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Indicaciones de un cura para inscribir a una niña 'robada'

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El robo de bebés en época franquista no es una reciente invención de las familias ni una realidad desconocida hasta la fecha. Baltasar Garzón lo considera un hecho que debe ser investigado, ya que el magistrado entiende que hay muchos niños que en los años 60-70 les sustrajeron su verdadera identidad para ser entregados a familias afines al régimen. Procedían de padres tachados de rojos, nacidos en las prisiones o de parejas humildes con nula capacidad para emprender una lucha en busca de sus recién nacidos.

En el auto que dictó inhibiéndose en los juzgados territoriales para que asumieran éstos la apertura de fosas localizadas, dedica un apartado a la desaparición de neonatos e incluye como prueba un documento que localizó en la Casa Cuna Provincial de Sevilla, firmado por el capellán de la institución, Juan A. Gordio. El sacerdote les informa a unos futuros padres de por qué ha habido cierto retraso en la entrega de una niña que en el escrito queda claro no era suya: «Mis queridos amigos: cuando la superiora hacía unas horas me había entregado esos papeles, fue cuando la madre de la niña se presentó en la Diputación a decir que aquí no le daban razón de una niña que en tal fecha ella echó. Al ver esto y prever que les podían hacer pasar a Vds. un mal rato, decidí no hablar ni tocar el asunto en la Diputación hasta que no estuviera alejada la idea de esta mujer, y cuando Vds. fueran ni se acordaran que tal mujer había ido a reclamar nada. Y así ha ocurrido, pues ya ni la superiora de aquí ni en la Diputación se acuerdan de nada. Yo he ido a explorar el terreno y no me han dicho ni una palabra, sino que todo bien y que podéis prohijarla cuando queráis».

El sacerdote también informa a los padres de los pasos que deben seguir para inscribirla como hija suya: «El papel ese grande lo tenéis que rellenar entre Vds., el alcalde y el párroco y debidamente firmado lo traen Vds. cualquier día en la Diputación. Si por casualidad os preguntara Serrano, que cómo habéis tardado tanto en ir, Uds. le decís solamente que Miguel había estado enfermo y esperabais, como es natural, a que el esposo se pusiera bien. No digan ni una palabra más ni una menos, sino a todo que sí [.] Si queréis que la niña no aparezca con vestigio ninguno de la cuna, luego que arregléis lo del notario vais al Palacio Arzobispal con los documentos de la prohijación de la Diputación y la notarial, y allí le arreglan el asunto de manera que mandan un oficio a la Casa Cuna para que se inutilice la partida del bautismo de la niña».