INFRAESTRUCTURAS

Un temido laberinto para ir a clase

Solicitan la habilitación de una pasarela que conecte la ESI con la estación de Las Aletas

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Son las 7.00 horas de la mañana. El sonido del despertador para los estudiantes de la Escuela de Ingeniería, del Campus de Puerto Real, anuncia un nuevo vía crucis para un centenar de jóvenes que, desde hace casi dos años, se ven obligados a recorrer a pie más de un kilómetro y medio que separa por carretera la estación de Renfe de Las Aletas de la Universidad. De esta forma, como si de auténticos peregrinos se tratara, caminan en fila india desde las 8.10 horas de la mañana ataviados con sus mochilas y con chalecos reflectantes. No es para menos, ya que más de la mitad del recorrido discurre por una carretera de servicio por la que, según los estudiantes, «los turismos y camiones van muy rápidos» y en la que no existen «aceras, ni iluminación».

Por suerte, compañeros que van en vehículos hacia la Universidad los recogen por el camino. LA VOZ ha recorrido con dos alumnos el temido laberinto al que se enfrentan cada día estos estudiantes de la ESI.

Eliezer López, delegado de alumnos de la Escuela de Ingeniería, es uno de ellos, que viaja todas las mañanas desde Jerez hacía el centro para cursar los estudios de informática. «A veces vengo en tren, otras en autobús... y pocas en coche». Faltan escasos minutos para que empiecen las clases, y Eliezer y su compañero Raúl Ruiz caminan por un puente con acceso restringido para peatones y que cruza la autovía CA-32. No hay arcén. Los coches les pasan a escasos centímetros. Es lo que más preocupa a estos jóvenes. «No ha pasado nada grave, pero si ha habido algunos coches que han embestido a alumnos que iban caminando», relata Eliezer. Los vehículos se alejan, cruzando la raya continua, cuando ven a los alumnos, el problema es cuando en la carretera, especialmente estrecha, se cruzan dos coches, uno en cada sentido. «Entonces, tienden a separarse uno de otro, pegándose a los laterales, y es un peligro para los alumnos que vamos caminando», detalla.

«Que solucionen esto», que habiliten una pasarela que conecte la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad de Cádiz con la estación de Las Aletas. Es lo que más preocupa a los estudiantes y padres que ven el peligro que atraviesan estos jóvenes. Además, Eliezer López muestra su «disconformidad» con la oferta de transporte público que discurre por la ESI, donde cursan sus estudios unas 3.000 personas: «Vemos necesario que aumente la cantidad de paradas en las distintas localidades demandadas. Y en cuanto a los horarios, son igualmente escasos y con tiempo de espera largo entre ellos y con retraso». Estudian en un edificio de diseño pero «estamos aislados». Según López, la construcción de la pasarela aportaría que el estudiantado gozaría de otro medio de transporte eficaz, contando con el aumento de plazas de aparcamiento en la estación «hasta ahora infrautilizada». Además, haría posible una conexión directa con Puerto Real y otras localidades, un mejor acceso para las personas con discapacidad que «es imposible que vengan en tren», y sobre todo aportaría la seguridad de que «ninguna persona estaría jugándose la vida cruzando una autovía o carril transitado por coches», reclama con indignación. La lucha de estos jóvenes no termina en aprobar o no las asignaturas. Eliezer López -delegado de Centro de la Escuela- ha mantenido reuniones con el Ayuntamiento de Puerto Real, con el rector de la Universidad de Cádiz e incluso se trasladó y trató el problema en el mismo Pleno de la Diputación Provincial de Cádiz, donde se contó con el respaldo de todos los grupos políticos.

Asimismo, la falta de luz afecta especialmente a los alumnos que van al centro por las tardes. La mayoría de ellos salen de clase cerca de las nueve de la noche. El único espacio iluminado a esas horas es la entrada del centro y a la estación. «La oscuridad es total en la carretera. Hemos pedido a la policía que se incrementen las patrullas por la zona. Ha habido casos de intimidación a algunas chicas». Aseguran que ya no pueden esperar más y que, si nadie se compromete a hacer algo para solucionar estos problemas tendrán que plantearse un calendario de movilizaciones. Mientras, Eliezer y Raúl recorren el peligroso laberinto para ir a clases.

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