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Georges Méliès, el primer cazador de sueños

El legado del gran pionero y padre de la fantasía cinematográfica, puesto en valor en una muestra con más de 400 objetos

MADRID Actualizado: Guardar
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El cine no sería lo que es sin los sueños de Georges Méliès (1861-1938). Este visionario comprendió antes que nadie que “las películas tienen el poder de capturar los sueños”. Cuando el cine estaba en mantillas Méliès fue capaz de incorporar la magia, jugar con las ficciones, alimentar la fantasía y hacer que la mente del espectador volara mucho más allá de la Luna que alcanzó con su imaginación. Dibujante, mago, director teatral, actor, decorador y técnico, ese pionero ‘Leonardo del séptimo arte’ realizó más de 500 películas entre 1896 y 1912 de las que fue productor, realizador y distribuidor. Cayó en el olvido hasta que su obra fue rescatada por el aprecio de algunos colegas.

Un impagable legado que del que se puede disfrutar con la muestra ‘Georges Méliès. La magia del cine’ que ofrece CaixaForum Madrid. Es la primera gran exposición dedicada en España al primer ilusionista del cine y profundiza en las raíces culturales, estéticas y técnicas de Méliès. Lo hace mediante más de 400 objetos entre películas, fotografías, dibujos, pósteres, aparatos originales de la época, vestuario, maquetas y muy variada documentación.

La revolución de Méliès se fraguó en las antípodas del cine documental de los hermanos Lumiére, combinando el universo de Jean-Eugène Robert Houdeim, el padre de la magia moderna -no confundir con el gran Houdini-, con la cinematografía de Marey, impulsando así el cine como espectáculo.

Sin los retos técnicos y narrativos que se planteó y resolvió de manera tan rudimentaria como eficaz, es muy probable que los desafíos de Georges Lucas, Stanley Kubrick, Steven Spielberg, Ridley Scott y tantos otros magos del cine en el último tramo del siglo XX no se hubieran superado. Ya en el siglo XXI Martin Scorsese le rendía homenaje en con ‘La invención de Hugo’ (2011) a Méliès. Hijo de un fabricante de calzado, reinó en el mundo del género fantástico y del trucaje cinematográfico durante casi veinte años antes de caer en el olvido y la ruina económica, una situación desesperada que le impulsó a destruir los negativos de todas sus películas.

El obús en el ojo

Comisariada por Laurent Mannoni, director científico de Patrimonio y del Conservatorio de Técnicas de La Cinémathèque Française, la muestra cuenta con la colección más importante del mundo de objetos de Méliès. Se proyectaran en ella una veintena de filmes, con atención my especial ‘Le voyage dans la lune’ (Viaje a la Luna,1902), un hito para la historia del cine y los cinéfilos, con imágenes grabadas en la memoria colectiva de millones de aficionados.

Rodada en un estudio de Montreuil, ‘Le voyage dans la Lune’ se inspira entre otras fuentes, en obras de Julio Verne, H. G. Wells, atracciones de feria y la opereta que Offenbach presentó en 1875 en el Théâtre de la Gaîté. La producción se alargó durante meses y exigió una importante inversión.

La cinta, -260 metros y 13 minutos de proyección-, incluye 30 cuadros o escenas. Abundan trucajes sorprendentes, como la famosa y jocosa secuencia en que el satélite recibe el impacto del obús en el ojo –hito del cine como el ojo cortado por la navaja el ‘Un perro andaluz’ de Buñuel- o el cuadro donde los astrónomos sueñan con la Osa Mayor, cuyas siete estrellas son rostros femeninos. La película fascinó al mundo. Se hicieron tantas copias ilegales, especialmente en Estados Unidos, que Méliès tuvo abrió una sucursal en aquel país para proteger sus derechos.

Pionero de los efectos especiales, aplicó al cine los truco de magias y la técnica de linterna mágica: pirotecnia, efectos ópticos, desplegables horizontales y verticales, paradas de cámaras, fundidos, encadenados, sobreimpresiones, efectos de montaje y de color. Méliès podía mostrar cuerpos cortados, chafados, explotados; cabezas y extremidades separadas del cuerpo pero con vida; multiplicación, permutación, transformación y levitación de personajes y objetos. Toda una batería de recursos que explotarían todos los genios del cine en las décadas siguientes.

Ruina

Paradójicamente, Méliès fue víctima de la propia industria que hizo crecer. La aparición de las primeras grandes productoras francesa como Pathé y Gaumont le arruinaron y lo condenaron al olvido. Sin un céntimo, en 1923 destruyó los negativos de todas sus películas. Acabó vendiendo juguetes en un tienda de la parisina estación de Montparnasse y refugiado luego en un asilo de Orly. Fue un periodista, Léon Druhot, quien le reconoció en la estación y obró el milagro de que su obra fuera recuperada y valorada de nuevo a finales de los años veinte.

La muestra explota las raíces culturales, estéticas y técnicas de Méliès en tres grandes ámbitos. El primero se ocupa de los antecedente históricos, del teatro de sombras a la linterna mágica, e introduce al espectador en su universo creativo. El segundo explica su concepción del cine como una “obra total” que le lleva a ocuparse de todo el proceso de producción, de la decoración al guion y los actores, pasando por la producción y la distribución. Es aquí donde se puede disfrutar de algunas excepcionales sorpresa, como el vestuario originas de ‘Voyage dans la lune’ y de los aparatos de época que permitieron su pioneras proyecciones.

El tercer apartado documenta la caída en el olvido la larga resurrección de de Méliès hasta que su genio es recuperado por grandes colegas del oficio que reconocen su papel primordial en la historia del cine. Un recorrido que culmina con la cinta de Scorsese que cierra la exposición.