Jerez

Un agujero negro económico que nunca ha encontrado una solución

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Sólo hay que hacer un poco de memoria y recordar que allá por el verano de 2007, pocos meses después de que se rompiera el pacto de gobierno entre socialistas y andalucistas, el nuevo delegado de Urbanismo, Juan Pedro Crisol, ya denunció públicamente que la foto que se tenía de la extinta Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) no era tan buena como se pretendía hacer creer y que la deuda a los proveedores rondaba entonces los 77 millones de euros.

La situación era realmente preocupante entonces, y por eso se inició la tarea de realizar una reforma en profundidad de este organismo para que ofreciera los mejores servicios al ciudadano, pero siempre de la forma más transparente posible y priorizando un cambio de estrategia menos centrado en las inversiones faraónicas que luego acababan trayendo dolores de cabeza.

Crisol, cuando accedió al cargo, no dudó en afirmar que «este Gobierno no va a practicar la huida hacia adelante que caracterizó a anteriores Corporaciones y cuyas consecuencias sufrimos hoy». Toda una declaración de intenciones.

Pero entonces llegó la crisis a todo el país, la caída del 'boom' del ladrillo, y los ingresos que entraban en el Ayuntamiento de Jerez a través de esta delegación se desplomaron y pusieron en jaque a toda la institución y a la ciudad.

Un ejemplo de la grandilocuencia con la que se trabajaba en la antigua GMU -y que sigue teniendo repercusiones negativas con la llegada de las reclamaciones de las empresas, algunas de las cuales se derivan en los juzgados- es el famoso préstamo de 65 millones de euros que Pedro Pacheco se esforzó en obtener hasta que cesó en su cargo como delegado de Urbanismo.