El Rey, García-Margallo y la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, junto a responsables de grandes empresas españolas, en Brasilia. :: EFE
ESPAÑA

Exteriores pone su maquinaria al servicio de la reactivación económica

El Gobierno supedita su política internacional a la búsqueda de negocio e inversiones en el extranjero

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La crisis lo supedita todo a la economía. Incluidas las relaciones internacionales. Mariano Rajoy llegó hace un año a la Moncloa con una idea fija: convertir la diplomacia internacional en un vehículo a través del cual favorecer la llegada de inversiones desde el extranjero y la consecución de contratos en terceros países.

Allá donde viajan el jefe del Ejecutivo o su ministro José Manuel García-Margallo llevan bajo el brazo el 'catálogo' de la excelencia de las empresas españolas, deseosas de hallar en el exterior el mercado que se les ha cerrado de fronteras para adentro. La última vez el sábado pasado, con motivo de la visita de Rajoy a las tropas españolas desplegadas en Afganistán, ocasión que aprovechó para ofrecer al presidente Hamid Karzai la participación de las empresas españolas para la construcción de las infraestructuras de las que carece el país.

La elección del titular de Exteriores tampoco dejó lugar a dudas. García-Margallo no es diplomático de carrera, sino un economista. A lo largo de su trayectoria ha ostentado distintos puestos en el Ministerio de Hacienda, ha ejercido como vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo y hay quien apuesta a que en un futuro será dueño de la cartera de Economía.

La inestabilidad surgida a raíz de la 'primavera árabe' no ha paralizado los intentos del Ejecutivo de buscar oportunidades económicas en el norte de África. Las revueltas sociales han abocado a las autoridades de estos países a encomendarse a un vertiginoso plan de modernización. La semana pasada García-Margallo se desplazó a Libia en compañía de la titular de Fomento, Ana Pastor,-quien ayer vendía en Tel Aviv las virtudes del AVE- . El objetivo no fue otro que lograr contratas para la reconstrucción del país, arrasado tras diez meses de guerra civil. En enero Rajoy encabezará en Argel una reunión de alto nivel, una cita en la que España no oculta su interés por cerrar un buen número de suculentos contratos.

El Gobierno se ha volcado en fortalecer las relaciones con un área geográfica que ha dejado de mirar a Europa para fijarse en el Pacífico. Sudamérica es un continente carente de infraestructuras y España es consciente de que puede llevarse un buen trozo del pastel. En doce meses Rajoy ha realizado tres giras por la zona y a finales de enero se desplazará a Chile. A ello se suman las visitas del Rey a Brasil y Chile. Los dos han viajado en todas las ocasiones acompañados de una corte de empresarios dispuestos a 'pescar' negocio en sectores como la alta velocidad, la construcción de carreteras, el sector financiero o las energías renovables. La urgencia económica ha estado por encima de las diferencias políticas. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, no dudó en calificar a Hugo Chávez como gran amigo y defender la venta de armas a Venezuela, algo muy criticado por el PP desde la oposición. Y es que conservar una buena relación con Venezuela, además de rentable, significa tener el camino engrasado con sus países aliados: Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

El área económica Asía-Pacífico es la de mayor crecimiento económico mundial, como no se cansa de repetir García-Margallo. Aunque lejano en el aspecto geográfico, España cree que puede, y debe, encontrar hueco en un espacio que aglutina a miles de millones de personas y del que, en palabras del ministro, «se ha estado ausente mucho tiempo». En 2013 se celebrará el año España-Japón, con la intención de profundizar en las relaciones económicas con el país del Sol Naciente. En mayo está programado un viaje del presidente del Gobierno a China, la gran joya de la corona del mercado asiático. El Ejecutivo no ahorrará esfuerzos ya que, según el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Gonzalo de Benito, «somos conscientes de que en esta región se juega gran parte de nuestro futuro económico por las posibilidades de negocio e inversión que ofrecen estos países».

El viaje realizado por el Rey en octubre a la India -«sedienta de infraestructuras», según sus propias autoridades- supuso la firma de cinco acuerdos económicos que abrieron la puerta a operaciones conjuntas en América Latina y el norte de África y a proyectos en el propio país que incluyen la construcción de una carretera con 22 kilómetros de puentes, la instalación de hoteles, la venta de submarinos y radares y una inversión india de 500 millones de euros en una petroquímica catalana. «Este ha sido un viaje extraordinariamente positivo», declaró feliz García-Margallo al regreso.

La completa normalización de las relaciones con EE UU y la entrada en 2014 en el Consejo de Seguridad de la ONU se sitúan como dos objetivos clave para el Gobierno. Al margen de su indudable valor político, estos dos logros significan situarse dentro del núcleo de poder donde se adoptan las decisiones que afectan al mundo. Y el poder siempre atrae al dinero.

El Ejecutivo ha visto en la diplomacia el salvavidas para la economía. En palabras de García-Margallo: «España se salvará por el sector exterior o no se salvará».