David Martínez: «Pensé quedarme con los 600 euros, pero no era lo correcto»

David Martínez van Dorth está en plenos exámenes. Tiene un par de asignaturas que se le atraviesan, pero saca adelante su curso. Estudia segundo de Ciencias Ambientales y ahora le toca el pago de la matrícula y qué bien vendría un dinerillo extra. Eso mismo pensó cuando el pasado sábado se topó con un flamante fajo de 600 euros olvidados en el cajero del Santander que está frente al Puerta del Mar.

«¿Es un regalo o se convertirá en un dolor de cabeza?», fue lo primero que pensó cuando se percató del hallazgo. Recogió la cantidad, consultó su saldo y, como siempre, la pantalla le recordó que era cortito. «Cómo me viene a mí este dinero», le asaltó el segundo pensamiento. Terminó la operación, retiró su tarjeta y de camino a casa, le llamó la voz de la conciencia: «Quizá este depósito sea de una persona que lo necesita más que yo, que tiene familia y alguna deuda pendiente». David le contó lo ocurrido a sus compañeros de piso y decidió depositarlo en la Jefatura de la Policía Local.

Ayer explicaba la experiencia justo en el mismo cajero donde encontró la cantidad: «Mientras cruzaba el semáforo vi a un hombre que sacaba dinero, pero cuando llegué ya se había marchado, entonces me di cuenta de que no había retirado el depósito». Le llamó la atención que el despistado cliente se hubiera llevado la tarjeta y el recibo y dejara los billetes en la ranura. Entonces le asaltaron las dudas. «Al principio pensé en quedármelos, pero no sabía si eso iba a ser un regalo o una maldición», cuenta. Esa cantidad no era suya y podría traerle consecuencias. Ahora reconoce que «no solo fue por miedo» a que lo pillaran, sino «pensar en que tal vez ese hombre podría tener problemas si no recuperaba el dinero».

La Policía se sorprende

No pudo con la conciencia y decidió entregarlo. Los agentes se sorprendieron por el gesto del joven. Cuenta David que lo felicitaron e incluso le dijeron que era un «ejemplo para la juventud». «Esas cosas que te aconsejan los policías», sonríe. Además, le explicaron que si se los hubiera quedado, habría cometido un delito de apropiación indebida. Una vez finalizado el trámite, admite que se sintió mejor. «No me arrepiento de nada, todo lo contrario, creo que volvería a hacer lo mismo», dice el estudiante. En casa también lo han felicitado. «Mis padres y mi abuela me dijeron que había hecho lo correcto y ahora se sienten muy orgullosos, para mí eso es lo más importante».

Una vez que termine los exámenes, de vuelta a Rota, donde está su casa familiar, le espera una gran bienvenida. Asegura que durante estos últimos días en los que la noticia ha salido en prensa, sus padres han recortado las informaciones. «Nos hemos reído mucho porque daban a entender que yo era un señor mayor cuando se dirigían a mí como 'el ciudadano roteño que devolvió los 600 euros'».

Tras dejar el dinero en la jefatura, los agentes le pidieron el teléfono por si el dueño quisiera ponerse en contacto con él cuando lo localizaran. «Durante un par de días me fueron llamando para contarme que no habían dado con el hombre y que iban a llevar los 600 euros al banco para que ellos se hicieran cargo», recuerda, pero desde el pasado lunes no ha tenido noticias. Fue entonces cuando la sucursal pudo localizar al cliente a través de los movimientos de la tarjeta bancaria, tal como explicaron fuentes municipales. El dinero ya ha sido retirado, pero David no ha recibido aún ninguna llamada.

Por parte de sus amigos ha tenido más apoyos que reproches. «No me han dado demasiada caña, excepto alguno me ha dicho que soy tonto, pero yo estoy seguro de haber hecho lo correcto». Además, reconoce que él también es bastante despistado: «Mañana me puede tocar a mí, aunque mientras siga siendo estudiante no creo que me vaya a ver en ésas».