intelectuales se ponen gilipollas cuando hablan de algo que no saben y dicen cosas como que el flamenco reblandece el tuétano de la patria», apunta Grande.

A Federico (por Lorca), le sube a un altar especial. «Fue quien escribió alguna de las cosas más impresionantes sin ser especialista en flamenco» ni tener un conocimiento especialmente profundo. Pero sí era especialista en el dolor, el sufrimiento... Todos estos sentimientos son «materia prima» del flamenco. Por eso lo olfateó, lo analizó y lo transmitió como pocos. Algo parecido hace el propio Félix Grande con sus más de 2.000 páginas escritas sobre divulgación flamenca con las que intenta devolver a esta expresión artística todo lo que le ha dado. «Ya quisiera yo hacer poesía como la que hace el flamenco».