El jesuita se encarga de predicar los cultos de la cofradía a las 20.00 horas en Santa Cruz. :: FRANCIS JIMÉNEZ
Pedro Miguel Lamet | Sacerdote jesuita y periodista

«Necesitamos un Papa con los pobres y que nos dé alegría»

El gaditano regresa a su ciudad para predicar los cultos de El Perdón en una Cuaresma marcada por la marcha de Benedicto XVI

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Pedro Miguel Lamet (Cádiz, 1941) transmite alegría y vitalidad. Quizás, en su visión del mundo tenga algo que ver que nació «rodeado de mar». Un horizonte al que este sacerdote jesuita, periodista, novelista y poeta regresa desde Madrid para predicar los cultos de El Perdón que comenzaron ayer y que durarán hasta el domingo.

-Predica unos cultos en su tierra, ¿qué opinión le merece esta forma que tiene el sur de vivir su religiosidad?

-Es como una catequesis viviente y aunque sea un poco superficial, en realidad va calando como una lluvia mansa. Al final hay un poso de religiosidad en Andalucía que yo no encuentro en otras regiones donde la secularización ha calado más. Porque aquí queda algo de ese aspecto luminoso, misterioso, en la vida cotidiana de la gente, a través de esa religiosidad. Tiene un valor que debe aprovecharse y desarrollarse a través de una formación y cultura religiosa.

-La renuncia del Papa ha marcado la Cuaresma, ¿qué versión apuesta por creer sobre los motivos de su renuncia?

-Es una suma de elementos. Por un lado está la edad que pesa y la enfermedad que va unida a la edad. Por otra, el peso de la Cruz que lleva: la pederastia, que ha afrontado valientemente, y los 'vatileaks' o las corruptelas del Vaticano que él ya no se siente con fuerzas de arremeter porque es un tema muy grave. Eso se une al hecho de que es un hombre de gabinete que heredaba una situación muy compleja porque Juan Pablo II, al ser tan pastoral, se dedicaba mucho a viajar y a vivir hacia afuera y no podía atender del todo la reforma de la curia. Esa reforma que él pretendía y que parece que no se ha sentido con fuerzas por el hecho de ser un hombre tímido e intelectual. Así como Juan Pablo II era un hombre muy hacia fuera, este era muy hacia dentro.

-¿Sentará precedente?

-Dependerá del Papa que venga detrás pero tendría que ser muy desnaturalizado para, en una situación de gran vejez, no seguir esa línea. Es muy oportuna para una época en la que la longevidad ha aumentado de forma llamativa.

-¿Qué perfil de Sumo Pontífice necesita actualmente la Iglesia?

-Necesita un hombre que no esté de espaldas al mundo, que abandone los castillos de invierno, con una actitud defensiva frente al mundo y que baje a la calle a hablar con la gente. Básicamente, dialogar con los grandes desafíos intelectuales del mundo de hoy. Luego debe ser un hombre de Dios. Con santidad entendida como despertar interior. Hace falta que sea un hombre muy universal y que tenga en cuenta el Tercer Mundo, aunque no sea de allí. Lo que más me gustaría es que el próximo Papa estuviera tan inquieto y preocupado por la parte del mundo que no cuenta, el hambre y la injusticia, que al final le pudieran llamar el 'Papa de los pobres'. Además, necesitamos en este momento alguien que nos dé alegría, felicidad y esperanza. Cuando ves un telediario te quedas mal, es un cúmulo de noticias negativas.

-Como periodista, ¿ha aprendido la Iglesia a vender su mensaje y sus acciones en los tiempos actuales?

-Está retrocediendo. Me explico. Recuerdo los tiempos en los que yo entrevistaba al cardenal Tarancón, al Padre Arrupe; eran entrevistados que te daban titulares. Ahora intenta poner una alcachofa delante de un obispo, le tienen pavor. Hay miedo a los medios que es verdad que a veces es justificado. Estamos en una época en la que la sumisión vale más que la libertad. Los obispos y los clérigos tienen tanto miedo a que no parezcan obedientes y sumisos que realmente no hablan. Creo que el mensaje de Jesús se debe aprovechar. Añado más. Tampoco debemos convertirnos en informadores de lo eclesiástico. Debemos ser informadores de Jesús.

-¿Cómo le sienta esta visita a su tierra?

-Me siento muy gaditano, aunque esté como 'gaditanos por el mundo'. Me siento muy en casa y una de las cosas que más me curan en este mundo es no haber perdido la guasa gaditana, porque el mundo está muy serio y no te digo nada la Iglesia (risas). Hay tal tensión y seriedad en la Iglesia que hace falta un gramo de locura y cachondeo.