Sor Teresita, junto a dos compañeras del monasterio de Buenafuente del Sistal (Guadalajara). :: IGNACIO GIL
Sociedad

Adiós a una vida de rezos intramuros

Fallece sor Teresita, la monja española de 105 años que en casi nueve décadas solo salió del convento para conocer a Benedicto XVI

MADRID. Actualizado: Guardar
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Un 16 de abril de 1927, Valeriana Barajuen recorrió en coche junto a otras dos jóvenes los 130 kilómetros que separaban Madrid de Sigüenza con la emoción de responder a la llamada de Dios. Después de dos días de viaje, pues la víspera se habían desplazado de Vitoria a la capital, iban a dar el paso más importante de sus vidas. Cuando Valeriana, de 19 años, cruzó las puertas de convento cirtesciense de Buenafuente del Sistal para tomar los hábitos bajo el nombre de sor Teresita difícilmente podía imaginar que permanecería tras sus muros durante 86 años ininterrumpidos, lo que la ha convertido en la monja con más años de clausura en el mundo. En este tiempo ha visto ocupar la silla de Pedro a diez papas distintos, desde Pío X hasta Francisco, pasando por el carismático Juan XXIII. Tras más de ocho décadas de recogimiento, la religiosa falleció la pasada noche a los 105 años.

Sor Teresita nació en Foronda (Álava). Era la mayor de siete hermanos de una familia de labradores. Fue la religiosidad de su padre -un hombre que rezaba diariamente el rosario- la que determinaría su vocación, al igual que la de una de sus hermanas, con quien compartió clausura hasta que esta última falleció en 2001. El mismo día en que sor Teresita se entregaba a la oración, nacía en Alemania Joseph Ratzinger, a quien la religiosa llegó a conocer siendo ya Papa. Mucho ha cambiado el mundo desde que la religiosa se recluyó en el convento. La monja vivó el drama de la Guerra Civil, las penurias económicas de los años posteriores y la responsabilidad de dirigir el convento como abad durante dos décadas. A pesar de la edad, sor Teresita mantuvo la lucidez hasta el final, según confiesan alguna de sus compañeras de oración. Así, todavía recordaba vivamente cómo tuvieron que abandonar el monasterio durante la guerra por el peligro a ser atacados al quedar en medio del frente. O las dificultades durante sus años de abadesa entre 1951 y 1972, donde tuvo que afrontar graves problemas de liquidez. «Llegó un momento en que nos íbamos o moríamos de hambre», llegó a explicar en una entrevista concedida hace un par de años. Pero en esa desesperación demostró su ingenio al abrir en el convento una casa de oración. Desde entonces cada año acuden al monasterio cientos de personas para participar en retiros espirituales y jornadas de meditación.

En coche 40 años después

A pesar de los años de clausura no pareció añorar nada más allá de los muros del convento. De hecho, solo rompió su aislamiento un día para acudir a una audiencia con Benedicto XVI. Fue el 20 de agosto de 2011, durante la visita de Ratzinger a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Según relata Jesús García, que recogió el testimonio de la anciana junto con el de otras nueve monjas en el libro '¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?', sor Teresita volvió a montar en coche 40 años después y quedó sorprendida por su comodidad.

El hoy Papa Emérito quedó impresionado al conocer la historia de la religiosa alavesa y quiso conocerla. Pero este encuentro tenía algo más de especial para ambos por la coincidencia en la fecha entre el ingreso de Teresita y el nacimiento de Pontífice.

Durante su conversación, la monja regaló a Benedicto XVI un rosario blanco y un ejemplar dedicado del libro de García, y el Papa Emérito destacó que «la monja tiene una mente tan lúcida y una capacidad de comprensión tal que se mantuvo serena en todo momento». Desde aquel encuentro sor Teresita empezó a recibir a gente de todo el país que quería visitarla. Una circunstancia que se tomaba con paciencia y buen humor. «Me hecho famosa», asegura García que afirmaba.

Y es que la avanzada edad no restó ilusión a la religiosa, que participaba en todo momento -dentro de sus posibilidades- de la vida del convento. Hasta los 90 años ayudó en la cocina con su famosa tortilla, donde según decía «la Virgen da el sabor y San José la vuelta». Tampoco se vio mermada su lucidez. Cuando todo el convento estaba revolucionado al conocer la renuncia de Benedicto XVI, sor Teresita dio muestras de su templanza. «Si no puede seguir adelante, ha hecho bien. Yo seguiré rezando por él», aseguró la religiosa con absoluta tranquilidad. Sor Teresita será enterrada en el cementerio del propio monasterio, aquel al que dedicó su vida.