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Conil prohíbe el botellón

La localidad reforzará los controles durante la temporada turística para evitar que la movida nocturna campe a sus anchas por el municipio

CONIL. Actualizado: Guardar
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Conil ha decidido acabar con la imagen de macrobotellones, movida nocturna descontrolada y ciudad sin ley que se ha dado de ella en los últimos años. Tras meses de reuniones con los colectivos de una ciudad donde han proliferado como setas los bares de copas en su casco histórico, el Ayuntamiento ha tomado una decisión difícil.

El alcalde, Antonio Roldán, acompañado por algunos de sus lugartenientes en el Consistorio, lo anunciaba ayer. Conil se blindará a la movida nocturna y prohibirá el botellón en su término municipal.

De este modo, este próximo fin de semana será el último en el que se podrá beber en sus calles. La nueva 'ley seca' del municipio entrará en vigor a partir del 1 de julio, y se aplicará con dureza en las zonas de mayor concentración de personas durante el veranos, como por ejemplo el paseo marítimo, la playa de Los Bateles, o las plazas y calles situadas en el entorno de los bares cercanos a Santa Catalina.

Según explicó ayer el regidor conileño, el Gobierno municipal ha estudiado en los últimos meses la puesta en marcha de un recinto de ocio juvenil alternativo, donde sí se permitiera el consumo de alcohol, como tienen ya localidades como Chiclana o San Fernando.

Sin embargo, Roldán reconoció que han desechado «una tras otra» esas alternativas, por «las molestias que ocasionarían a los vecinos o por los problemas de seguridad y tráfico que generarían».

Vigilancia y multas

El debate en Conil está servido. Algunos piensan que la medida llega tarde, pero que es acertada para una ciudad que vive en gran medida del turismo. Otros sin embargo consideran que la prohibición matará la gallina de los huevos de oro.

Hace meses que se anunció que las populares carpas de marcha del recinto de Los Bateles pasarían a ser historia. Ahora el lugar se ha convertido en un parque público junto al mar y la localidad ha perdido su referente de ocio juvenil y no tiene claro qué va a suceder con su movida nocturna en verano.

La presión de los hosteleros, y los proyectos de ocio fuera del casco urbano presentados, que no han tenido el consenso necesario para hacerse realidad, dejan a Conil en un cruce de caminos. El modelo de turismo familiar por el que opta la ciudad, chocará indudablemente con la afluencia estival de miles de jóvenes, que llegan a los campings y playas en busca de diversión.

Conil aspira a quitarse el sambenito de ciudad sin ley en las noches de verano en la provincia. Para ello la administración local pedirá refuerzos de la Guardia Civil a la Subdelegación del Gobierno e intensificará los controles en locales de copas (horarios o venta a menores), y sobre los 'coches discoteca' tan ligados a la marcha nocturna.

En los próximos días el Ayuntamiento iniciará una campaña para dar a conocer entre la ciudadanía dicha prohibición total del botellón en el municipio. Las sanciones para quienes violen la normativa llegará a los 300 euros de multa.

Habrá que ver si la valentía del Consistorio, forzada por las quejas vecinales en los últimos años, que incluso provocaron una movilización el pasado verano, lleva a Conil a conciliar sus atractivos turístico y el derecho al descanso.

Con apenas 21.000 habitantes censados, este municipio alcanza en los meses de julio y agosto los 100.000 residentes, y tiene más bares de copas que una capital de provincia de tamaño medio.