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Jack White, un clásico en el siglo XXI

Presenta este fin de semana en Madrid y Barcelona su primer disco en solitario tras la disolución de los White Stripes

MADRID Actualizado: Guardar
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Pese a no regalar sonrisas ni por asomo, Jack White es un tipo travieso al que le gusta jugar con el público. Pongamos por ejemplo su biografía inventada a la fundación de los White Stripes, a finales de los 90: se suponía que él y su compañera en el dúo, Meg White, eran el sexto y séptimo hermano de una familia de 10 criada en un barrio mexicano de Detroit. Tardó poco en saberse -aunque él lo seguiría negando durante años- que en realidad el lazo que unía a Jack y Meg era el del matrimonio, roto cuando se divorciaron en 2000.

White se toma muy en serio el aspecto lúdico del rock. No es el primero en crear una mitología propia (Bob Dylan, Tom Waits o los bluesmen que adora también se inventaron ciertos episodios vitales), ni el primero en crear un estricto código estético en su grupo (los White Stripes solo vestían en combinaciones de rojo, blanco y negro). Pero este hombre de semblante seco, poco amigo de las entrevistas, es buen conocedor de la historia de la música popular, además de revelarse como un tipo listo que sabe cómo excitar la curiosidad de prensa y fans.

Saltando a la actualidad, pero siguiendo con ese punto juguetón que le caracteriza, White editó el pasado mes de abril Blunderbuss (trabuco, en inglés), su primer disco en solitario, el que ahora viene a presentar a Madrid (sábado día 1) y Barcelona (domingo 2) con sus bandas. Sí, han leído bien: bandas, en plural. White, en una decisión poco comprensible desde la óptica de la rentabilidad económica, ha salido de gira con dos grupos, uno enteramente masculino, The Buzzards (Los Buitres) y otro femenino, The Peacocks (Los Pavos Reales). Solo uno de los dos toca en cada concierto. «No decido quién toca hasta el desayuno del día de la actuación», le contó White la revista Rolling Stone: «Hasta ese momento no lo saben ni los músicos ni yo. Así todo el mundo mantiene la energía a tope».

Por supuesto, se desconoce cuál de las bandas subirá al escenario en Madrid ni si será la misma que lo haga en Barcelona. Lo que sí es sabido es que además de interpretar temas de Blunderbuss, en las actuaciones sonarán bastantes canciones de los White Stripes y algunas de los Raconteurs o The Dead Weather, conjuntos que fundó en la segunda mitad de la pasada década para dar rienda suelta al abundante caudal musical que le corre por dentro.

Porque otra cosa que se puede decir de este músico de 37 años es que es inagotable. Al margen de esos proyectos musicales, en los cinco años transcurridos desde la edición del último álbum de los White Stripes, Jack White ha potenciado su propio sello -Third Man, con el que ha sacado singles de Tom Jones o Beck, y que ahora tiene estudio de grabación y tienda de discos en Nashville, donde vive- y ha producido a la pionera del rock Wanda Jackson, algo que ya hizo en 2004 con la dama del country Loretta Lynn.


Vuelta al pasado

También trabajó en 2010 en un álbum con su esposa. Cumpliendo con el cliché rockero, se casó con una modelo, Karen Elson. Desmontando ese y otros tópicos, ambos organizaron una fiesta el año pasado para celebrar su divorcio. «En honor al tiempo compartido, vamos a hacer una fiesta de divorcio», decía la invitación, «una noche en Nashville para reafirmar nuestra amistad y celebrar el pasado y el futuro con amigos íntimos y familia».

Paradójicamente, si Jack White es uno de los nombres más respetados en la música de este nuevo siglo, es por su pasión por el clasicismo rockero más primitivo. Los White Stripes devolvieron a principios de la pasada década el foco al blues-rock básico y eminentemente guitarrero, con canciones como Seven Nation Army (2003), cuyo riff ha entrado en el imaginario popular convertido en un cántico entonado en estadios de todo el mundo después de que la hinchada italiana lo adoptara como himno en el Mundial de 2006. «No hay nada más bonito que cuando la gente toma una melodía y la introduce en el panteón de la música folk», dijo poco después: «Me encanta que la mayoría de la gente que la canta no saben de dónde viene. Eso es la música popular».