La escritora Annabel Pitcher, durante la presentación de su libro, ayer, en Madrid. :: JUAN M. ESPINOSA / EFE
Sociedad

Cartas al corredor de la muerte

La joven autora Annabel Pitcher basa su novela 'Nubes de kétchup' en la relación epistolar que mantuvo con un reo a la espera de ser ajusticiado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una monja involucrada en las campañas de Amnistía Internacional (AI) contra la pena de muerte invitó a Annabel Pitcher (Yorkshire, 1982) a cartearse con un convicto encarcelado por asesinato. Ella era una inquieta estudiante que aún no soñaba con convertirse en escritora, pero de aquel epistolario ha surgido su segunda novela, 'Nubes de kétchup' (Alevosía). Es una radiografía de la culpa que contrapone el punto de vista de Zoe, una cría de 15 años que se hace pasar por mayor de edad, con el de Stuart Harris, un condenado del corredor de la muerte qua aguarda la ejecución en una penitenciaría de Texas. La pequeña ha hecho algo terrible que ha quedado impune y mientras aguarda el castigo intercambia sensaciones y reflexiones sobre la culpabilidad y sus consecuencias con el reo en un relato tierno, osado y salpimentado con buen humor que quizá proporcione a su autora un éxito semejante al de 'Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea'.

De esa desdramatizadora visión del dolor de las víctimas del terrorismo Pitcher ha vendido cientos de miles de copias en una veintena de países. Retoma ahora algunas claves de aquella fresca y conmovedora narración que fue fruto, en parte, de la casualidad y nació de las deslavazadas notas en torno a dolor y la venganza que tomó en un viaje alrededor del mundo.

«Espero que toque la sensibilidad de todo tipo de lectores», dice Pitcher, que se ha convertido en todo un fenómeno literario entre los jóvenes. Explica que con esta narración se propuso «explorar el amor y la culpa a través de unos personajes que afrontan la muerte de alguien querido o de un acto que marcara para siempre sus vidas». La base emocional está en su propio intercambio de cartas con aquel preso «que había matado a un policía sin premeditación y al que quise ofrecer una vía de escape». Una relación que «horrorizó» a la muy religiosa madre de la escritora pero que para ella fue «enriquecedora».

«Mi adolescencia estuvo marcada por el miedo a hacer algo que lastrara el resto de mi vida, de modo que un terapeuta diría que este libro es en alguna manera liberador», ironiza la autora, que ha viajado a España para promocionar su segunda obra. El título del libro se refiere a una escena en la que la hermana pequeña de la protagonista embadurna de kétchup un plato de puré de patatas. Su madre le conmina a que deje de hace cochinadas y se abstenga de ' condecorar' el plato con pegotes de salsa roja que la cría convierte «poéticamente en nubes de kétchup».