CÁDIZ

Aumentan los filtros en Puerto III para frenar la entrada de droga para reclusos

El nuevo director, que lleva una semana en el cargo, estudia más medidas de control tras registrarse la segunda muerte por sobredosis en dos meses

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La principal cárcel de la provincia, con la mayor población reclusa bajo custodia, tiene una preocupación añadida fuera de sus muros: la droga que introducen desde el exterior familiares de los presos, pero también hay algunos casos de reclusos que aprovechan sus permisos penitenciarios para hacer acopio. Una realidad que de forma institucional se reconoce a regañadientes pero que los fallecimientos por sobredosis se encargan de sacar a la luz. El nuevo director de Puerto III, Miguel Ángel Rodríguez Ruiz, que lleva en el cargo hace una semana, está dispuesto a practicar una política de transparencia y en sus primeras declaraciones a este medio anticipa que están estudiando medidas de filtro para frenar la entrada de estupefacientes en el recinto penitenciario. Por ahora, ya se ha dado la orden de aumentar los controles a los que son sometidos reclusos y familiares antes de que mantengan comunicación. Rodríguez acaba de tomar las riendas de la principal macrocárcel gaditana y se ha estrenado en el cargo con una muerte por sobredosis. Un joven recluso de 24 años fallecía en la madrugada del martes en su celda.

Este suceso fue confirmado por el propio director, quien también indicó que se ha abierto una investigación para tratar de aclarar las circunstancias de este fallecimiento, que a falta de la confirmación definitiva que aporte el resultado de la autopsia, todo apunta a que detrás está el consumo de drogas.

El interno, de conducta inadaptada, llevaba tres años en Puerto III cumpliendo una condena de cinco. Sus antecedentes por robo con fuerza y atentado a la autoridad dibujan el perfil de un delincuente habitual, cuyo entorno social estaba muy en contacto con los estupefacientes. De origen portuense, un familiar suyo ya había fallecido por el consumo de drogas y un hermano también está preso en Puerto II. Antes de morir había recibido la visita de su familia.

El pasado mes de marzo, otro joven recluso de 26 años moría en las mismas circunstancias por sobredosis de metadona. En este caso, su familia acudió a los medios para desmentir que habían sido ellos los que les habían facilitado los estupefacientes sino que los habría conseguido a través de algún compañero de prisión.

La Policía intercepta dosis

Una prueba evidente de donde procede la droga que circula de forma clandestina en la prisión se obtuvo el pasado fin de semana. Según confirmó el director de Puerto III, la Policía montó un dispositivo específico en la entrada del centro para controlar a los familiares que iban a visitar a internos. El resultado fue que interceptaron a cinco personas con dosis de diversas sustancias.

La principal dificultad que tienen los funcionarios de Puerto III es hacer frente a un volumen muy elevado de comunicaciones que se registran semanalmente en un centro que alberga a día de hoy más de 1.600 reclusos: entre 700 y 800 contactos cada semana. «El 90% de los internos procede de esta zona y muchos de ellos cumplen condena por delitos relacionados con la droga». El estar cerca de sus familiares les permite tener un mayor contacto y, por tanto, los pases de estupefacientes pueden ser más frecuentes.

Desde la dirección de la cárcel están planteando, además de aumentar los controles en los accesos, pedir la ayuda al Cuerpo Nacional de Policía para que haya una presencia casi permanente de unidades caninas adiestradas en la detección de estupefacientes. Es una de las medidas que están en estudio. Pero Miguel Ángel Rodríguez reconoce también que para realizar exploraciones de más calado, dado que la droga suele ser ocultada en las partes íntimas del preso cuando la recibe, necesitan de autorización judicial que a veces tarda demasiado en llegar.