Adam Scott ganó en 2013 el Masters de Augusta. / Reuters

Todos quieren ser un chaquetero

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El Masters de Augusta es uno de esos torneos que no deja indiferente a nadie. En Augusta está prohibido correr, los teléfonos móviles, las neveras y las sillas con brazos... Quizá por eso no deja de sorprender que el objeto de deseo de los 94 mejores golfistas del mundo que acuden cada año sea ganar una chaqueta de color verde. Todo el mundo habla de la mística del Masters de Augusta, de poder disfrutar de los 18 hoyos del Augusta National Golf Club, pero a nadie se le escapa que el objetivo principal de los participantes en uno de los cuatro Majors del mundo del golf -además del cheque de 1,5 millones de dólares- es acabar tras cuatro días de competición luciendo la chaqueta verde.

Una tradición que se remonta a 1949 y que se considera una manera de aceptar al campeón como socio del prestigioso club de golf. De hecho, la chaqueta -que el campeón recibe del ganador del año anterior- la puede guardar durante un año en su casa para devolverla 365 días después. Eso sí, el dueño de la chaqueta podrá lucirla siempre que quiera dentro del Augusta National Golf Club.

Este peculiar trofeo tiene varias curiosidades como que Sam Snead fue el primero en lucirla, que Gary Player no devolvió la chaqueta que le correspondía al nuevo campeón, Arnold Palmer o que el mítico Jack Nicklaus ha sido el único jugador que se la ha puesto él mismo tras ganar en 1965 y repetir en la siguiente edición. La anécdota de Nicklaus provocó que el Augusta National Golf Club decidiera que en caso de repetir ganador dos años consecutivos, sería el director del torneo el que impusiera la chaqueta al ganador.

Pero la chaqueta verde del Masters de Augusta no es el único trofeo curioso en el mundo del deporte. En la NBA el campeón -todos los jugadores y cuerpo técnico del equipo ganador- se lleva un anillo con 14 kilates de oro blanco y dorado y realizado con 219 diamantes que está valorado en 15.000 dólares. Menos valor económico, pero no deportivo, tiene el premio que reciben los ganadores de las tres grandes rondas ciclistas.

En El Tour de Francia es un maillot amarillo el objetivo de los participantes desde que L´Auto (que más tarde pasaría a ser L´Equipe) decidiera poner al ganador un maillot con el color de sus páginas en lo que parecía una operación de márketing. Algo similar pasa en el Giro de Italia, donde el rosa del maillot del ganador le debe su color a las páginas de La Gazzetta dello Sport. Curiosamente, en la Vuelta al País Vasco que finaliza este domingo, el ganador recibe una txapela como distintivo de haber ganado la prueba.

Echando un vistazo a otros deportes podemos encontrar trofeos tan peculiares como una Ensaladera en la Copa Davis, una jarra en la Copa América de vela, un cinturón en el boxeo o la lucha libre, un tuareg al vencedor del Rally Dakar, un sombrero mexicano al ganador del Torneo de Acapulco de tenis y una cuchara de madera, simbólica eso sí, para el equipo que no gana un solo partido en el VI Naciones de rugby.