Sociedad

Celestino V, único precedente de renuncia voluntaria de un Papa

Este monje benedictino de finales del siglo XIII abdicó tras cinco meses de pontificado y terminó sus días encarcelado por su sucesor

MADRID. Actualizado: Guardar
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La renuncia de Benedicto XVI es un hecho excepcional, pero no único en la historia de la Iglesia. A pesar de que al menos hasta cinco Papas han dejado su cargo -la mayoría depuestos como Benedicto XI o Gregorio XII- solo un caso se parece al de Joseph Ratzinger por haber abandonado el pontificado de manera voluntaria: Celestino V en 1294. Este Pontífice decidió abandonar tras ejercer durante tan solo cinco meses su ministerio para volver a una vida de oración. Sin embargo, acabó sus días encarcelado por orden de su sucesor.

Celestino V, cuyo nombre real era Pietro Angeleri di Murrone, no estaba llamado a dirigir los designios de los millones de católicos. Era un monje benedictino más preocupado por la oración y el retiro espiritual que por el mundo de intrigas y luchas de poder del seno de la Iglesia. Enseguida abrazó la vida asceta y espiritual retirándose a una cueva del monte Murrone, de donde tomó el nombre. Allí permaneció cinco años como un eremita dedicado a los rezos y las plegarias. Esta vida casi mística le generó una aureola de santidad entre muchos fieles. Murrone intentaba permanecer ajeno a estos movimientos. Sin embargo, el destino (o el Espíritu Santo) le tenía encomendada otra misión más elevada.

En abril de 1292 falleció el Pontífice Nicolás IV y los once cardenales electores se reunieron en cónclave para elegir un sucesor que ocupara la silla de Pedro. Sin embargo, las deliberaciones se prolongaron en exceso durante dos años y tres meses. Finalmente, en julio de 1294 los purpurados eligieron a Pietro Angeleri como candidato de consenso. Le comunicaron la decisión en la cueva de Murrone, donde Angeleri continuaba con su vida espiritual. Parece ser, que el monje se mostró reacio a aceptar liderar la Iglesia católica, pero los cardenales le convencieron. De esta forma, comenzó el breve papado de Celestino V.

Sin embargo, el nuevo Pontífice no abandonó su carácter asceta y mandó construir una celda en Roma para retirarse a rezar. Este comportamiento alejado de la administración diaria de la Iglesia fomentó la lucha de poder entre las distintas facciones de la Curia romana ante la dejación del Pontífice. A los cinco meses de su ministerio, un envejecido y cansado Papa sorprendió a todos con su renuncia voluntaria. Era la primera vez que ocurría algo así.

Tras la abdicación, Celestino V volvió como un monje más a su gruta de la colina. Pero su sucesor, Bonifacio VIII, desconfiaba de un Celestino V cada vez más admirado por una parte de los fieles. Ante el miedo a un cisma, Bonifacio VIII decidió detener a su predecesor y encerrarle en una torre del castillo de Fumone, donde Celestino V falleció en 1296.