ANDALUCÍA

El factor humano

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Lo primero que define a Juan Ignacio Zoido (Montellano, Sevilla 1957) es su familia. Las fotos de su mujer y sus hijos pasadas en un iPad abren el vídeo de presentación que eligió para ser proyectado en el congreso granadino que le eligió presidente del Partido Popular de Andalucía, el pasado fin de semana. Si le llama Bea, su esposa, atiende enseguida al teléfono y cuenta que sólo cuando obtuvo el permiso de los suyos se decidió a aceptar el relevo de Javier Arenas. Quizás sea su carácter, pero con la vida atravesada por la trágica muerte de un hijo en accidente de tráfico, hace seis años, parece que aún le sustentan más sus raíces personales. Aunque también se detecta la decidida voluntad de presentarse como un político «normal», el deseo de construir su personaje a base de empatizar con la gente de la calle, de mostrarse como «uno más», el hijo de un pastelero que llegó a ser juez, y de lanzar mensajes claros y sencillos. Le ha dado tan buenos resultados como que ha conseguido la Alcaldía de Sevilla por mayoría absoluta y se ha convertido en un regidor de verdad popular, más allá del nombre de su partido, en la ciudad de la Giralda.

En su despacho de la calle San Fernando, con vistas a la muralla de los Jardines de Murillo, Juan Ignacio Zoido se siente cómodo, no en vano ya estuvo como secretario general poniendo las bases del actual PP, codo con codo con Javier Arenas; ilusionado y presto a dejar su impronta con un nuevo estilo «de equipos, no de líderes». Su tono conciliador, que no para en barras al elogiar a su antecesor, no muestra el acero que puede llegar a tener desde el estrado de la oposición. Con las dos armas -la humana y la crítica- aspira a alcanzar la meta que se le resiste: gobernar Andalucía. Su turno es ahora.