Maestra Artesana de Cádiz

Montserrat Hidalgo: «La artesanía está poco valorada»

El taller de cerámica La Jara, ubicado en Grazalema, acaba de ser distinguido por la Junta de Andalucía como ‘Punto de Interés Artesanal’

Cádiz Actualizado: Guardar
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En la provincia de Cádiz solo hay reconocidos cinco maestros artesanos. Montserrat Hidalgo es uno de ellos. Posee este título desde el año 2012 cuando la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte le otorgó la carta que avala su esfuerzo por potenciar y difundir su oficio. Su trabajo como ceramista viene respaldado por una trayectoria de casi 30 años. El jueves recogió una nueva distinción que califica su taller, La Jara, como Punto de interés Artesanal. Localizado en Grazalema, se trata de un espacio que combina una zona de exposición con un taller. «Es bastante pequeño pero tengo clientes que vienen expresamente hasta aquí para comprar», apunta.

Como Montserrat argumenta «la cerámica y la artesanía no están valoradas por el público en general» ya que se trata de piezas limitadas, producidas manualmente con técnicas tradicionales.

Ella es la responsable de todo el proceso de fabricación, desde la elección de la materia prima a la elaboración de las formas en el torno alfarero pasando por la doble cocción en el horno cerámico y la decoración. Por eso, se percibe satisfacción cuando comenta que tiene una clientela que acude hasta su taller situado en la calle Agua, 19, incluso de fuera de la provincia. Su obra resalta por la calidad de los esmaltes : «Son de elaboración propia y están libres de plomo y cadmio. Las piezas se pueden lavar sin que se estropeen y se puede cocinar con ellas sin ningún temor porque no contienen materiales nocivos. No son tóxicas y están certificadas por el Instituto de Tecnología Cerámica de Castellón y por la Marca Parque Natural de Andalucía».

Esta artesana trabaja la técnica «bajo cubierta» (cuando se decora por medio de colorantes u óxidos directamente sobre la obra bizcochada y después se le añade un barniz), y emplea pigmentos minerales propios sin metales pesados.

En cuanto a la temática, presenta dos líneas. La primera es «más figurativa» con líneas clásicas y decorada con frutas y flores. La segunda, experimental e innovadora, le permite investigar y poner en juego toda su creatividad. Las piezas son muy heterogéneas ya que podemos encontrar ensaladeras, tazas, ánforas, cuencos, teteras, murales e incluso relojes: «Hago de todo y mi producción es muy variada». Destaca su querencia por los tonos azulados en todo su abanico cromático (cobalto, añil, turquesa, aguamarinas y verdes). Son colores muy vivos, fruto de años de investigación y desarrollo. Sin embargo, su paleta no es excluyente porque también emplea amarillos y rojos aunque de una manera más puntual y matizada. Las piezas están realizadas y pintadas a mano y, como se elaboran por encargo, se pueden elegir formas, motivos y colores.

Moldear el futuro

Aunque Montserrat siempre se sintió atraída por la artesanía (una afición que más tarde se convertiría en oficio), no tiene referentes familiares en este campo. Su formación se ha ido fraguando a fuego lento. Ha ido experimentando, estudiando y aprendiendo poco a poco porque «el mundo de la cerámica es muy amplio por la cantidad de técnicas que existen». Finalmente, se decantó por elaborar una cerámica decorativa pero que también se pudiera utilizar.

«La situación de la artesanía la veo complicada y el futuro no es muy halagüeño. Trabajo en esto porque la cerámica es mi gran pasión pero no es para ganar dinero, como mucho para salir adelante. Ésta es una profesión poco valorada porque no se conocen los procesos de elaboración ni el tiempo que hay que invertir para realizar las piezas», comenta. Montserrat reivindica la profesionalización del oficio y su salida laboral.

La cerámica artesanal está catalogada como oficio «en peligro de extinción».

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