El catedrático Rafael Lucas, en la playa de la Caleta. :: LA VOZ
CÁDIZ

«Una estación de autobuses no tiene que ser un edificio singular»

El autor del proyecto dice que el objetivo es que el edificio no parezca viejo al poco tiempo y que no cueste mucho conservarlo Rafael Lucas Ruiz Arquitecto y catedrático de la Universidad de Sevilla

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A efectos de DNI, Rafael Lucas no tiene vinculación con Cádiz, pero su geografía sentimental está ligada a la Caleta. A su niñez, junto a sus abuelos. Hoy este arquitecto y catedrático de la Universidad de Sevilla mantiene casa en la capital y además ahora vendrá con más frecuencia, porque su proyecto ha sido el ganador del concurso organizado por la Junta para construir la futura estación de autobuses. «No se puede imaginar la ilusión que me hace», admite este hombre que aún conserva nítido el recuerdo de su abuelo, barbero de los callejones de Cardoso.

-¿Por qué cree que le han elegido?

-Creo que es porque he planteado el tema de la sostenibilidad. Conozco muy bien Cádiz. La estación del ferrocarril y el edificio de Entrecatedrales se están oxidando y los cristales están siempre manchados. Nosotros hemos ido paso por paso para hacer algo que no tenga problemas de mantenimiento, para que la estación no parezca vieja y sucia al poco tiempo. La carpintería es de acero inoxidable y el edificio de hormigón para que no se oxide y no se estropee. Además, se pintará con un material fuerte para que no le afecte la sal, como a los edificios de La Caleta o el mismo Balneario de La Palma, que se restauró en mi departamento.

-¿Y cómo será por fuera?

-El color será blanco y la cristalería verde aguamarina, muy bien iluminado y ventilado. Tenemos que conseguir un equilibrio entre que se esté bien dentro, que no haga calor ni frío pero que se ventile bien. Y luego tiene unas lamas de vidrio verticales parecidas a las que se han colocado en el Mercado, que por cierto es una obra preciosa en mi opinión. Y una malla de acero inoxidable, para que el CO2 salga fuera.

-Dice usted que su estación es fácil de construir, mantener y demoler. ¿No se ha hecho y ya se habla de tirarla?

-Un edificio sostenible es aquel que es económico, consume poca energía y utiliza muchos recursos naturales. Pero además, tiene que ser sencillo de mantener. Por ejemplo, que si se limpian los cristales cada seis meses, al día siguiente no estén sucios. Y también hoy día se estudia que si dentro de 50 años hay que demolerlo, que se integre otra vez en la naturaleza. No es que estemos pensando en demolerlo, sino que si se va a hacer, no dejar algo cargado de contaminantes.

-A pesar de que el edificio tiene dos plantas, el viajero no tendrá prácticamente que subir a la de arriba, ¿no?

-Arriba lo que hay son oficinas y una zona de descanso para viajes de largo recorrido o gente que tenga que esperar mucho, pero el viajero normal no tiene que subir para nada. Y abajo está todo pensado para un solo nivel, no hay escalones, no sólo para facilitar el tránsito a los discapacitados, sino también a las personas mayores.

-¿Y cómo se hará la conexión con la estación de trenes?

-Se hará de manera muy cómoda, por la planta baja. No hay que olvidar que la estación de ferrocarril tiene unas escaleras que conectan con la avenida. Esa conexión le ahorra al público casi 400 metros.

-¿La crisis ha dado la puntilla a la arquitectura espectáculo?

-Yo no sería tan radical. Creo que toda la arquitectura no tiene por qué ser espectáculo. Convertir la estación de autobuses en un edificio singular es un error. No es necesario. En nuestro proyecto, hay una serie de elementos característicos de las estaciones de ferrocarril, como los relojes. No afecta a la totalidad del proyecto, pero sí lo embellece. Hemos puesto una bandada de gaviotas de latón sobrevolando por el nombre de la estación. Un elemento de pequeña escala que le dé vida, sin que implique un encarecimiento de la obra. Según he leído, nuestro proyecto ha abaratado la obra.

-Sí, en cuatro millones, porque se había hablado de nueve millones. Pero precisamente le quería hablar de los elementos distintivos...

-Sí, hay uno que será el reloj, que es grande, tiene unos dos metros de ancho por cuatro de alto. Lo diseñaremos con mucho cariño y luego está la bandada de gaviotas que hemos llamado papirofléxica, hecha con chapa de latón o acero inoxidable.

-¿No se han molestado en el PSOE con lo de las gaviotas?

-(Risas). No había caído. Ahora que lo dice tal vez tenía que haberlo pensado más. Yo he pensado en las gaviotas de mi playa de La Caleta.

Bueno y barato

-Siguiendo con el discurso de lo sostenible, ¿cómo se puede convencer a la gente de que lo barato puede ser bueno?

-Es difícil. Hay cosas buenas que son baratas y cosas malas que son caras. Hay que tener un equilibrio. El acero inoxidable no es barato, pero dentro de 20 ó 40 años la carpintería estará como nueva y no habrá que gastar dinero en pintar la estación cada año, porque el problema es ese, que luego no hay dinero. Nosotros hemos hecho un análisis exhaustivo de todo el gasto de mantenimiento.

-El plan de la Plaza Sevilla ha sido la historia interminable. Hace unos días, el delegado de Zona Franca ha dicho que hay que repensarlo, que sobra terciario en la ciudad. ¿Qué opina usted?

-En este momento sobra todo, pero creo que eso no es bueno. Habría que luchar porque no sólo no sobrara sino que hiciera falta más. Esa zona es un enclave económico importante, porque además no hay más sitio.

-¿Y respecto a la Aduana? Aunque la decisión está tomada, ¿cree que fue la correcta?

-Es una pregunta fuerte. No lo sé. No creo que ese edificio sea trascendental. Es de un valor regular.