La utopía de detener el tiempo

«Es difícil describir el significado de Utopía. Es difícil explicar lo que allí ocurre. No es solo un escenario. Es el aire que se respira, las conversaciones que se cruzan, las miradas que se disparan, las palabras que se adivinan...». Mikel Erentxun llega a Benalup y, al minuto, se siente como en casa. Entre amigos. Con la sensación mágica de detener el tiempo en su mano y paladear cada risa, cada canción. La noche del lunes, en este mundo apartado del otro, vivía un reencuentro e invitó a todos a su particular viaje.

El trayecto no lo hizo solo. El cantante acudió a acompañar a su compañero y amigo Diego Vasallo que presentaba su último disco 'Canciones en ruinas' en Cádiz, en el hotel Utopía de Benalup, ese rincón lleno de historia que marida a la perfección el art decó con el mundo del cabaret, el café teatro y un restaurante parisino de los años 30. Su propietario, Miguel Ángel Fernández, tiene toda la culpa. Hace ya años que una de sus utopías dejó de serla.

Tras una cena degustación a la que acudieron ambos artistas, Diego Vasallo salió a escena. Con su voz rasgada, áspera, a veces demasiado pausada, fue desgranando cada verso de sus poemas, porque, como ya se indicó en su presentación, Vasallo siempre ha sobrevivido de la dicotomía entre el músico y el poeta. De negro absoluto, el artista se movió en una puesta de escena minimalista (solo le acompañaba una guitarra clásica) para despojarse de ese aire de 'crooner' oscuro no apto para todos los públicos.

Pero tras sus confesiones llegadas de un mundo herido y futuros inciertos, llegó el momento más mágico. Ese que detuvo el tiempo. Ese en el que Mikel agarró la guitarra y subió al escenario para completar la mitad y regalarle al público uno, solo un recuerdo retratado en 'Esos ojos negros'. Para eso, estaban en casa. Estaban entre amigos.