Sociedad

Tsunamis, zen y realismo mágico

Monja budista, cineasta y narradora, Ruth Ozeki novela sobre el efecto mariposa«Personajes, autores y lectores nos recreamos», asegura la escritora norteamericana, formada a caballo entre la cultura japonesa y anglosajona

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Es una alegoría sobre el poder de la creación. Celebra su capacidad para conectar a gentes de mundos muy diferentes». Así resume Ruth Ozeki (New Haven, Connecticut, 1956) 'El efecto de aleteo de una mariposa en Japón' (Planeta). Es la tercera novela de esta singular narradora, formada a caballo entre las culturas nipona y anglosajona. Antes de dedicarse a la literatura fue responsable artística en películas de terror de serie B, dirigió algunas cintas independientes y producciones para la tele. Ordenada monja budista, trata de dilucidar ahora si de veras «el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo» mediante un atractivo cóctel de filosofía zen, física cuántica, tsunamis y realismo mágico.

Ozeki vive hoy entre Vancouver y San Francisco. En Canadá tiene su refugio y en California profundiza en la filosofía y la meditación zen. En su novela lleva al terreno de la conexión emocional el efecto mariposa, acuñado por el meteorólogo y matemático Edward Lorenz, y que siguiendo el proverbio chino, asegura que «el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo o provocar un tsunami».

Ha escrito Ozeki una sugestiva fábula sobre el espacio, el tiempo y la búsqueda del yo. Celebra el poder de la literatura para conectar «profunda e íntimamente» a desconocidos de mundos dispares. En este caso la adolescente Nao, de vuelta en Japón tras vivir su infancia en El Dorado californiano de la tecnología, y Ruth, evidente trasunto de la escritora que encuentra en una playa las cartas y diarios de la joven japonesa que han cruzado el Pacífico en un tartera, como tantos restos del tsunami que asoló Japón.

«La voz de Nao se coló en mi mente. Fue como si el mar la pusiera en mi imaginación, y tratara de entender su destino», dice Ozeki. «¿Qué ocurre cuando un novelista comienza a oír una voz? ¿Cómo esa voz acaba conectando a los personajes con el lector, y viceversa?», se pregunta. «Los escritores creamos personajes, pero son los personajes y los lectores quienes crean a los escritores, de modo que todos somos seres-tiempo y nos recreamos», se responde Ozeki, que combina zen, tradiciones japonesas, y física cuántica para armar esta fábula en la que la rabia adolescente se confronta con el inquietante gato de Schrödinger.

Un «ser-tiempo» es una formulación acuñada hace casi un milenio por un sabio monje nipón y que explica la vinculación intima de los humanos que comparten era. «Estamos muy vinculados en el tiempo; todo somos 'seres-tiempo'. En el zen lo que consideramos tiempo es ser, y lo que consideramos ser es tiempo», explica la paradójica esencia de una novela reescrita «cuatro o cinco veces» y en la que «el humor se alterna con la tragedia, como en la vida».

Esta conexión, acentuada en la era de la globalización, palpita en la novela titulada en inglés 'A tale for the time being» (Un cuento para el ser-tiempo) y que «quiere instruir al lector para contemplar la membrana que separa lo real de la ficción, el yo de las circunstancias, el pasado del presente». «La interactividad entre el tiempo y el espacio está en el alma de la novela», insiste. Se refleja en los tormentos de la adolescente que sufre acoso escolar, en un kamikaze de la II Guerra Mundial ante su mortífera y suicida misión o en las consecuencias del tsunami que arrasó las costas de Japón en 2011.

Ozeki, como el personaje de Nao, conoció y padeció acoso escolar y vive a caballo entre dos culturas. «Puede ser enriquecedor y desquiciante, un regalo a pesar de los conflictos», dice. «No seré nunca cien por cien japonesa ni americana, pero como escritora es un activo», reconoce. «No quiero que me arrastre la corriente dominante. Si estás al margen y miras desde un punto excéntrico, ves todo mejor y más claro», asegura.

Jiko, centenaria monja budista japonesa, casi ciega y bisabuela de Nao, es el tercer vértice del triángulo narrativo de Ozeki. «Es el único adulto en quien confía Nao; puede ver más allá y por encima de la superficie, llegar al corazón de las cosas, como los personajes del realismo mágico del que participa la novela», sostiene Ozeki. La monja zen es una mujer radicalmente alejada de la idea occidental. «Muchas han tenido vidas plenas anteriores a su ordenamiento. Son madres, o mujeres, muy activas políticamente que se afeitan la cabeza, se retiran a un monasterios y llevan un vida de meditación y recogimiento. Yo soy sacerdotisa zen pero no enclaustrada en un monasterio como Jiko. Estoy en el mundo y profundizo en el zen en visitas a los monasterios», explica.