El doctor Fernando Muñoz, junto a su hija Carmen, a la salida del quirófano.
EL PERFIL

El doctor Fernando Muñoz Ferrer

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El doctor Fernando Muñoz Ferrer nació en Cádiz el 5 de agosto de 1920. Perteneciente a una familia de médicos desde varias generaciones, su padre Enrique Muñoz Beato fue catedrático de Obstetricia y Ginecología y decano de en la Facultad de Medicina en Cádiz. También hermanos, tanto de su padre como de su madre, se dedicaron a la medicina, y además su abuelo Fernando Muñoz Romero fue catedrático en la Facultad de Medicina de Cádiz. Realizó sus primeros estudios en el colegio de Marianistas en Cádiz, teniendo de compañeros de curso a Gabino Aranda, Miguel Ravina, Emilio Beltrami, Rafael Patero, Manolo Paredes y Juan Abad, entre otros. Tras finalizar el periodo escolar, inicia sus estudios de medicina en los difíciles años de la guerra civil (1938-1939), y finalizó la carrera en el curso 1942-1943 con un brillante expediente avalado por 28 matrículas de honor y dos sobresalientes. Una vez concluido este periodo se traslada a Santander, a la casa de salud de Valdecilla, donde realiza un curso seminario de Obstetricia y otro general de cáncer, que definitivamente le sirven para orientar su vida profesional de cara al futuro. Ya en el año 1943 realiza la reválida de Licenciatura, en la que obtiene la calificación de sobresaliente, concediéndole ese mismo año la Universidad de Sevilla el premio Extraordinario de Licenciatura de la Facultad de Medicina de Cádiz.

El 12 de junio de 1948 se casa con Ana María de la Pascua Puente y tiene siete hijos Ana María, Gloria, Carmen, Enrique, Fernando, Manuel y Luis. Cuatro de ellos continuaron la tradición familiar: Enrique, Manolo, especialista en obstetricia y ginecología; Fernando, en el campo de la cirugía plástica, y Carmen, en la docencia, como profesora de la Facultad de Medicina de Cádiz.

Durante toda su vida se caracterizó por ser una persona íntegra, trabajadora y humana, con un sentido del deber y de la responsabilidad. Asistió a lo largo de su carrera profesional más de 70.000 partos, entre el hospital de Mora, la Maternidad y la clínica familiar.

Fue presidente de la Real Academia de Medicina y de Cirugía durante siete mandatos, presidente del colegio médico, ateneísta, cofundador del Instituto de Academias Andaluzas, llegando a ostentar los cargos de vicepresidente, presidente y presidente de honor de dicho organismo. Además recibió la Medalla de Oro del Colegio Médico de Cádiz, fue corresponsal de la Academia de Medicina y Cirugía de Madrid y Córdoba, y miembro de las Academias de San Romualdo, Santa Cecilia y San Dionisio y de la Cátedra Adolfo de Castro.

Para el doctor Muñoz lo más importante fue su profesión. Aparte tenía un extraordinario sentido del humor y una gran habilidad para el dibujo y la pintura, donde realizó alguna exposición en el Casino Gaditano. Un gran número de familiares, pacientes y amigos poseen muchas de sus obras. También era un gran aficionado a la música clásica, especialmente a la ópera y a la zarzuela. Era un gran orador, amigo de las tertulias y conversador, llegando a formar parte del grupo de teatro de José María Pemán en obras como El Divino Impaciente, con Jesús Ramos y Antonio Piñero.

Poseía una profunda religiosidad y unos valores morales cristianos , que no podían faltar en un hombre íntegro, que acudió a todas las manifestaciones cristianas celebradas en la ciudad. Perteneció a la Institución de Caballeros Hospitalarios, siendo durante unos años presidente y hermano de la Santa Caridad y de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de nuestro Señor Jesucristo.

Ya jubilado dedicaba sus horas libres a realizar trabajos manuales, como maquetas de trenes, monasterios y castillos.

Fernando Muñoz falleció el 9 de noviembre del año 2005. El último miembro de la familia incorporado a la medicina es su nieta María Dolores Muñoz González. Supo, junto con su mujer, transmitirles los valores religiosos, profesionales y familiares a todos sus hijos, que han sabido conservar y transmitir a la generación posterior.