MÚSICA

Los Smashing Pumpkins se asoman a la nostalgia

La banda liderada por Billy Corgan ofreció un concierto en Madrid en el que se dedicó a revisar los éxitos de su trayectoria con temas como 'Zero', 'Today', 'Disarm' y 'Tonight, Tonight'

MADRID Actualizado: Guardar
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De un plumazo. Así eliminó Billy Corgan cualquier estigma de egolatría al inicio del concierto que los Smashing Pumpkins ofrecieron en Madrid, apenas cinco meses después de su última actuación en la capital. La sala Arena recibió con los brazos en alto las primeras notas de 'Black Diamond'. Y lo singular no es que la banda abriera con una canción de Kiss sino que, como ocurre en el hit de los neoyorquinos, fuera el pipiolo Mike Byrne -el batería de 22 años con el que Corgan sustituyó a Jimmy Chamberlin- el que se dedicara a ejercer de vocalista, mientras Jeff Schroeder hacía las veces de 'guitar hero'. Corgan, en un segundo plano, sonreía. Se lo estaba pasando bien, y con él, los cientos de fans que habían llenado la sala.

Y es que la de ayer fue una de esas citas imprescindibles para los amantes de la banda. Los de Chicago formaban parte del cartel del Rock Coast de Tenerife, un festival que finalmente se fue al garete. "No hicieron bien su trabajo vendiendo entradas y pensamos que no podíamos hacer eso a nuestros fans españoles", diría Corgan durante el concierto, en una de las pocas veces que se dirigió al público, más allá de los habituales gestos de provocación al respetable. En lugar de acudir a una sala de gran tamaño como la Riviera -escenario del anterior concierto de los Pumpkins en Madrid-, optaron por un recinto mucho más íntimo. No en vano las entradas se agotaron en apenas cincuenta minutos. Sin excentricidades ni efectos especiales -una raquítica pantalla adornaba la parte visual del espectáculo-, el concierto mostró a unos Smashing Pumpkins casi desnudos.

Tan solo dos peros se pueden achacar a la actuación. A diferencia del set que trajeron hace cinco meses, la banda no parece tener confianza en los temas del nuevo disco y tampoco arriesgó en la selección de temas, optando por los éxitos más conocidos. Y es raro porque la sala estaba abarrotada de los seguidores más fieles. 'Oceania', que es como se llama el nuevo álbum, saldrá el 19 de junio a la venta, pero en esta ocasión solo apostaron por tres canciones del LP: 'Quasar', 'Panopticon' y la que da nombre al disco. Esta última dejó muy buen sabor de boca, con Billy Corgan alternando entre el Melotron y la guitarra y un punto de psicodelia que parece el 'leit motiv' del álbum. Un larga duración que, por cierto, Corgan animó a comprar. El otro punto negativo viene por parte del sonido. Durante los primeros temas, resultaba difícil entender al líder del grupo. A nadie, sin embargo, parecía importarle.

Como un reloj

Había sonado hasta entonces la primera sartenada de éxitos. Todos ellos, de una tacada. A saber, 'Zero', 'Bullet With Butterfly Wings', 'Today', 'Starla' y una no muy habitual 'The Beginning Is the End Is the Beginning', presente en el disco de la banda sonora de 'Batman y Robin' -la que se encuentra en el filme es su versión acelerada 'The End Is the Beginning Is the End'-. En estos primeros compases una cosa queda clara: la banda funciona como un reloj. Nicole Fiorentino, la bajista, es quizá la que menos presencia tiene en escena y se dedica a ejecutar su papel a la perfección, con un peso importante en las armonías vocales. Jeff Schroeder, el guitarrista, posee una rara mezcla entre carisma y sencillez. Cabe destacar la delicadeza con la que afrontó temas como 'Disarm'. Por último, Byrne podría ser el hijo de Chamberlin. Así de claro. Es una fuerza de la naturaleza capaz de arrojar complejas texturas al respetable a base de golpear parches. Maravilloso.

Sin haber llegado a la primera hora de concierto, la nostalgia regresó en forma de 'Tonite Reprise', un guiño a los más fieles de la banda ya que se trata de una cara b del conocido single. Una frenética y coreada 'Tonight, Tonight' volvió a encender unos ánimos que ya serían difíciles de aplacar. 'Ava Adore' -Nunca un verso como 'In You I Feel So Hungry' había albergado tanta rabia-, una brillante y emotiva 'Neverlost' -la única que tocaron del 'Zeitgeist'- y la cañera 'The Everlasting Gaze' dejaron exhausto al personal, que pedía clemencia.

El recorrido final hasta el primer bis sería épico. '1979' sentó las bases de la fiesta que luego culminaría en 'Cherub Rock' -la platea se volvió loca con esta- y una 'Muzzle' sublime, con Corgan en pleno éxtasis. Smashing Pumpkins abandonaron el escenario pero las alrededor de mil personas que allí se encontraban sabían que aún quedaba la bola extra. 'Oe, oe, oe' y el nombre de Corgan estallaron a voces entre un público que quedó atónito ante la versión de 'Disarm', muy poderosa gracias a los golpes que Byrne propinó. La sorpresa de la noche llegaría después, con una versión de 'Space Oddity', la pieza que lanzó a Bowie al estrellato. Hace falta valor para echarse un tema del duque blanco a la espalda pero los de Chicago iban directos al final. 'X.Y.U.' fue su carta de despedida. El trallazo en toda regla demuestra que no sólo Billy Corgan se está haciendo mayor. Sus fans casi no resistieron el envite. Sonriente, Billy se adelantó y estrecho manos, lo que provocó que el público se agolpara en las primeras filas. Al ver la reacción -y también como marcaba el guión del repertorio-, se montaron una ultima versión de 'Black Diamond'. El circulo, una hora y cincuenta minutos después, se cerraba. Así, sí.