CÁDIZ

Sobre la ola de la superación

Aspectos como la relación con uno mismo y con el entorno se trabajan bajo la diversión que proporciona el deporte Personas con discapacidad utilizan el surf para mejorar su motricidad

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La historia de esta asociación comienza como otras muchas historias, a partir de un grano de arena, o mejor dicho, de una ola del mar. Un niño con autismo llamado Alejandro necesitaba de otros alicientes para continuar con su desarrollo personal. Jesús Borrego, terapeuta acuático, pensó en trasladarle su gran afición por el surf y combinar los ejercicios a los que ya comenzaba a estar acostumbrado con la metodología de este deporte y, por supuesto, con la pasión que inevitablemente transmite y su aspecto lúdico.

Con él comenzaron a trabajar de otra manera aspectos como la toma de conciencia del propio cuerpo, la integración o la comunicación. Vieron que funcionaba y decidieron ampliar el cupo con otros niños autistas con distintos grados de diagnósticos creando varios grupos de control para ver como seguía el progreso de la actividad. En este periodo, fue fundamental el apoyo de los padres que supieron ver a largo plazo los beneficios que les aportaría a sus hijos.

Fueron momentos de experimentos, tanto en las actividades como en su propia casa, ya que a falta de una sede, transformaban una y otra vez las habitaciones de su propia vivienda para adaptarlas a unos vestuarios, a una sesión en la arena si hacía mal tiempo o a un espacio adecuado para acoger una tutoría.

Tres años de trabajo después, Jesús Borrego y Ana Gonzalo constituyeron la asociación Solo Surf, pionera en España, que en la actualidad atienden a unas 50 personas con edades a partir de los dos años. «Es muy difícil encontrar a personas que sepan combinar la acuaterapia, con las necesidades de cada discapacidad y a su vez con un deporte como el surf».

En función de la edad y de la discapacidad se trabajan a distintos niveles. Con niños de dos a cinco años se busca el desarrollo de competencias psicomotoras, la maduración cognitiva, el juego y algunas pautas iniciales de socialización. En el nivel dos, se desarrolla un programa de actividad acuática adaptada y se inician en surf en la piscina mientras que en el nivel tres se integran jóvenes y adultos.

«El objetivo que buscamos es que las personas que vengan no sean conscientes del proceso de estimulación al que son sometidas, que sientan que vienen a pasar un buen rato, a divertirse», señala Jesús Borrego, «a partir de ahí, todo el desarrollo que podemos conseguir mejor que mejor».

«Cuando viene por primera vez una persona que quiere probar con este tipo de terapia lo primero que le decimos es mira esto y súbete a la tabla que te va a gustar, para que ante todo no sientan miedo ni rechazo».

En este tipo de actividades es prioritario adaptar el entorno, seguir un horario bien definido y que cada niño esté con su propio monitor con el que trabaja de forma totalmente individualizada y atendiendo a sus necesidades en función de la discapacidad. «Ellos deben saber qué se está haciendo en cada momento».

El calentamiento

Antes de llegar al mar hay un gran trabajo previo que permite que una vez sobre las olas solo haya sitio para diversión. «Empezamos a trabajar con ellos desde el momento que llegan, ya en el vestuario» comenta Ana Gonzalo. Mientras se preparan, se atienden a aspectos relacionados con el ámbito social como la autonomía y la toma de decisiones por uno mismo. Luego, todos juntos, en grupo, acuden a la arena para comenzar a hacer los ejercicios que más tarde realizarán en el mar. «Aquí buscamos trabajar la conciencia propia del cuerpo». El calentamiento, indispensable como en cualquier otro deporte, se hace de forma rigurosa para evitar lesiones. En ellos se aplican técnicas de coordinación y equilibrio.

Después pasan a las técnicas de simulación donde se trabaja la memoria y pueden anticipar y ver en sus mentes las metas que pueden alcanzar. Todo está muy personalizado ya que en algunos casos, como el autismo es «indispensable que sepan de antemano que es que lo que va a pasar y que no les coja de sorpresa». Sobre en la arena comienzan a tumbarse sobre la tabla, a jugar poniéndose de rodillas o de pie.

Borrego explica que «organizar el cuerpo y disponerlo mentalmente y en el entorno es un pilar básico para el desarrollo de la identidad de una persona», así percibirse, representarse, y reaccionar con él, «nos lleva a conocer lo exterior y esto conduce a un entendimiento propio en primer lugar y hacia los demás, en segundo término».

«En apariencia es como una clase normal de surf, desde fuera no se aprecia ninguna diferencia, salvo que se trabaja a un ritmo más lento y vamos paso por paso, sin saltarnos ninguno».

Para Borrego el surf no es un deporte reservado para unos pocos, «en los últimos años ha cambiado mucho la concepción que se tenía de él pero todavía quedan muchos estereotipos que romper». El deporte está abierto a todo aquel que quiera adentrarse en este mundo «ya que existen muchos tipos de tabla que se adaptan al cuerpo de cada uno».