TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

EL MAPA MUDO DE ANTONIO SANZ

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El secretario general del Partido Popular de Andalucía, el gaditano Antonio Sanz, tan joven como veterano, eficiente en la cocina de los conservadores andaluces y resultón en sus comparecencias públicas, enchufó esta semana el ventilador para intentar que la presión del caso Gürtel se viera aliviada por el recuerdo de las corrupciones en las filas socialistas. Mal asunto que para defender la supuesta inocencia propia tenga que recurrir al «y tú más», como si lo prioritario no fuera acabar con la corrupción, venga de donde venga. Los corruptos no son socialistas, ni peperos, ni andalucistas ni izquierdistas. Los corruptos son del partido de los corruptos, debiera de haber dicho Antonio Sanz, cuando lo prioritario sería aventar la mala imagen de la clase política.

Sanz, junto con la diputada Carolina González Vigo. presentó un mapa de la corrupción del PSOE de Andalucía, con 140 cargos imputados o condenados. «¿Y los vuestros dónde están?», inquirió un reportero. «El PSOE ya se encarga de decirlos todos los días», se defendió. Claro que también dijo que eran casos puntuales, lo cual ya es mucho decir cuando incumben a personalidades tan señeras como Juan Martín Serón, alcalde de Alhaurín el Grande y su concejal de Urbanismo; de varios ediles y el ex alcalde Juan Carlos Juárez de La Línea o de José Guerrero, ex alcalde de Alhendín.

El mapa de Sanz era parcialmente mudo. Sólo delataba las vergüenzas del PSOE, como si las de los demás no lo fueran también: «54 cargos públicos actuales del PSOE imputados en procesos judiciales abiertos siguen en sus puestos y no se les aplica el código interno del partido», proclamó Sanz, en una geografía que iba desde la Operación Malaya en Marbella (Málaga), Astapa, en Estepona, o el la Operación Poniente, en El Ejido (Almería). A dolor, sin matices históricos ni presunción de inocencia. ¿Qué decir entonces de los alcaldes del PP en Canillas de Albaida o Salares, apoltronados a pesar de sus condenas? Según su cómputo, las provincias con un mayor número son las de Málaga, Almería, Cádiz y Sevilla. Claro que en la primera de todas ellas, incluye por ejemplo a Salvador Pendón, presidente de la Diputación, quien fue condenado en su día pero ¡por agresión a un vecino!, lo que no resulta muy edificante, pero tampoco es corrupción propiamente dicha. O al algecireño Enrique Salvo, a la sazón director del Metro de dicha ciudad y que, en su día, cuando ejercía como portavoz municipal del PSOE, fue condenado por intromisión al honor al poner en duda el origen del patrimonio del alcalde conservador de Málaga, Francisco de la Torre.

«Los socialistas acostumbran a querer darnos lecciones de ética en política, como en la vida -explica Sanz en su blog--.Así es ante cualquier acontecimiento o iniciativa política. A ellos se les debe perdonar todo, disculpar todo ¡Ellos son de izquierdas, nosotros no! ¡Ellos son socialistas, nosotros no! Pero claro, me olvidaba que, para los de siempre, ellos tienen la propiedad exclusiva del progresismo, del feminismo, del ecologismo, de lo moderno, de las políticas sociales, del interés general, de lo europeo.». ¿Qué tendrá que ver la corrupción con la progresía o con el conservadurismo?, puede preguntarse más de uno. Que su intención era la de echar una cortinilla sobre Gürtel parece clara cuando Sanz afirma: «Estas últimas semanas he oído a demasiados socialistas queriendo darnos lecciones de ética, buen gobierno y transparencia. Pero, no sólo existe la memoria histórica. Menos mal que aún nos permiten que exista la realidad histórica, la memoria reciente».Para contrastar sus argumentos, Sanz alude a la supuesta implicación del expresidente Chaves en un incentivo a la empresa Matsa en la que trabajaba su hija, que ha sido descartada.

En Cádiz, el mapa de Sanz incluye unas diligencias previas abiertas contra González Cabaña, presidente de la Diputación, pero que no especifica: ¿será el caso que el PP ha llevado a la Fiscalía por la suspensión del Pleno por la presencia abigarrada de los opositores al parque eólico de Chipiona? Su estadística incorpora, sin nombre, a ex cargos públicos imputados en Jimena, San Martín del Tesorillo, Zahara de la Sierra, Grazalema, Prado de Rey o Chiclana, así como cargos actualmente imputados en Tarifa, Grazalema, Chiclana, Prado del Rey y Jerez. Desconocemos por qué se les imputada. Las condenas contra antiguos cargos que el PP de Andalucía recuenta parecen más claras; aunque tampoco las menciona con nombres y apellidos. Todo apunta a que se trata de los ex alcaldes de Sanlúcar y Chipiona, Agustín Cuevas y Luis Mario Aparcero, respectivamente, por el supuesto de cohecho del llamado 'Caso Sanlúcar', el ex alcalde de Benaocaz José Rafael Reyes por un supuesto de prevaricación o el caso de Juan Sevillano en Bornos, condenado en 2002 por prevaricación y que, en vísperas de las municipales de 2007, denunció a su vez al alcalde del PP Fernando García, quien le replicó con aquello de «cree el ladrón que todos son de su condición». También incluye en el lote a un antiguo cargo de Alcalá del Valle pero mi memoria o mi hemeroteca deben tener lagunas porque sólo registro una condena judicial contra el anterior alcalde, el socialista Antonio Rivera, varios años atrás, para que diera información a la oposición. En la relación, también figura Los Barrios, cuyo anterior alcalde Alonso Rojas, fue inhabilitado durante seis meses por un delito de desobediencia a la autoridad judicial, ya que no pagó en tiempo y forma una deuda pendiente con una empresa proveedora. Un caso hasta cierto punto similar al de Juan Carlos Juárez, el ex alcalde del GIL y del PP en La Línea, que no sólo se vio obligado a dimitir por un supuesto de obstrucción a la justicia por el Caso Palex, sino que está pendiente de una larga ristra de procesos, entre los que sobresale el juicio oral por el caso Roseworld, que también implica a otros concejales conservadores. Por no hablar de Alhaurín de la Torre, Cómpeta o Aljaraque. Si completáramos los mapas de la corrupción en Andalucía, a lo peor nos quedábamos sin espacio para colocar figuritas. Esa debiera ser la preocupación de todos. Al menos, incluyendo a Antonio Sanz, la principal preocupación de todos los políticos honestos que no merecen que les desacrediten aquellos que no lo son.