Vilasánchez, a la derecha, durante la firma en Cádiz en abril de 2015 del contrato con Royal Caribbean para reparar sus cruceros en la Bahía
Vilasánchez, a la derecha, durante la firma en Cádiz en abril de 2015 del contrato con Royal Caribbean para reparar sus cruceros en la Bahía - ANTONIO VÁZQUEZ
INDUSTRIA

Un nuevo tiempo para Navantia

La SEPI pone en manos de García Vilasánchez la transformación integral de los astilleros

Recibe una empresa en números rojos, pero con unas expectativas y una cartera de pedidos suficiente como para remontar el vuelo

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El nombramiento de Esteban García Vilasánchez como nuevo presidente de Navantia ha sido recibido en los astilleros gaditanos con una mezcla de satisfacción y esperanza pero, al mismo tiempo, de incertidumbre. Se cierra, por tanto, una etapa y se abre otra. Vilasánchez tendrá que pilotar la transformación tecnológica de los astilleros para ganar así competitividad. Distintas fuentes consultadas por LAVOZ coinciden en señalar que el nuevo presidente de la compañía responde al perfil demandado en varias mesas de negociación, es decir, se trata de un profesional de la casa que lleva más de veinte años en la empresa y conoce el sector naval como la palma de la mano. No es un burócrata ni un novato.

Su llegada a la dirección de los astilleros rompe en cierto modo con la tradición impuesta de que el presidente fuera un político o alguien cercano al Gobierno.

La SEPI, sociedad estatal a la que pertenece Navantia, ha apostado en esta ocasión por un fichaje interno. Esteban García inició su carrera profesional en 1990 en el área off-shore de Navantia, alcanzando en 2004 el puesto de director de Reparaciones de Ferrol-Fene. En 2009 fue nombrado director del astillero de Ferrol-Fene interviniendo en el programa de fragatas para Noruega, las fragatas F-100 y el LHD ‘Juan Carlos I’ para la Armada Española y el programa LHD para Australia. En 2012 fue nombrado director Industrial de Navantia y posteriormente director de Programas, cargo que ha ostentado hasta la actualidad.

Esta trayectoria ha sido muy valorada por la plantilla de las factorías de la Bahía, que ven en sus conocimientos una garantía de futuro para abordar los nuevos retos. No obstante, los comités de empresa de los astilleros gaditanos confían en que Vilasánchez no ejerza de gallego a la hora de tomar decisiones y barra para casa en detrimento del resto de factorías. El nuevo presidente es natural de la localidad ferrolana de Murgados y ha desarrollado buena parte de su actividad profesional en las plantas gallegas.

Los comités de la Bahía reciben con esperanza el nombramiento y confían en que no barra para casa por su condición de gallego

Vilasánchez llega a la cúspide de Navantia en una situación muy diferente a la que recibió en 2012 su antecesor, José Manuel Revuelta, que ha tenido que pilotar los años más duros de la crisis. El nuevo ejecutivo se encuentra ahora con una empresa en pérdidas -el balance de 2015 arrojó 160 millones de euros de déficit y el de 2016 va por el mismo camino- pero con una cartera de pedidos y de expectativas importante como para remontar el vuelo.

Plan estratégico

Sin embargo, el papel más difícil que tendrá que abordar Vilasánchez es la adecuación de Navantia a los nuevos tiempos. Se trata del denominado plan estratégico, bautizado con el nombre de ‘Astillero 4.0’. Este plan no es un capricho sino una necesidad para colocar a los astilleros españoles como referente internacional. La dirección de la SEPI ya ha empezado a trabajar con Navantia en este sentido con el ánimo de mejorar el sistema de producción, agilizar los tiempos de respuesta en cuanto a plazos y, sobre todo, rejuvenecer a la plantilla. Son las tres piezas clave en las que descansa el plan y que tienen como objetivo prioritario lograr que los astilleros públicos españoles sean más competitivos.

Para ello, Vilasánchez y su equipo tendrán que poner en marcha un nuevo sistema de producción que incorpore lo último en tecnología para racionalizar y mejorar la actividad industrial. Igualmente, la dirección de Navantia se encuentra ahora diseñando un programa de inversiones para la mejora general de las factorías. Este punto ya ha suscitado las primeras controversias entre los astilleros del norte y los del sur, ya que no se descarta la ampliación de la planta gallega de Ferrol para aumentar su producción y albergar los grandes programas de construcción de fragatas, como la nueva serie F-110 de la Armada española. Ante esta situación, los astilleros gaditanos han reclamado su cuota y, sobre todo, su plan de futuro.

Pero uno de los grandes retos a los que se enfrenta Vilasánchez es a la entrada de savia nueva en los astilleros. Los cinco años de crisis que ha soportado Navantia han impedido afrontar la mejora de su plantilla. «Si no hay trabajo no se puede contratar a gente nueva», era la máxima que tenía la antigua dirección de la compañía. La situación ha cambiado y ahora toca rejuvenecer una plantilla que supera los 55 años de media.

En estos momentos, cuando la factoría de Puerto Real se encuentra a pleno rendimiento, la de San Fernando a la espera de las corbetas y la de Cádiz con el goteo de las reparaciones de cruceros, se puede decir que casi la mitad del contingente ha superado el ecuador laboral y muchos de ellos ya orientan su futuro más inmediato hacia la jubilación.

Una plantilla muy mayor

Las tres plantas de la Bahía suman 1.800 empleados, de los que el 48% son operarios, un 28% forman parte del personal administrativo y de gestión y el 24% restante corresponde al cuerpo de ingenieros y técnicos. El contingente más numeroso de la plantilla se concentra en la planta de Puerto Real con el 53%, seguido de la factoría de San Fernando, con el 18%, y un 14% en la unidad de reparaciones del astillero de Cádiz. El 15% restante forma parte de los servicios compartidos.

El envejecimiento de la plantilla ha sido progresivo. Los portavoces sindicales llevan varios años lanzando mensajes de alerta sobre el peso de los años entre la mano de obra y la ausencia de carga e trabajo, sin embargo, la empresa optó en su momento por aguantar el chaparrón de la inactividad sin tomar medidas para rejuvenecer la edad media de sus trabajadores.

Modernizar el sistema de producción, agilizar los plazos y rejuvenecer la plantilla, principales retos

La situación empezó a mejorar en 2015 después de tres años de sequía de contratos. Navantia es uno de los pilares de la economía gaditana. Su presencia en la Bahía genera 11.320 empleos, de los que 1.805 son directos, 8.385 indirectos en otros sectores y 1.130 son externalizados en la industria auxiliar.

Vilasánchez tiene ahora dos asignaturas por aprobar. Por un lado, devolver a Navantia a los beneficios y, por otro, aplicar el plan estratégico.

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