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Justicia distributiva

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En este país, ha fallado en buena medida la justicia distributiva a la hora de efectuar recortes. Lo ha dicho un periódico catalán para explicar «la percepción por amplios sectores sociales -de clases medias y populares- de que ellos son quienes soportan el grueso de la carga en el reparto de los costes de la crisis». No se acepta, según dicho medio, que «los recortes no se hagan siguiendo las viejas pautas, ya consagradas por el Derecho romano, que distinguen entre gastos necesarios, útiles y suntuarios». En otras palabras, es difícil transigir con la evidencia de que el recorte de gastos necesarios no ha ido precedido por la poda de los gastos útiles ni por la supresión de los suntuarios. En lo tocante a los ingresos públicos, también es difícilmente aceptable que se suban los impuestos indirectos antes de haber agotado todas las vías para recaudar directamente en los sectores que mejor resisten la crisis.

Esta teoría puede ser desarrollada a su gusto por cada lector, y conduce irremediablemente a una serie de conclusiones comunes. De cualquier manera, no tiene razón en absoluto Montoro cuando dice que «pedir impuesto a las grandes fortunas es demagogia fiscal»: con independencia de la cuantía recaudada por esta vía, que en Francia por ejemplo es bien significativa, la simple estética democrática obliga a hacer gestos de esta naturaleza. Y en el lado de los gastos, habría que ver si se ha recortado todo lo debido en los epígrafes de gastos útiles y suntuarios antes de recortar en la sanidad, la educación o la dependencia.

Ya se sabe que ciertas cirugías llamativas -la eliminación de asesores autonómicos o municipales allá donde los hay en exceso- no van a resolver la crisis. Sin embargo, un poder democrático no puede fiarlo todo al pragmatismo: hay una ética a la que supeditarse antes de incurrir en el descarnado realismo. Y no solo hay que cuadrar las cuentas: hay que satisfacer también la exigencia de equidad de la ciudadanía, ya que de este modo no solo cumplirán los gobiernos el mandato democrático sino que los sacrificios se volverán más llevaderos para una significativa mayoría. De momento -es preciso subrayarlo- no se ha visto al respecto por parte alguna la debida sensibilidad.