Fotografía del mecánico, Francisco Anglada, y de la fábrica de Ford en Cádiz, en Segunda Aguada. Todas las imágenes han sido cedidas por el investigador portuense, Manuel Martínez. :: LA VOZ
CRISIS INDUSTRIAL

Breve historia de la automoción en Cádiz

Desde el taller de un mecánico intrépido en El Puerto hasta las grandes empresas, ninguna firma aguantó los vaivenes del sector. La Bahía defiende un amor imposible hacia esta industria desde 1900 hasta el cierre de Visteon

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Cádiz tiene una pequeña historia de amor con el mundo del automóvil que se rompió definitivamente desde que Visteon Cádiz Electrónica (vinculada a Ford) anunció el cierre de su factoría de El Puerto de Santa María el pasado jueves. No es una gran historia como las que pueden contar en Chicago o Detroit pero hay material suficiente para un pequeño serial. El primer idilio de la Bahía con el mundo del automóvil lo inició el malagueño, afincado de El Puerto, Francisco Anglada Gallardo. Este mecánico de bicicletas se aventuró a construir coches en 1899, asociado con los empresarios portuenses Juan Osborne y Carlos Scandella. Anglada fabricaba coches a medida, al gusto del cliente, y llegó a construir 24 automóviles. Este emprendedor casi temerario fue el primero en exportar un coche español, a Montevideo (Uruguay), tal y como narra el autor Manuel Martínez en su obra 'Historia del Automovilismo en Andalucía'. La falta de pagos de algunos clientes dieron al traste con esta aventura, corta pero intensa y romántica, en 1906.

La segunda iniciativa empresarial automovilística en Cádiz llegó directamente de la Ford Motor Company, entre 1919 y 1923. En aquella ocasión, la decisión de implantar una fábrica Ford en la capital gaditana, en una de las antiguas bodegas de vino de Gordon Doz en Segunda Aguada, dependió de un directivo americano, quien prefirió realizar la inversión en Cádiz en lugar de en Barcelona porque aquí «hay abundante mano de obra y la ciudad está libre de problemas laborales», según reza en un texto de los archivos de la firma, investigado y facilitado por Manuel Martínez. En aquellos tiempos Ford estaba interesada en implantarse en un importante puerto español por su situación geoestratégica, para suministrar la zona sur de Europa y norte de África. El 26 de marzo de 1920 nació la Ford Motor Company, Sociedad Anónima Española, con un capital de medio millón de pesetas. Durante los tres años que la firma americana ensambló en Segunda Aguada las piezas de sus coches, la relación entre la multinacional y los 300 gaditanos empleados fue perfecta. El 5 de abril de 1920 salió el primer coche Ford montado por los gaditanos y en el primer ejercicio se alcanzó una media de producción de unos 30 vehículos al día. El personal de la fábrica cobraba entre 12 y 24 pesetas y, como novedad en la época, podía invertir hasta un tercio de su salario en acciones de la empresa. El final de la historia la precipitó el Ministerio de Hacienda español, según narra Martínez en su libro, que no quiso respetar el acuerdo que beneficiaba a la firma norteamericana con exenciones de impuestos propias de una Zona Franca (entonces, Depósito Franco), motivo por el que la multinacional también se instaló en Segunda Aguada. Los desencuentros con la administración pública española y un mejor oferta de Barcelona, donde todo fueron facilidades, terminó con la marcha de Ford a la Ciudad Condal.

General Motors y Delphi

El tercer y más largo idilio llegó con el arranque de la democracia en España y para compensar la primera gran crisis del sector naval en Cádiz. En esta ocasión intervinieron el Estado y los partidos políticos para que General Motors (que venderá a Delphi en 1999) implantara una gran empresa en 1982, que en la década de los 90 alcanzó su apogeo y llegó a los 2.500 empleados. Con la llegada del presente milenio, comenzaron los recortes en Delphi, que a pesar del apoyo económico ofrecido con dinero público durante más de siete años, culminó con el cierre de la planta en febrero de 2007 y dejando en la calle a casi 1.500 trabajadores. Aquí ya hubo menos romanticismo.

El último intento

Y el cuarto y último intento, puesto que no quedan más factorías automovilísticas en pie en la provincia, fue el último matrimonio con Ford. En esta etapa la multinacional contó no solo con la complicidad de las administraciones sino con la implicación directa de la Junta de Andalucía, que consiguió en 1989 inclinar la balanza a favor de Cádiz frente a Escocia; localizaciones que barajaban los estadounidenses a finales de los ochenta para una nueva planta de componentes electrónicos en el viejo continente. Esta vez no hubo trabas administrativas, al contrario, y la Ford fundó Cádiz Electrónica S. A. en el parque industrial TecnoBahía de El Puerto, bajo el apadrinamiento del que fue presidente de la Junta, Manuel Chaves.

Con la llegada de la crisis al sector automovilístico, en 2000 la conocida marca segregó su producción de componentes electrónicos de la empresa matriz y nació Visteon, como la filial a la que ha pertenecido desde entonces la fábrica gaditana. El principal cliente de los productos gaditanos sigue siendo Ford, aunque ha vendido pequeños pedidos a otras marcas. En 2006, Cádiz Electrónica tenía 460 trabajadores fijos y otros cien eventuales. Obtenía 15 millones de beneficio, pero ya se rumoreaba su venta a otra multinacional. En 2008, Visteon inicia una reestructuración en EE. UU. y comienzan los Expedientes de Regulación de Empleo en Cádiz, aunque los directivos se afanaban en asegurar que había carga de trabajo hasta 2010. Nadie habló de 2011. El pasado jueves, 23 de junio, el servidor informático de la multinacional norteamericana cortó el suministro a la planta de El Puerto y 396 trabajadores perplejos fueron directamente a la calle. Sin previo aviso. Esta es la última fecha conocida que pasará a la historia como el día del divorcio entre la automoción y la Bahía de Cádiz.