Tribuna

Nación, un concepto discutido y discutible

CONSEJERO DE LA VOZ Actualizado: Guardar
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Una de las frases del presidente del Gobierno que ha dado motivo a más comentarios en todos los medios de comunicación, fue aquella de que el concepto de nación era un término discutido y discutible. Si embargo no era ésta una 'boutade' más de las muchas con que nos obsequian nuestros gobernantes. Los tratadistas de Derecho Político han escrito muchas páginas en su intento de definir el concepto de nación. Se mencionan un buen número de circunstancias cuya concurrencia da lugar al nacimiento del espíritu nacional, tales como la unidad étnica, de religión, de idioma, de cultura, geográfica, etc.. Pero ninguna de ella es necesaria, ni mucho menos suficiente, para la existencia de una nación. Pongamos algunos ejemplos: en Estados Unidos hay diversidad de razas y de religión, en Holanda diversidad de religión, en Suiza de idiomas, en la India de cultura, en Filipinas, Japón o Estados Unidos no existe la unidad geográfica y así podríamos seguir con una lista interminable. Por el contrario encontramos territorios con una gran mayoría de circunstancias comunes (raza, religión, territorio etc.) que comprenden más de una nación. Por citar solo los más próximos, la misma Península Ibérica o la Escandinava.

Ante este panorama se preguntan los tratadistas, ¿qué es entonces lo que da lugar al nacimiento de la conciencia nacional? Me gusta especialmente la solución que dio Weber, que sin llegar a definir el concepto, resuelve el dilema. Decía Weber que la esencia de la existencia nacional es una especie de 'pathos', es decir un sentimiento apasionado, sin tener que explicar las causas que lo originan.

Ese sentimiento apasionado unas veces está adormecido y otras se despierta de forma más o menos estridente según las causas que lo remuevan. A veces son acontecimientos desgraciados los que hacen de catalizador, tales como una guerra, una gran catástrofe telúrica, una amenaza exterior. Otras, un acontecimiento glorioso. Son jirones que van escribiendo la historia de una nación, pero el sentimiento nacional, dormido o despierto está siempre ahí. Al final es la historia común la que va creando la conciencia nacional.

Por todo ello no resulta banal el sentimiento patriótico que se ha despertado en España con motivo de los éxitos de la Selección Nacional de Fútbol, que nos lleva a la conclusión de que el sentimiento apasionado de la nación española está imbuido en los habitantes de todo el territorio, sin excluir el de las llamadas nacionalidades históricas. El pueblo ha tomado materialmente las calles de todos los pueblos de España, enarbolando la bandera nacional, al grito de «soy español, español, español». Todos se sentían orgullosamente español, siendo al final indiferente, e incluso olvidándose, el motivo de dicho orgullo.

La conclusión a que se llega es clara: si el término nación, es un concepto discutido y discutible, el término nación española, no admite discusión de clase alguna, y no deja de ser alarmante que sea precisamente el Presidente del Gobierno quien lo ponga en duda.

Con motivo de las celebraciones de «la gran victoria», vuelve a plantearse el tema de la falta de letra para nuestro himno nacional. No recuerdo a quien he oido decir estos días que las letras de los himnos nacionales de todos los países son productos de momentos de especial exaltación patriótica, casi siempre originada por una guerra, una revolución o cualquier otro evento de carácter más o menos violento. Pero a pesar de su marcado contenido ideológico se han mantenido a través de los años. La Marsellesa es el cántico de las patrullas revolucionarias que partiendo de Marsella marchan hacia París. Después, como himno nacional francés, se ha mantenido a través de las muy distintas formas de gobierno que ha tenido ese país desde entonces. Alemania mantiene su himno nacional con la misma letra que en tiempos del nazismo, y Gran Bretaña inicia su himno con el 'God save the Queen', a pesar de los años horribles que ha sufrido su monarquía.

El himno español tiene una letra que data de 1929, por tanto anterior al franquismo, escrita por José María Pemán, y que contrariamente a otros casos, no exalta ningún hecho violento, sino simplemente estimula al pueblo español a superarse a sí mismo y recuerda su vocación ultramarina, con una alegoría a la gesta del descubrimiento de América. No otra cosa es el significado de esa preciosa segunda estrofa que dice: «Gloria a la patria, que supo seguir sobre el azul del mar y el caminar del sol». Es la ruta hacia Occidente que seguían los descubridores españoles. Esta letra ha sido criticada por ignorantes seudo intelectuales, seguramente porque eso del azul y del sol pensaban que tenía algo que ver con el 'Cara al sol' falangista. O quizás sea porque la mención a la labor española en América puede enfadar a Chavez, el amigo de Zapatero.