El primer ministro británico, pintando en su caballete con su inseparable puro. / Fund. Canal
FOTOGRAFÍA | EXPOSICIONES

Próceres sin pedestal

Una exposición humaniza a diez grandes figuras del siglo XX y los descubre en su faceta más privada

MADRID Actualizado: Guardar
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¿Se imagina a Picasso bailando con Lucía Bosé? ¿Y a Gandhi afeitándose con una gillete? Pues estas imágenes cargadas de espontaneidad se pueden ver en una exposición que ofrece aspectos insospechados de diez relevantes personalidades públicas del siglo XX. A través de 240 fotografías, la Fundación Canal (Madrid) descubre gestos de prominentes hombres y mujeres en actitudes que suscitan desde una carcajada a un sentimiento de ternura. 'Mitografías. Mitos en la intimidad' aporta una visión cercana y ayuda a descubrir la auténtica personalidad de figuras del arte, la política, la literatura, la ciencia, el cine y la música.

La muestra, que permanecerá abierta hasta al 5 de enero de 2013, ofrece instantáneas de Pablo Ruiz Picasso y Salvador Dalí, Winston Churchill y Mahatma Gandhi, Albert Einstein y Marie Curie, Camilo José Cela y Ernest Hemingway, María Callas y Charles Chaplin.

Para poder exhibir estas imágenes, que en muchos casos captan a celebridades pilladas a traición, se ha tenido que hacer un esforzado trabajo de escrutinio. No en balde, las fotografías que acoge la Fundación Canal han sido escogidas de entre 37.000 instantáneas. Tras una fatigosa labor de búsqueda en archivos, colecciones y álbumes particulares e institucionales, se ha llegado al presente repertorio. Pero el esfuerzo merece la pena. Contemplar a Picasso ayudando a hacer los deberes a su hija humaniza al genio. El maestro del cubismo aparece en la casa y en la playa, unas veces en pantalón corto y otras con camisa marinera, ora con el torso desnudo, ora retratado con gesto serio y muy formal a los 15 años.

Las fotos han sido hechas bien por afamados profesionales, como Lee Miller, Zvi Gezari, Edward Steichen o Edward Quinn, entre otros, bien por gente anónima. El comisario de la exposición, José María Díaz-Maroto, reconoce que se ha topado con algún 'no' taxativo de responsables celosos de preservar la imagen pública del gerifalte de turno. Los mandamases de Apple, por ejemplo, no quisieron bajar de las alturas a Steve Jobs y se negaron a colaborar en el proyecto. Todo sea por preservar su halo de visionario.

Díaz-Maroto tuvo que descartar llevar a Juan Pablo II a la muestra. Había muchas imágenes de su figura como hombre público pero muy pocas o casi ninguna de su intimidad. Tampoco cuajó la iniciativa de exponer el lado más terrenal de Teresa de Calcuta debido al paupérrimo archivo gráfico al que pudo acceder el comisario.

La impresión que obtiene el visitante al recorrer la exhibición es que hay dos denominadores comunes en los fotografiados: su pasión por los animales y la presencia de la familia.

Cecilia Sofía Ana María Kalogeropoulos, más conocida por María Callas, es el icono de la exposición. Sobre ella hay una docena de fotografías que rezuman 'glamour' y pasión. Cada imagen es una pequeña joya. La Callas, especialmente fotogénica, sale en actitud cariñosa -que dirían las revistas del corazón- con su marido, Giovanni Meneghini, tostándose al sol en una playa de Venecia. Y muy morbosa es la estampa en que Meneghini y el amante de la diva, el magnate Aristóteles Onassis, abrazan a la estrella mientras ellos se estrechan amistosamente la mano.

Recuerdo

«En más de una ocasión he oído decir que un ser muere oficialmente cuando ya nadie recuerda su nombre o sus allegados ya no relatan sus hazañas, pero desde hace casi dos siglos la fotografía ha cambiado esta afirmación», argumenta Díaz-Maroto. Las instantáneas desmienten muchas veces la historia oficial y desvanecen ambigüedades y dudas sobre lo acontecido hace décadas. Según el comisario, la exposición está desprovista de «desentonos o estridencias», al tiempo que tiene la virtud de huir del tópico.

Cela, un maestro en epatar, no defrauda. Es imposible no esbozar cuando menos una sonrisa al contemplar a un Nobel con panza de cetáceo tirarse en plancha a la piscina. La exposición da fe de su temperamento egocéntrico, al lado de amigos como Ernest Hemingway, protagonista también del evento. El autor de 'El viejo y el mar, que era un hombre impetuoso, corajudo y exaltador de la virilidad, muestra a la cámara las heridas que le ocasionaron dos accidentes aéreos consecutivos y un incendio forestal. Lo hace con su inseparable vaso de ron. Pero también hay un Hemingway niño, que pasa casi desapercibido, en una fotografía en que se halla rodeado de su familia y en la que todos se encuentran ordenados por su estatura.

Los mitos se construyen no solo con los méritos de los que son acreedores, sino también con un cuidadoso y estricto control de su propia imagen. Las imágenes que se pueden observar en la muestra poseen la cualidad de haber conseguido eludir ese filtro.