LA CERBATANA

ADIÓS AL 2012

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Resulta difícil hacer un resumen en trescientas palabras de lo que ha supuesto el año 2012 pero lo que sí queda claro es que a muchos nos ha dejado una sensación un poco extraña, como de vacío, como de no haber hecho todos los esfuerzos necesarios para que el Bicentenario hubiera sido lo que queríamos que fuera. Al final, muchos han dejado en la estacada a Cádiz, a sus ciudadanos y a la Constitución, las palabras se las lleva el viento y las promesas se hacen para incumplirlas. Hoy, recién acabado el 2012, nos queda la impotencia de creer que no somos capaces de más, del hasta aquí podemos llegar, de que, visto lo visto, este ha sido nuestro techo, de lo que pudo haber sido y no fue: actos que se cancelaban todas las semanas, falta de rigor en los organizadores de los mismos, poca profesionalidad, escasa preparación en el personal, problemas de alojamiento para las fechas más relevantes, nula participación; y dos lamentables imágenes para el recuerdo: la ausencia de muchos Jefes de Estado Iberoamericanos en la Cumbre y la sempiterna estampa un puente a medio hacer que nos recuerda constantemente que hubo tiempos mejores.

En mi caso también había puesto mis expectativas en los ciudadanos de Cádiz pero ha sido frustrante como han faltado a su destino. No han querido acometer responsabilidades y, por culpa de enfrentamientos partidistas, se han ausentado de los actos verdaderamente importantes. La alcaldesa con su lenguaje excluyente («conmigo o contra mí») ha impedido que el año del Bicentenario fuera una celebración de todos los gaditanos y no solo de sus electores, aún siendo éstos una gran mayoría.

En fin, que el 2012 no volverá y un general ambiente de frustración colectiva se ha agarrado a la Tacita de Plata como un náufrago lo haría a los maderos de un barco hundido.