ENTREVISTA

«La celebración del Doce está llena de tópicos»

Ediciones Absalon publica 'La libertad acaparada', el primer libro del filósofo y articulista gaditano Jaime Pastor Filósofo y escritor

CÁDIZ . Actualizado: Guardar
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A Jaime Pastor Rosado (Cádiz, 1949) le agrada que le tilden de 'filósofo combativo'. Tiene la edad, la cultura y el saber hacer necesarios para no temer a nadie. A pesar de ser gaditano -vive en Chiclana- y a meses de celebrarse la tan traída efemérides, acaba de publicar '1812. La libertad acaparada' (Absalon Ediciones). Un análisis profundo y multidisciplinar con el que el autor llama a reflexionar sobre el verdadero cariz de las revoluciones liberales. Y de cómo de aquellas lluvias (aquellos acontecimientos) surgieron estos lodos (democracia actual). Pastor terminó su primera obra semanas antes de que surgiera el movimiento 15-M, pero como los jóvenes y no tan jóvenes que acampan en las plazas españolas, el gaditano llevaba mucho tiempo indignado.

-Avisa que, aunque en el título del libro se hace referencia expresa al 1812, 'La libertad acaparada' no trata solo de esta Constitución...

-Aborda desde el nacimiento de la Modernidad hasta ayer. Trato de mostrar qué ocurrió en aquella época para que hayamos llegado a la actual de esta forma. Toco este tema de manera transversal, no es un libro de historia. Es una obra que aporta diferentes puntos de vista: histórico, sociológico, político, económico... Sin todas estas ópticas es imposible entender el tema. Es un estudio crítico, nada complaciente, amplio y de mucha profundidad. Reviso la caja negra de nuestra cultura en una especie de vaivén para explicar cómo afectaron o qué tienen que ver aquellos acontecimientos con el presente.

-¿Quién acaparó la libertad emanada de la Constitución de 1812?

-La realidad del Constitucionalismo liberal burgués difiere del discurso doceañista de estos días de bicentenario, discurso preñado de mitos, tópicos y malentendidos. Aquél concepto de libertad, de alto potencial revolucionario acabó siendo la libertad de la burguesía, y no la del pueblo. En ese documento se pusieron las bases para que la sociedad en general no pudiera gozar de todos los derechos y libertades. Solo una oligarquía acaparó esos derechos. La Pepa, para nada es, como se dice, un texto integrador, todo lo contrario, fue totalmente discriminatorio. Tampoco supuso el fin de los privilegios de una clase, sino la garantía de que los derechos solo fuesen gozados por unos pocos.

-La revolución y la Carta Magna servirían al menos para algo...

-Sí, claro fue muy importante. Fue una auténtica revolución, aunque mal resuelta para las clases menos favorecidas. Realmente terminó siendo la refundación de un poder oligárquico con fachada democrática. Ahora ocurre algo parecido, y lo estamos viendo con el movimiento 15-M: ya no queremos una democracia -la de mercado- mediada y falsa. La revolución liberal-burguesa fue tergiversada y dirigida a blindar los privilegios de una clase, la burguesía propietaria, industrial, financiera., en definitiva, los privilegios de una minoría. Para que de verdad fuese una revolución en busca de la libertad, se debería haber compartido esa libertad con el pueblo, que para eso se decía que era (es) soberano.

-¿Qué le movió a investigar y confeccionar esta obra?

-El libro surge como un intento por responder a una serie de preguntas que están prácticamente ausentes en el ortodoxo y acartonado conjunto de tópicos que la ciudadanía soporta en estos días de conmemoración o, como también se dice, de celebración. ¿Qué se quiere celebrar realmente? Más allá de una ciega adhesión al mito de la libertad liberal el libro trata de responder a una serie de preguntas que se pasan por alto cuando se habla de la Constitución del Doce y del contexto cultural que genera esta y otras Constituciones liberales, así como del significado profundo del constitucionalismo en su conjunto.

-Una de esas cuestiones es el cómo. ¿Cómo se legitimó esa asunción de derechos para unos pocos? ¿Por qué no surgió la contra-revolución?

-En aquella época los filósofos liberales (John Locke, por ejemplo), trataban de justificar lo injustificable: las tremendas desigualdades que se producirían a raíz del nuevo reparto de poderes, diferentes a los del Antiguo Régimen, sí, pero totalmente injusto en relación a los principios que al mismo tiempo se proclamaban, incluso en las Constituciones. Locke quiso justificar este estado de cosas mediante lo que se llama 'consentimiento tácito', tal como explico en el libro. La contra-revolución vino cuando la gente comenzó a exigir un consentimiento expreso para la política desarrollada por la burguesía liberal. Todo comenzó porque empezó a haber personas indignadas con una política injusta.

-Tanto 1812 y resulta que los ciudadanos no solo están desinformados, sino que además están malinformados.

-Todos esos tópicos son fruto de la propaganda liberal que transmite las cosas de forma sesgada. Así resulta que los héroes fueron los que acapararon la libertad. Con esta obra también he querido hacer una llamada de atención a la izquierda porque entiendo que el Bicentenario debía de haber sido enfocado de otra manera y no haberse coaligado con los liberales en una celebración absurda desde el punto de vista de una ideología de izquierdas.

-Uno de los capítulos del libro trata de un concepto muy en boga y que, además, parece que asusta, el neoliberalismo...

-Se titula del Liberalismo al Ultraliberalismo. Quiero mostrar cómo el neoliberalismo, ese monstruo del que tanto hablan, no es más que el primitivo del XVII llevada a sus últimas consecuencias.

-Cualquiera que no sepa el trabajo de investigación que hay detrás de esta obra, pensaría que este libro ha surgido al abrigo del 15-M, ¿qué opinión le merece este movimiento?

-Creo que es esperanzador. Ese Constitucionalismo puede hacerse poco a poco. El movimiento tiene que madurar, sí, pero al menos se han puesto las primeras piedras. Hay que profundizar en una democracia verdadera y no mantener el absolutismo del mercado.

-¿Cuál es el principal enemigo de esta, llamémosla, revolución?

-La caverna, toda esa gente que tacha a esos chicos de piojosos. Esa cadena crítica que le achaca que no tienen plan ni medidas. Todas esas personas son el verdadero peligro y no lo que pueda venir. El enemigo de este movimiento es la burguesía liberal que constituye un poder torpe y mediocre, pero que está ahí. Esto se resume en el lema que encabeza el libro: 'La barbarie es fruto de la mediocridad'.