Algunas de las creaciones del 'Padre Sándwich'. / Ó. Chamorro
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Un ilustrado del sándwich

Un padre de EE UU se convierte en un fenómeno de internet pintando cada día desde 2008 la bolsa del almuerzo de sus hijos

MADRID Actualizado: Guardar
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Dicen que la inspiración puede aparecer en el rincón menos esperado. David Laferriere la encontró en 2008 al fondo del armario en una rebanada de pan de molde que estaba siendo devorada por el moho. Tras el hallazgo mezcló mantequilla y colorante para imitar ese hongo en los bocadillos que preparaba para su familia. Lo que no sabía es que aquel estrambótico experimento en un rincón de la cocina acabaría por convertirse en un auténtico fenómeno de internet.

Y es que este padre estadounidense decidió poco después comenzar a pintar las bolsas en las que sus hijos guardan los sandwiches del almuerzo para el colegio con el único objetivo de alegrarles la hora de la comida. La colección comenzó con un sombrero mexicano para celebrar el 5 de mayo, día de la Independencia del país azteca. «Desde entonces no he parado», exclama. Cada día ha ido tomando fotos de sus improvisadas creaciones y subiéndolas a internet. Cinco años y miles de envoltorios coloreados después, su repertorio acumula más de 23 millones de visitas en Flickr. «No me lo habría imaginado. Recuerdo que gritaba de emoción cuando once personas habían visto la imagen», confiesa el ya bautizado como ‘Padre Sándwich’.

Armado con sus rotuladores, este diseñador gráfico de Norton, un pequeño pueblo de Massachusetts, ha convertido las rebanadas en la cara de un gato, una camisa, decenas de animales diferentes, laberintos o monstruos que no han parado de brotar de su mente en este tiempo. «Me inspiro en el día que hace, en fiestas o en las vacaciones familiares», cuenta haciendo referencia a algunas de las imágenes que desde ayer se exponen en el Matadero de Madrid. Aunque Evan y Kenny han crecido y ya tienen 16 y 14 años respectivamente, el ritual sigue vigente en casa de los Laferriere, donde tazas, envases de comida congelada o botellas de zumo también han hecho las veces de lienzo.

Cada mañana, se esconde detrás de una caja de cereales para mantener a raya el interés perenne de sus hijos y tratar de seguir sorprendiéndoles con el resultado final. «Les encanta. No me han pedido que pare». A pesar de que asegura que nunca han sido malos comedores, sus bocetos le han ayudado a que se atrevan a probar cosas nuevas como la granada, el kiwi o el yogur.

Los dibujos también se han convertido en todo un clásico entre los compañeros de clase de los pequeños de la casa. «Muchos les preguntan cada mañana por el dibujo. Incluso he recibido alguna petición», cuenta, al recordar cómo una amiga de su hijo le encargó una jirafa. Dentro de poco les tocará ir a la universidad y tendrá que dejar de prepararles el tentempié. «Siempre podré sorprenderles en algún paquete que les vaya a enviar», asegura. «Pero aún tengo tiempo para pensar y disfrutar, al pequeño todavía le quedan tres años de instituto».