Rafael sostiene el móvil con una foto de su tía
Rafael sostiene el móvil con una foto de su tía - M. A.
SUCESOS

«Eso no se le hace a nadie. Estaba llena de gusanos»

El sobrino de la anciana afectada por una gangrena denuncia que su tía falleció porque no le curaron las heridas en la residencia de mayores

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Rafael Selma nunca se imaginó que el final de su tía, quien había cuidado de él y de su hermano «toda la vida», sería así. Con mucho dolor y muy indignado con lo ocurrido, su muerte a causa presuntamente de una grave infección mal cuidada en el centro de mayores de Chiclana donde estaba ingresada, relata cómo fueron los últimos meses de Milagros, una mujer de 91 años que hasta hacía relativamente poco se había valido «perfectamente» por sí misma. «Poco antes de ingresar estaba en la cocina metida», cuenta.

Pero todo dio un giro cuando se le hospitalizó por primera vez. Fue en El Puerto. Poco a poco se fue deteriorando y tras darle el alta, decidieron que había que llevarla a una residencia puesto que por diversos problemas no podían hacerse cargo de sus cuidados diarios.

La asistente social les derivó al centro de ‘respiro’ de Chiclana hasta que tuviera plaza en otro más cercano, el de Valdelagrana, en El Puerto. «Nos dijeron que allí en el Novo iba a estar unos tres meses, muy bien cuidada, que no le faltaría de nada. Mi hermano y yo íbamos a verla días alternos». Milagros entró en esta residencia en marzo pagando un 75% de su pensión, unos 400 euros.

Acudió con tres úlceras que le habían salido de estar en cama. Dos en los talones y otra en el coxis. «Le compramos un colchón especial y los cinturones para su silla de ruedas». Pero, un día, el médico les llamó para avisarles que la llevaban al hospital y que, con toda seguridad, le tendrían que amputar una pierna.

Desplazados al centro hospitalario de Puerto Real, los médicos le dieron alguna esperanza. «Le limpiaron la necrosis y nos dijeron que con antibióticos y unas buenas curas diarias se podría poner bien». Pero, lo que no se esperaban era lo que les advirtieron:«Le hemos quitado más de cien gusanos de la herida. Esto no se hace ni con un perro». Además, según Rafael, los doctores en Puerto Real les contaron que los apósitos no estaban cambiados y que eso le había provocado la infección crónica que padecía su tía.

Llevada de nuevo al centro, Rafael se quejó por lo que había pasado. «Me decían que no, que el mal olor que tenía era normal y que la cambiaban cada día». A pesar de estas explicaciones en junio tuvo que ser llevada otra vez al hospital. «Sé que tenía una edad, pero no es para morirse llena de gusanos», recuerda emocionado. A los días la trasladaban ya a la otra residencia, «ya tenía allí hasta la ropa pero al final... no llegó».

La familia denunció el caso ante la inspección de Salud.«Ni siquiera nos llamaron para ver cómo seguía». Milagros murió a los pocos días del último ingreso. «Infección crónica de úlcera. Cuidado deficitario de herida», se lee en su parte de defunción.

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