Jerez

Jerez, más cerca de Nigeria

Intentan concienciar a la población local de la importancia de que las mujeres reciban educación y puedan acceder a un trabajo Dos jóvenes de la ciudad trabajan allí como voluntarias con niños necesitados

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Andalucía está un poquito más cerca de Nigeria gracias al Servicio Europeo de Voluntariado, que desde el mes de junio desarrolla en la localidad de Calabar el proyecto 'Conoce lo desconocido', enmarcado dentro del Programa Juventud en Acción. En él participan 17 jóvenes residentes en Andalucía, que en colaboración con la Asociación Cultural Mujeres entre Mundos, están teniendo la oportunidad de disfrutar de una experiencia vital inolvidable.

Dos jóvenes jerezanas forman parte de un proyecto social y de cooperación en el que van a invertir un año de su vida. Ester Herrera, de 27 años, diplomada en Ingeniería Técnica Electrónica, y María Tirado, de 30 años, licenciada en Filología Hispánica e Integración Social, dejaron la ciudad hace ya cuatro meses para embarcarse en un proyecto solidario dirigido a formar parte de las actividades que la asociación Qua Women Union lleva a cabo para sensibilizar a la población nigeriana sobre la importancia de que las niñas y las jóvenes reciban educación en los centros educativos, sensibilizar a la población en general de la importancia de que las mujeres puedan desarrollarse a nivel profesional y formar a través de cursos y conferencias a los dirigentes de las empresas en Nigeria para incentivarles a contratar a mujeres y jóvenes.

Sin comodidades

Ester y María comparten una vivienda con sus quince compañeros en la que han dejado atrás cualquier comodidad del mundo occidental. La frecuente falta de agua corriente o de suministro eléctrico fueron anecdóticas en un proceso de familiarización con una sociedad diferente en la que aseguran que están recibiendo mucho más de lo que aportan. Ester explica que «aquí todo se hace con mucha alegría, vamos al trabajo con toda la ilusión, y los niños son superagradecidos. Es un trabajo que merece la pena. Y la vida sigue, a pesar de los palos que han recibido», y añadió que «la gente por aquí es un encanto. Todos te miran súper sorprendidos, la mayoría es la primera vez que ven un blanco. Y no tienen ningún reparo en decirte 'blanquito': Mbakara, ioribo, deutcher... según el dialecto que hablen. Tienen mucha calidad humana. Dicen sorry por todo (lo siento), incluso cuando ellos no tienen la culpa de tus males. Por ejemplo: Te pica un mosquito, sorry, eh sorry. Te chocas con algo, sorry, eh, sorry». María, vecina de San Isidro del Guadalete, incide en que «todos los días, cuando salgo de casa, me sorprendo de la vida en este país. Lo que más me gusta son las enormes sonrisas de los niños».

Y es que la labor que vienen desarrollando se reparte entre tres orfanatos que acogen a bebés, niños y chicas adolescentes, en los que están conociendo la cara más dura a la que se enfrenta la infancia en países como Nigeria. «Baby Refuge es un orfanato de bebés. Ahora mismo hay 15 niños, y el mayor cumple el año el mes que viene. Dos de ellos son seropositivos, porque sus madres tenían sida. Pero la sangre que ellos producen es negativa, así que seguramente cuando eliminen la sangre de sus madres, ya no tendrán el virus. La semana pasada trajeron cuatro bebés recién nacidos. Son una monería, pero se nota a legua lo poco desarrollados que están en comparación con niños que viven con sus familias. Tienen todas sus necesidades cubiertas y las cuidadoras son muy cariñosas con ellos, pero se pasan la mayoría del tiempo sentados solos, mirando a las musarañas. Nosotros nos dedicamos a jugar con ellos para estimularlos, que aprendan a coger cosas, intentar que anden, que hablen...».

Embarazadas con 11 años

También colaboran con Maca, «una casa donde se recogen adolescentes embarazadas sin recursos o cuyas familias las han abandonado, entre el séptimo y el noveno mes de embarazo. La menor tiene 11 años. No sabemos cómo esta cría va a ser capaz de parir, es muy pequeña (esta chica, finalmente, pudo tener a su bebé mediante cesárea). Pero esta niña es la alegría en persona. Le estuve enseñando matemáticas, y sonreía todo el rato, y tenía muchas ganas de aprender. Aquí los traumas se superan a base de coraje». El trabajo comienza con estas niñas con clases de matemáticas y lengua, pero el proyecto se está ampliando para ofrecerles educación sexual, educación de género y orientación laboral, para que puedan labrarse un futuro después del parto. La mayoría de los bebés van a Baby Refuge, «porque sus familias no los quieren o porque no se pueden hacer cargo de ellos».

Estas voluntarias trabajan también en Destiny´s Child, un orfanato que acoge en la actualidad 90 niños de entre 4 y 19 años. Explican que «es increíble el cariño que esos niños nos tienen. Están todo el día abrazándote, tocándote el pelo, queriendo jugar contigo... Los hemos dividido en grupos según niveles, y les damos clases de todo. Son niños de la calle, cada uno tiene su propia historia. Muchos no saben ni cuántos años tienen. Para controlarlos les ponen castigos muy duros. Tienen tres militares 24 horas, y se nota que los niños les tienen un miedo... ¿Cómo juzgar los métodos que usan? No tienen mucho personal, esos niños nunca han sido educados, han aprendido a sobrevivir en la calle,... Pero nosotros nos quedamos fríos con algunas cosas».

Así se desarrolla la vida para estas jóvenes jerezanas en Calabar, donde han aprendido que si vives sin luz eléctrica «tienes mucho más tiempo para hablar». Estos primeros meses han servido para consolidar un proyecto que se desarrollará hasta el próximo mes de junio. Mientras, el teléfono y esporádicas conexiones a Internet (el suministro al que tienen acceso no destaca por su calidad) les permiten comunicarse con sus familiares y amigos y dar a conocer las necesidades de una tierra que necesita de la colaboración de toda la comunidad internacional.