José Labrador comprueba los efectos devastadores de la humedad y las filtraciones en el salón de su vivienda. :: JAVIER FERGO
Jerez

El miedo se instala en la barriada de La Constancia tras los últimos derrumbes

A raíz de la caída de parte de un techo, los vecinos han vuelto a escuchar crujidos que presagian más desprendimientos

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Tener un techo bajo el que guarecerse no da la misma sensación de seguridad para todos. En la barriada de La Constancia, de hecho, incluso tienen miedo de que se les venga encima cuando empiezan las lluvias del otoño. Un matrimonio lleva desde este fin de semana fuera de su casa debido al derrumbe, primero, de la escayola del techo de la cocina y, 48 horas más tarde, del salón donde pasan la mayor parte del tiempo.

La gravedad de lo ocurrido -que se saldó únicamente con daños materiales- ha vuelto a llevar a los titulares el retraso en las obras de rehabilitación de las barriadas históricas. El caso de La Constancia es especialmente sangrante ya que casi la mitad de los edificios se encuentran en pésimas condiciones. No se trata, como insisten los líderes vecinales, de pintar la fachada o cambiar los cerramientos: los bloques necesitan un arreglo urgente o se vienen abajo.

«Estamos trabajando por la rehabilitación de la barriada desde el año 1984», recordó ayer el vicepresidente de la asociación de vecinos, Juan Miguel Payán. Desde 2002 está cerrado el expediente formal pertinente y en 2009 se firmó el convenio entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Jerez para acometer una profunda reforma de esta barriada histórica de la ciudad. Pero hasta la fecha solo se han arreglado tres bloques y los vecinos desconocen cuándo llegarán los albañiles para seguir con el proyecto.

«Somos pacientes y confiamos tanto en Pablo Lorenzo -delegado provincial de Obras Públicas y Vivienda- y en Antonio Saldaña -delegado municipal de Urbanismo- pero les pedimos por favor que empiecen las obras ya», insistió Payán. «Ante la evidencia no se puede esperar».

Los afectados tienen muchas cuestiones por resolver. Se preguntan, por ejemplo, qué ha sido de los seis millones de euros que la Junta libró en su día para toda la barriada. «Quedan todavía 33 bloques por arreglar pero actualmente hay una docena que lo necesitan con urgencia, que están apuntalados», añadió el vicepresidente.

«Nos están engañando»

José Labrador aún mira con incredulidad cómo ha quedado su vivienda. Los restos de la escayola siguen sobre el sillón donde solía sentarse a ver la televisión tranquilamente, sobre la mesita y los muebles de la cocina. «Ya está todo hecho, todo firmado, y siguen sin meterle mano. Hasta que esto mate a uno...», lamenta con claros signos de impotencia ante su casa cubierta de polvo blanco. «Todo es mentira, nos están engañando», clama.

El viernes por la noche, poco después de las últimas lluvias caídas en la ciudad, Labrador y su mujer presenciaron cómo se desprendía el techo de la cocina y quedaba una raja en el del comedor. Tras dar los avisos pertinentes a las autoridades, resolvieron alojarse en casa de su hija y fue la mejor decisión que pudieron tomar en un momento así: la escayola del salón siguió el mismo camino solo 48 horas después y hoy luce en el suelo. «¿Hay derecho a eso? Tengo 75 años y ¿puedo yo venir a vivir aquí, con las humedades que hay?», reclamó. Las constantes filtraciones de agua son las causantes de los estropicios.

De momento, siguen apañándose en poco espacio con su familia pero piden «que nos paguen otro lado donde ir hasta que arreglen esto. A mí me tienen que dar una solución», dijo Labrador sin poder evitar la emoción.

Más crujidos

El último capítulo en estos derrumbes -ha habido tres, aseguran los vecinos, en el último mes y medio- todavía puede estar por escribirse. En la madrugada del martes, los vecinos que comparten planta con los Labrador escucharon nuevamente un crujido y temieron lo peor: que se repita en su casa lo ocurrido a su vecino. Al cierre de esta edición, su caso estaba por valorar.

En los 36 bloques viven 288 familias y hay quien lleva habitando junto a los puntales hasta 15 años: «La patología estructural de estos bloques es gravísima. Hay personas aquí que no pueden dormir cuando llueve», asegura por su parte el presidente de los vecinos, Francisco Flores. Y sabe bien lo que dice ya que ha sentido en propia piel lo que significa vivir con el miedo en el cuerpo. Su caso todavía está muy presente entre los vecinos, aunque hace ya tres años que se les vino el techo encima en plena noche. Lo más grave es que tras el primer derrumbe, el suelo no aguantó el sobrepeso y terminaron cayendo en la planta de abajo. Su bloque es uno de los tres que se han rehabilitado. De hecho, aún están los operarios terminando los últimos retoques.

«No estamos hablando de adecentamiento sino de infravivienda. Cuando llueve nos echamos a temblar», relató Flores. La barriada solo tiene 50 años pero a la vista está que no se construyó en condiciones. Y parece que tampoco se está haciendo en condiciones su rehabilitación a juzgar por la sensación de los vecinos: «Estamos preocupados e indignados».